¿Cuál fue el panorama que encontró
cuando se hizo cargo de la Secretaría?
Bueno, ahí tenemos dos elementos ordenadores
y, obviamente, hablaré desde mi disciplina.
El primer tema es que lo que aquí se llama
la industria de las comunicaciones, que en realidad es la sumatoria
de todos los operadores, tenía una visión de la valorización
del capital muy similar a los esquemas imperantes en nuestro país
en la década de los noventa e incluso, esa visión
de valorización del capital, se hacía extensiva a
escala global.
Fíjese que el patrón de acumulación
de capital que se definió en la década de los noventa
y que fue centralmente aplicado en la industria de las comunicaciones
en la Argentina, pero también al conjunto de la economía,
terminó en un crack que se expresa políticamente el
20 de diciembre. Pero a nivel mundial esto también se vio
reflejado porque el sector globalmente estuvo en crisis. ¿Cuál
es el núcleo duro de ese patrón de acumulación
de capital? Una racionalidad especulativa-rentística.
Usted tenía fundamentalmente fondos de inversión
puestos a valorizar su esquema de rentabilidad a través
de una empresa del sector real. Nosotros venimos a dar vuelta esto.
Nosotros lo que queremos es un país productivo, por tanto
lo que le estamos diciendo al sector de servicio es que para tener
un aparato productivo realmente eficiente tienen que estar al servicio
de la economía real.
Por lo tanto, estamos dando vuelta como un guante
el esquema de acumulación, el esquema del patrón de
negocio. Esto desde el punto de vista conceptual-económico.
Desde el punto de vista de lo que tiene que ver
con el aspecto regulatorio, observamos que el marco legal es un
desorden, porque de hecho este sector está funcionando por
decreto. Por lo tanto, lo que nosotros planteamos es que este sector
tiene que ir a funcionar con una Ley. Para armar la Ley Nacional
de Telecomunicaciones lo que hicimos, el año pasado, es un
Congreso. Hacía muchos años que en la Argentina no
se hacía un Congreso de Comunicaciones. Durante 45 días
funcionaron en 9 comisiones representantes del sector y su síntesis
constituye la base de lo que entendemos va a ser la nueva Ley Nacional
de Telecomunicaciones, para que haya un marco jurídico no
desde un decreto, sino, desde una ley.
En función de la primera parte de su respuesta
¿qué significa y cómo se consigue el cambio
de esquema?
Debemos pasar de un esquema especulativo-rentístico
a un esquema donde la valorización del nuevo modelo de capital
esté en el sector productivo. Por lo tanto, como lo dice
su nombre, el sector servicios estará efectivamente al servicio
del aparato productivo en cuanto a generación de bienes.
Si en una empresa, la incidencia que tienen los
costos sobre su rentabilidad es muy alta porque así lo definen
las tarifas, o lo que tiene que irse hacia el exterior de la empresa
por lo que paga de luz, gas, teléfono, etc., hay una acumulación
de capital que se hace, por su propia actividad, menor.
Cuando usted modifica ese patrón de acumulación,
lo que dice es: los servicios tienen que estar pensados para insertarse
en el aparato productivo, tanto la actividad financiera como lo
vinculado a la prestación de lo que nosotros denominamos
los servicios, entre ellos las comunicaciones. Y lo mismo pasa con
las familias. Por eso usted tenía que, hace tres años,
en las encuestas que mandan hacer las empresas, sobre todo Telefónica
y Telecom, la gente estaba muy en contra del proceso de tarifas:
sentía que el servicio que recibía no era proporcional
a la tarifa que pagaba. Había un displacer. Si usted analiza
hoy la encuesta, le da que el 70 % de la gente considera correcto
el servicio que recibe y la tarifa que paga. ¿Eso producto
de qué fue? Producto de que, evidentemente, al haber congelamiento
de tarifas y mantener el servicio, la gente en general
recuperó poder adquisitivo, con sus más y con sus
menos, por lo tanto bajó la parte proporcional que pagaba
de teléfono. Que es lo que nos pasó a todos nosotros.
