Hablemos de los inicios de Alternativa Gratis,
¿cómo y cuándo se inicio?
A comienzos del 2000, en sociedad con IRSA
formamos la compañía Alternativa Gratis y lanzamos
el primer ISP gratuito. La idea básica de Internet gratis
surge porque notamos que se aproximaba la libre competencia en el
mercado de telecomunicaciones. Observamos la obligación de
las empresas de pagar cuando despachan una llamada a un cliente
de terceros, así como la posibilidad de cobrar cuando un
tercero les enviaba una llamada para ser despachada dentro de su
red. Lo que se llama interconexión y cargo de terminación
de llamado.
Ya en el 99 advertimos lo que se había
generado en Europa, es decir el nacimiento de los grandes prestadores
de Internet gratis, como FreeServe en Ingla terra. Estos ISP en
lugar de cobrar un importante abono fijo a cada usuario, reciben
menos de un centavo por minuto de las telefónicas, con ese
centavo deben repagar el costo de las líneas de atención,
los módem, la provisión del acceso a Internet y el
manteni miento del servicio.
Es, aquí y en el mundo, una fuerte
apuesta al volumen. El ISP gratuito recibe mucho menos por abonado
pero logra, por las propias ventajas del producto, recibir más
cantidad de abonados en igual tiempo.
Estas ventajas de no pagar abono, no tener
contratos ni ataduras, hicieron que la demanda explotara. Aparecieron
varios ISP gratuitos durante el 2000 entre ellos Fullzero, Gratis1,
Tutopía, Uyuyuy y otros. Algunos no lograron alcanzar a que
la libre competencia impusiera el cargo de terminación, otros
no llegaron al volumen, pero claramente el concepto de Internet
gratis ha sido un éxito para proveedores y clientes.
Podemos decir que el Internet para pocos que
significó el acceso pago se liberó a un Internet para
todos aquellos que tengan PC.
Las telefónicas se opusieron desde
un inicio porque lo vieron como una amenaza a su posición
dominante, cuasi abusiva, en el mundo del acceso 0610. Aún
hoy las telefónicas no comparten nada de lo que reciben por
cargo telefónico de las llamadas a 0610, y ninguna otra empresa
telefónica tiene derecho a ofrecer líneas 0610 en
la Argentina que no sea una de las dos superpotencias. Esta oposición
llevó en algunos casos a que la justicia deba dictar medidas
cautelares para restablecer el normal servicio telefónico
en la Argentina.
Hoy Alternativa Gratis se ha establecido como
un líder claro, con un negocio sustentable y con más
de 160.000 hogares por mes que utilizan sus servicios. El embate
de las telefónicas por eliminar el fenómeno de Internet
gratis ha mutado por una voluntad de poder ganar parte de este rubro,
lanzando marcas propias o bien brindando servicios a terceros y
compartiendo el cargo de terminación. El acceso gratuito
o sin abono es un tipo de acceso más, como el dial up pago
o el acceso de banda ancha.
¿Qué perfil de usuario tienen ustedes?
El perfil del usuario coincide con el usuario del dial up común.
Justo hoy a la mañana me dieron los resultados de un focus
group y la conclusión general es que es muy difícil
discriminar un usuario de Internet gratis de un usuario de Internet
con abono por variables como edad, barrio, consumo, usos, etc...
Es muy fácil diferenciarlo del usuario de acceso de banda
ancha, quien utiliza mucho Internet o para quien Internet es crítico
y tiene el bolsillo para pagarlo.
Pero, entre acceso dial up gratuito y dial
up pago es más que nada una relación más amistosa
con la tecnología. Los que usan Internet pago, en general,
se quedan por temor, entienden que no están satisfechos con
la situación pero no quieren perder la cuenta de e-mail que
es su dirección electrónica histórica, sienten
además que es una pérdida de prestigio porque lo gratuito
es una mala palabra, tiene un prestigio menor. Otro temor es que
la empresa que ofrece el servicio gratis no esté mañana.
Creo que a estos temores los ayuda un poco
la explosión de los operadores de Internet gratis ya que
hay mas de 500 y todos parecen ofrecer lo mismo.
En cuanto al marco regulatorio, ¿Qué
piensa usted que habría que cambiar? ¿Qué le
parece que hace falta?
