Turquía y la UE: Un Largo Viaje
Turquía ha iniciado
oficialmente una ronda de negociaciones con la Unión Europea
con miras a unirse al bloque de 25 naciones. Este largo viaje comenzó
en 1959, cuando Turquía solicitó que la Unión
Económica Europea (UEE) la reconociera como asociada el 31
de julio de ese año. El 12 de septiembre de 1963, Turquía
suscribió el Acuerdo de Ankara por el que se constituyó
una unión aduanera entre dicho país y la UEE. Turquía
se convirtió así en miembro asociado de la Comunidad
Económica Europea. La cláusula 28 de dicho acuerdo
contemplaba que la evolución de la relación entre
ambas partes culminaría en la incorporación plena
de Turquía como socia del bloque. Más tarde, en la
Cumbre de Helsinki celebrada en 1999, Turquía se convirtió
en candidata para alcanzar dicho status. Tiempo después,
el 17 de diciembre de 2004, la Unión Europea (UE) resolvió
iniciar conversaciones con Turquía conducentes a su accesión.
El hito más reciente de estas negociaciones tuvo lugar el
5 de octubre de 2004, fecha en que la UE recomendó dar comienzo
a las tratativas tendientes a la accesión de Turquía.
Esta decisión fue adoptada dentro del estrecho alcance del
mandato impartido por la cumbre de la UE en diciembre de 2002, a
los efectos de determinar si Turquía había satisfecho
los criterios políticos de Copenhague con respecto a sus
posibilidades de elección como país miembro de la
UE. La recomendación es positiva, pero también cautelosa.
Cuando se confirmó la respuesta a Turquía, el entonces
Presidente de la Comisión de la UE, Romano Prodi, hizo referencia
al análisis sobre “Conflictos Emergentes de la Asociación
de Turquía” y al “Informe sobre el Progreso de
Turquía hacia su Accesión”, en los que se evaluaba
en detalle “la superficie y posición geográfica
del país y sus tradiciones como potencia regional, su capacidad
de defensa, población y crecimiento demográfico, nivel
actual de desarrollo, las disparidades existentes entre sus regiones
internas y el volumen de su población rural e indigente”.
¿Cuáles son los pasos a seguir y las
perspectivas? En primer lugar, es necesario que los empleados públicos
de Turquía conozcan el derecho que rige a la UE. Este proceso
ya ha comenzado. Al mismo tiempo, los funcionarios de la UE se dedicarán
al estudio del derecho vigente en Turquía, para identificar
en qué áreas deben concentrarse durante la primera
etapa de las negociaciones. El primer paso sustancial fue tomado
el 20 de octubre de 2005, fecha en que se inició el proceso
de análisis de la legislación turca con el objetivo
de determinar qué cambios se requerirán para adaptarla
a las normas “acquis communautaire” de la UE. Se estima
que este análisis se prolongará por el término
aproximado de un año. No obstante, ello no impide la apertura
de las negociaciones sobre uno o más de los 35 capítulos
en los que se encuentra clasificada dicha normativa. El año
más próximo en que la UE estará en condiciones
de admitir a Turquía es el 2014. Predicciones más
realistas mencionan al 2020 como posible año de ingreso.
Para entonces, Turquía habrá adoptado unas 80.000
páginas de la legislación de la UE.
Existen dos factores fundamentales que podrían
influir en la incorporación de Turquía como país
miembro de la UE. El primero de ellos es su capacidad para dar cumplimiento
tanto a los criterios de Copenhague como a los lineamientos económicos
establecidos en el Tratado de Maastricht. El segundo factor es la
decisión de la UE de continuar siendo una potencia continental
o de convertirse en potencia global: una UE globalizada necesita
de Turquía, mientras que una Europa predominantemente continental
podría no incluir a Turquía como miembro pleno, sino
con un status especial. El primer factor depende de la preparación
de Turquía para Europa; el segundo, de la decisión
que adopten las cúpulas políticas y la opinión
pública en los países miembro de la UE.
Considerando el primer factor, cabría preguntarse:
¿ha progresado Turquía en el cumplimiento de las condiciones
específicas de los criterios de Copenhague? Tanto el gobierno
como la mayoría del pueblo se han concentrado en la adquisición
de la calidad de miembro de la UE a través de manifestaciones
y actos tendientes a allanar el camino para las negociaciones sobre
accesión. Las mentes y los corazones están cambiando
en el país. Es corriente escuchar a un ciudadano común
diciendo: “deberíamos modificar esto o aquello para
ajustarnos a los estándares y estilo de vida de Europa”.