Hoy pagamos menos de teléfono que lo que pagábamos
tres años atrás, en términos proporcionales,
si bien paga lo mismo.
Entonces usted siente que ya la carga telefónica,
en su costo familiar o en su costo empresarial, no es la misma que
tenía hace dos años. En la medida en que este fenómeno
se profundice, aumentará la eficiencia del aparato productivo.
En términos de una economía de producción.
¿Cuáles fueron los problemas más
graves con los que se enfrentó al asumir?
Bueno, que el mensaje que traía el gobierno
fuera entendido al cabo de los primeros sesenta días. Después
empezamos a trabajar maravillosamente.
¿Por eso señala que es un cambio
cultural en la actividad del sector?
Claro, fue un debate de ideas y modelos.
Superada esa primera etapa, ¿no presenta
ninguna resistencia?
No, al contrario, estamos trabajando bárbaro.
Una vez que el nuevo marco teórico y los nuevos paradigmas,
se instalaron en la estructura de gerenciamiento de las empresas,
ya está. El problema lo tuvimos al principio, cuando esta
idea era ¿de qué me están hablando?
Las primeras decisiones, importantes, que tuvo
que tomar ¿con qué estaban relacionadas?
Nosotros planteamos la reconstrucción del
complejo industrial de las telecomunicaciones. Nosotros lo que planteamos
es que teníamos que reconstruir lo que definimos como red
de proveedores locales que, en términos de precios y rindes
en los estándares internacionales, tienen que ser de origen
local. Y ahí lo que primero armamos fue un instrumento financiero
que fue el fideicomiso, que estuvo fondeado por aportes de las propias
empresas y ahora comenzamos la estructuración de las cadenas
de valor, por ejemplo, la apertura de Pirelli. La reapertura de
Pirelli Cabletelefónica se da en el marco en que las empresas
vuelven a comprar local. No había ningún inconveniente
en comprar cable local. Decidieron que había que comprar
en Brasil, cuando tuvieron que comprar acá abrieron una fábrica.
Y cuando esto se recupere vamos a abrir el local. Porque las fábricas
ya están.
¿Pero esto no tenía que ver con
un problema preexistente de estructura de costos?
No. Este era un problema conceptual. Lógicamente,
en el Plan de Convertibilidad, desde ya. Si nos manteníamos
en el uno por uno no íbamos a poder ni exportar trigo.
De hecho nuestro trigo era más caro que el
canadiense. Pero bueno... esas son tonterías que nosotros
teníamos. Cuando el país recupera competitividad,
no alcanza con eso, porque el país recuperó competitividad
en enero del 2002 y recién se abrió Pirelli en diciembre
de 2003. Tuvieron que pasar dos años, porque había
que poner en marcha la orden de compra y ahí sí, vienen
decisiones políticas de la empresa. Por eso el debate de
ideas fue tan importante. Cuando uno penetra con el nuevo ordenamiento
de ideas en la estructura de gerencia y son captadas estas ideas
y se entiende que va en beneficio del todo, bueno, después
ya va solo.
¿Cómo ve el escenario actual?
Muy optimista. Hay un proceso de inversión
muy importante. Estamos empezando a generar el espacio para la discusión
del nuevo marco legal. Tenemos que esperar que se arme la Comisión
de Comunicaciones en la Cámara de Diputados, bueno, todos
estos temas formales. Recién el Congreso acaba de abrir,
pero en este semestre vamos a empezar a discutir la Ley, en un marco
de absoluto consenso; porque las bases están consensuadas
en el Congreso. Ahí participó toda la industria.
¿La ley constituiría ahora el tema
principal?
Sí, yo creo que tenemos que dar por entendida
la estructuración de la cadena de proveedores locales, nos
queda el marco regulatorio y ya está. No hay mucho más.
Usted recién señalaba la existencia
de una baja proporcional de tarifas sobre
la base de que las mismas habían quedado estabilizadas y
se había recuperado, de algún modo, el ingreso. ¿Cree
que se da porque también los servicios han mejorado?