El marco regulatorio es bastante bueno. Hace
falta seguir la implementación.
Hay que terminar de erradicar la vieja creencia
o quizás era una conveniencia de que el sector
telecomunicaciones necesita de la creación de monopolios,
subsidios y situaciones de excepción para poder existir.
Ha sido probado en el mundo que sólo necesita libre competencia
y una focalizada vigilancia para que las posiciones dominantes heredadas
de las situaciones monopólicas preexistentes no afecten la
creación de un verdadero mercado de libre competencia.
Como tal, este mercado tendrá empresas
grandes que invertirán a lo grande, empresas medianas con
inversiones medianas y chicas, tendrá empresas proveedoras,
empresas comercializadoras, revendedoras, agentes comerciales,
uniones transitorias y demás. Como tiene cualquier sector
estratégico, ya sea el de hidrocarburos, el farmacéutico,
el químico.
Para garantizar esto los entes reguladores
del mundo desarrollado crean informes periódicos sobre la
situación de competencia y actúan fuertemente cuando
ven que esta no avanza porque es un claro síntoma de que
existe una situación de abuso dominante. Para la FCC de
USA y la OFTEL de UK la creación de condiciones de verdadera
libre competencia es la razón principal de su existencia,
sabiendo que es la condición sine qua non para la aparición
de mejo res servicios a precios competitivos.
¿Faltarían, para usted, más
herramientas legales para el sector?
Creo que un punto importante es reglamentar
la desagregación de los elementos de red. En la actualidad
los servicios de Banda Ancha llamado ADSL, es provisto sólo
por Telecom y Telefónica.
Esto ocurre así porque son los dueños
de las líneas telefónicas de los abonados. La regulación
vigente permite que cualquier ISP alquile esa línea
a la empresa telefónica a un precio regulado para poder dar
sobre esa línea el servicio de ADSL. El precio regulado es
un resarcimiento por el uso de una infraestructura instalada, pero
no actúa como un freno comercial a la competencia. Si se
reglamentase esta norma, como ocurre en EEUU y toda Europa occidental,
veríamos aparecer proveedores de ADSL a precios cada vez
más bajos y la aparición de la telefonía por
Internet en su verdadera dimensión.
Hoy estamos en la situación que quien
provee universalmente el servicio ADSL es quien más sufriría
la aparición de la telefonía por Internet. Nada menos
promisorio para el desarrollo de este vehículo increíble
de comunicación. Del tiempo que tardemos en reglamentar esto
dependerá si la argentina acompaña al mundo civilizado
en el desarrollo y en las ventajas que la telefonía por Internet
nos depara o si seremos un seguidor tardío.
¿Qué incidencia tiene en el desarrollo
la actual estructura tributaria?
Ese es mi tema personal. En mi vida personal, más allá
de la compañía, escribo notas para los diarios sobre
el tema de impuestos. Cuando usted me pregunta de empresas puntocom
yo voy a terminar hablando de impuestos, como un predicador del
tema. Creo que, en esta cuestión, a la Argentina la aquejan
varias confusiones.
En una república moderna, o al menos
en la que sueño yo, el mantenimiento del estado para que
cumpla con sus obligaciones constitucionales, debe recaer mayoritariamente
en las personas, físicas y jurídicas que más
éxito han tenido. Por desgracia, en la Argentina, aunque
es fácil ver gente que grita lo bien que le va, que anda
en autos deportivos y lleva niveles de gastos obscenos, es imposible
encontrar un rico. Hablo de alguien que se considere
rico y, como tal, responsable de asistir a los gastos
del estado. Aún en una cena en La Bourgogne o en Harry Cipriani
la referencia a los ricos es en tercera persona del
plural, como si ricos sólo fuesen aquellas familias
emblemáticas. Esto es aún más llamativo en
un país donde un ingreso por hogar de $3.000 lo hace a uno
pertenecer al 10% más acomodado del país.
Una segunda confusión es la sobrevaloración
de la eficiencia y la corrupción. Cada uno de nosotros tiene
una larga lista de reclamos, de cosas que el estado no hace y debe
hacer, por ejemplo subsidios que dar, asistencias que pagar, impuestos
que dejar de cobrar. Pero como nadie se cree rico ni
responsable, nadie está dispuesto a pagar más de lo
que paga hoy, eso cuando no aspira a pagar menos.
Este dilema sólo se entiende observando
la gran ilusión de los ´90. Esa en que la solución
sólo dependía de eliminar la corrupción y bajar
el gasto. De nada sirve mostrar que en EEUU el estado necesita 50%
del PBI para sobrellevar sus obligaciones y que en los países
desarrollados de Europa ese porcentaje sea mayor aún. La
fantasía es que el estado argentino con 27% del PBI un
PBI sustancialmente menor al de los países desarrollados
va a lograr todo eso a fuerza de eficiencia superior y corrupción
mínima. Mientras tanto, los incluidos, colocamos menos de
nuestra renta al sustento del estado, nos quejamos por el exceso
de corrupción y la baja rentabilidad, al mismo tiempo que
los necesitados no reciben la contención mínima que
la constitución obliga a darles.
Una tercera confusión es creer, como
nos decían Neustadt y Grondona, que a la Argentina le hacían
falta más ricos cuando, en realidad, la Argentina
necesitaba menos pobreza. Lo peor es que quienes gobernaron escucharon
su prédica.
Creer que garantizando ganancias a empresas
o empresarios se genera inversión y trabajo es, al menos,
candoroso o cínico. Las personas y empresas no por haber
tenido ganancias las van a invertir donde no hay mercado. Y, por
el contrario, donde haya consumidores vendrán las inversiones
para poder vender productos y servicios a ese mercado.
El consumo lidera la inversión, no
la ganancia pasada. El consumo marca la ganancia futura esperable.
Un jeque no instala una automotriz en el desierto
sólo porque de allí sacó su petróleo.
La automotriz la instalará en Alemania donde hay muchos con
acceso al consumo que le permitirá venderlos.
Esta ilusión nos permitió a
los incluidos patear para adelante con esperanza mientras nuestro
mercado consumidor se iba desertificando. Las grandes
mayorías fueron hundiéndose en la pobreza mientras
el empresariado aplaudía las medidas de gobierno que las
arrasaban. Estos aplausos no sólo encierran una falta de
solidaridad sino que fueron un suicidio empresario.
Hablo de empresarios porque es el grupo al
que pertenezco, pero creería que todos los incluidos
en la Argentina comparten cierta complicidad con el tema.
Finalmente la mayor confusión fue creer
que los temas políticos estarían mejor en manos de
los empresarios. La clase incluida coopto a la política
marcadamente durante toda la década del 90 pero podemos decir
que es un proceso que se inicia en la dictadura militar. Logró
que los políticos llevaran a cabo sus ideas de lo que era
mejor, en tema impositivo, de contratos laborales, de subsidios
a las empresas, de privatización, de asistencia social, de
gasto público en general. La política llevó
a cabo un plan de despolitización que llevó, paradójicamente,
al que se vayan todos.
No hay razón para creer que porque
alguien vende Internet mejor que otro, sea más capaz para
detectar los problemas nacionales y mucho menos para esbozar las
soluciones. Pero sin duda, lo más importante, es que quien
tiene una compañía y es parte de los incluidos, tiene
una posición marcadamente tendenciosa e interesada que lo
inhabilita para actuar directamente en la cosa pública.
Con este preámbulo le diría
que mis conclusiones simplificadas son que la Argentina tiene que
destinar más de sus recursos al financiamiento del estado,
para que éste, sin endeudarse, pueda hacer frente a la titánica
tarea de cumplir con las obligaciones constitucionales que más
dramáticamente y más veces ha violado. Eso, mucho
antes que atender las obligaciones con las privatizadas o los bonistas,
tan presentes en los reclamos.
Creo también que hay que dejarle la
política a los políticos. Crear mecanismos de control,
de competencia, transparencia, etc. De la peor crisis de la Argentina
del siglo XX no nos rescataron los consultores o gurúes.
Tampoco nos rescataron los políticos venidos de las grandes
compañías ni de las grandes escuelas, nos rescatan
los políticos y muchos de ellos destinatarios de nuestro
que se vayan todos.
La mala política, por obedecer a los
privilegiados, no sólo fue un desastre para las mayorías,
destruyó además toda estabilidad y equilibrio y terminó
perjudicando, incluso, a los mismos privilegiados. ©
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