Eso es lo que va a pasar. Porque, en realidad, la
tecnología nueva es tecnología a la baja en términos
de costos. Este es un sector donde la nueva tecnología que
se introduce viene con costos inferiores a la anterior. De hecho,
el precio de los módem, por ejemplo, ¿cuánto
han bajado el último año y medio?
Esto significa que la tecnología nueva baja
costos, con lo cual lo que se da es un proceso de reinversión
a la baja. No en términos de cantidad, sino en términos
de lo que se precisa acumular de caja para la nueva inversión.
Por eso las empresas dejaron de presionar con el tema tarifario.
Hay toda una racionalidad de nuestro modelo que se va ajustando
a la realidad, al contrario de lo que dicen algunos consultores.
¿Cuál sería la justificación
de un alza de tarifas si la reinversión es a la baja? Pero
no a la baja en términos de inversión física,
sino a la baja en términos de precios. Porque la nueva tecnología
es más barata que la anterior. Lo cual resulta en una estructura
de costos que tiende a la baja.
Las empresas insisten en el reconocimiento de
las inversiones realizadas.
Yo hablé de una racionalidad que tiene que
ver con los fondos de inversión. Por eso el costo de capital
que manejaban era del 24%, mientras que el costo de oportunidad
hoy en la Argentina no pasa del 5%. Hoy se están negociando
cheques de Telefónica en la bolsa al 2% anual, y salió
como noticia pública. Entonces ¿cómo vamos
a estar trabajando con un costo de oportunidad de capital del 24%?
Lógicamente, con ese costo de oportunidad, tampoco hay tarifa
que alcance. Pero, esa es la racionalidad desde el fondo de inversión.
Por eso empiezo donde empecé, cuestionando el marco con
ceptual de cómo funcionaba el sector. Lo mismo pasó
en un montón de empresas.
Pero todo es difícil. Nuestro país
fue conducido, en términos macro, hacia ese modelo: el de
la tasa de interés y el riesgo país, donde todos éramos
obsesivos con esa situación. Tenía que ver con una
racionalidad determinada. Es como funcionaba la economía.
Tuvimos que llegar al fondo de los fondos para cambiar el patrón.
Cuando cambiamos el patrón esto empieza a impactar en todos
los sectores. Si hay un sector donde hicimos punta, fue el sector
de Comunicaciones.
Como regulador, ¿se orienta a apoyarse
en la competencia entre las empresas o a la intervención
directa del Estado?
No. Nosotros sostenemos una economía clásica.
Sólo creemos en la competitividad a partir de la operación
del sector privado. Nosotros somos clásicos en la economía.
La competencia solamente la da la eficiencia de las empresas jugando
en el mercado.
Es una definición de la línea política...
Es claro y en toda la economía. Esto es claro.
Nosotros somos unos economistas clásicos, lo cual no significa
que seamos monetaristas. Precisamente, lo que no somos es monetaristas.
La competencia la libra el sector privado. De hecho, nosotros lo
que vamos a generar es un marco legal que aliente la competencia.
Pero que aliente la competencia no implica que no entendamos cuál
es el rol de los servicios en el sistema capitalista. Y estar precisamente
al servicio del sector real de la economía.
Y a partir de esa definición ¿cuál
es el lugar que usted le asigna al Estado, particularmente, dentro
del sector?
Como en toda la economía: simplemente orientar.
No existe una Nación sin Estado y por lo tanto tampoco existe
el sistema capitalista sin Estado, al menos desde mi visión
como economista. En mi visión como economista es necesario
el Estado para que funcione el capitalismo. En la economía
moderna, estamos hablando, ¿no? No me imagino la existencia
de un prestamista en última instancia, para el sector financiero,
como es el Banco Central, si no existe el Estado. La propia existencia
de un prestamista en última instancia implica la existencia
del Estado. Ahora, esto no significa que no intervenga: significa,
simplemente, que orienta las reglas de juego.
Para una negociación en relación
con las tarifas, ¿piensa en implementar una tarifa social?
No hay, porque en realidad, por este año,
es tema que no es parte de la agenda. Y como yo insisto en que vamos
a un proceso de inversión, en términos de caja, a
la baja, creo que, al contrario, va a aumentar la tasa de ganancia
de las empresas. Por lo tanto, el tema tarifario no es parte de
las agendas, ni de la nuestra, ni de las empresas tampoco. En la
parte que está regulada. En la parte desregulada, que es
celulares, yo no opino. Usted no se olvide que en un mercado en
expansión y competitivo, nuevas tecnologías permiten
que se transmitan voz y datos por nuevos procesos. Y esto lo estamos
viendo en el mercado.
Superado el plazo inicial del que usted habló,
¿hay otros elementos que las prestadoras señalan como
importante para renegociar los contratos?
No. Son temas, obviamente, de administración
cotidiana. Pero son temas menores que cuando se hacen las reuniones,
a través de las Cámaras, nos ponemos de acuerdo, obviamente.
Siempre hay ajustes y demás cosas. Pero no estamos hablando
de tarifas, sino de procesos que probablemente tiene que definir
el Estado y los define en términos de rentabilidad empresaria.
¿Cuál piensa usted que es el desafío
inmediato más importante que tiene?
Que el sector de las comunicaciones aporte al aumento
de la competitividad del conjunto de la economía argentina.
Usted señala la importancia
de darle otra entidad al marco regulatorio con la sanción
de una Ley, ¿qué papel considera que tiene la Universidad,
como una productora de ideas, dentro de la discusión de un
marco tan importante para este sector?
Bueno, en realidad, la batalla de las ideas se da
en todos los planos; pero, fundamentalmente, se da en el plano académico.
Lo que sí es cierto es que nuestra Universidad, en términos
globales, no específicamente la Facultad de Derecho, adscribió
al discurso único. Y ahora se rompió el discurso único
a partir del año 2000, bien entrado el año 2000. Con
lo cual en esta historia de que todos pensábamos igual durante
la década del noventa, la Universidad también tiene
su cuota de responsabilidad. Digamos: no generó un proceso
de realce del debate de las ideas. Fue necesaria la crisis, porque
de otro modo no hubiésemos llegado al debate. Todos somos
responsables. El haber puesto al país al borde de la disolución
es responsabilidad de todas nuestras Instituciones, incluida la
Universidad; lo cual no significa que a partir del hecho de ruptura
no nos estemos encontrando en el nuevo esquema. Por lo tanto, en
el proceso del dictado de la nueva norma, la Universidad ha participado.
Por ejemplo a través de un posgrado que se está dictando
en la Facultad de Derecho, al que, inclusive, me invitaron a dar
una charla. Y de hecho, ellos participaron. Está el aporte
del Dr. Fargosi que va a ser incluido al núcleo del debate.
Desde ya, y así como digo que todos fuimos responsables del
proceso de disolución, todos somos responsables en el nuevo
proceso de reconstrucción.
¿Tiene en mente la entrada de nuevos operadores
y el otorgamiento de nuevas licencias?
Sí. Todo aquel que tenga la relación
entre inversión, puestos de trabajo y licencia, desde ya
que la tiene a su disposición. Lo que no hay más es
licencias para la valorización patrimonial de una empresa,
simplemente para después ser vendida al mercado secundario.
La licencia o la empresa como tal. Acá la licencia es para
trabajar como corresponde.
¿Licencias de carácter general?
Las nuevas licencias van a salir. Primero, las licencias
están saliendo vinculadas a una demanda concreta.
En abstracto no salen. Tienen que justificar la
inversión, tienen que demostrar la cantidad de puestos de
trabajo que se generan, así sean diez o dos; pero, lo tienen
que demostrar y fundamentalmente, el nuevo régimen de licencias
va a estar implícito en la Nueva Ley. Por ahora, lo que se
va a hacer es ajustar el régimen de licencias que venía
del (decreto) 764 donde los dueños de la inversión,
representantes de los fondos de inversión, tienen que profundizar
el análisis del plan de actividades y del cash flow de la
empresa. Para que esté claro que van a utilizar la licencia
para trabajar. ©
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