También se han puesto en marcha cambios institucionales más
profundos (descriptos a continuación). El Partido Justicia
y Desarrollo (AKP) ha acelerado el proceso de ajuste de políticas,
iniciado por su predecesor, con el propósito de instrumentar
diversas reformas tendientes al cumplimiento de los criterios
políticos. Entre dichas reformas figuran la enseñanza
y difusión del idioma kurdo, la abolición de la pena
capital, la desaparición de los tribunales de seguridad estatal
y la transformación de las relaciones entre civiles y militares
hacia una mayor transparencia del presupuesto de defensa y un mayor
control civil, lo que fue confirmado con la designación de
un diplomático en reemplazo de un general de cuatro estrellas
como Secretario General del Consejo de Seguridad Nacional en septiembre
de 2004.
Cambios Institucionales
Turquía está sumergida en un verdadero
mar de cambios, en una transformación impulsada por el envolvente
poder de la UE. El gobierno, a cargo del partido AKP, promulgó
reformas radicales para convertir a Turquía en un candidato
más atractivo para su incorporación plena a la UE
en el 2004. Estas reformas constituyen la sexta, séptima,
octava y novena de una serie de paquetes sancionados desde febrero
de 2002 con miras al cumplimiento de los criterios de Copenhague
en materia de accesión. El proceso de reformas continúa
y se ha extendido a elementos clave de la arquitectura política
de Turquía, entre ellos, la expresión política
y los derechos humanos y, lo que resulta más importante en
términos de la vida política de Turquía con
posterioridad a la década del 60, a la estructura y dinámica
de las relaciones cívico-militares.
Por otra parte, Turquía ha revertido su política
con respecto a Chipre. Los resultados del referéndum del
24 de abril de 2004, que revelaron que el norte de Chipre claramente
respalda la reunificación de ese país, pusieron de
manifiesto la positiva influencia de la diplomacia turca.
El actual gobierno turco, conducido por el Partido
Justicia y Desarrollo (AKP), controla más de los dos tercios
del parlamento, lo que le permite legislar sin recurrir a las coaliciones
y hasta contrarrestar el veto presidencial. Esta clase de mayoría
parlamentaria absoluta, novedosa en el escenario de la política
turca después de un largo período de gobiernos de
coalición (1987-2002), ha facilitado la liberalización
democrática orientada a la UE, sugiriendo la continuidad
de reformas adicionales.
No obstante, el AKP surgió de un partido
de ideas islámicas extremistas, el ahora disuelto Partido
de la Virtud, derrocado por los militares en 1997 y prohibido en
1999 por oponerse al carácter constitucionalmente secular
de Turquía. Tras ganar las elecciones, la política
exterior del AKP dio prioridad a la accesión del país
a la UE, lo que resultó una sorpresa para muchos observadores
que no habían advertido la existencia de una política
particularmente pro-UE en la plataforma de ese partido.
Expresión Política y Derechos Humanos
Se introdujeron importantes cambios en el Código
Penal. Las manifestaciones del pensamiento al solo efecto de la
crítica y en ausencia de difamación ya no son punibles.
Además, se eliminaron expresiones generalizadas tales como
“facilitar el accionar [de organizaciones delictivas] de alguna
manera”. Del mismo modo, en la Ley Anti-Terrorismo, una efectiva
“incitación a la violencia” debe ser el criterio
que permita la iniciación de acciones penales por “propaganda
contra la inseparabilidad del estado”. La pena mínima
por insultar a “la idiosincrasia o el “ser nacional”
de los turcos, a los ministros de la República o a las fuerzas
militares o de seguridad” se ha reducido de un año
a seis meses.
En el Código de Procedimiento Penal, la
investigación de actos de tortura y abuso de autoridad por
parte de organismos oficiales reviste carácter prioritario.
Las audiencias no pueden demorarse por más de treinta días
y deben realizarse durante el receso judicial de ser necesario.
En tiempos de paz, los tribunales militares ya no juzgarán
a civiles por incitar a los soldados a amotinarse o al público
a no cumplir con el servicio militar. Además, a los fines
del procesamiento penal, el término “menor”
se aplica ahora a los menores de dieciocho años, y no a los
de quince, como lo era anteriormente.
Como resultado de la reforma de las Leyes sobre
Asociación y Reunión, ya no se prohibirá unirse
a asociaciones a los ciudadanos condenados por “incitar al
odio por razones religiosas, raciales, sociales o culturales”.
El Ministerio del Interior deberá acelerar el proceso de
revisión de las cartas orgánicas de las nuevas asociaciones
que se constituyan y se ampliaron los derechos de los estudiantes
a formar asociaciones. Solamente se prohibirán las asambleas
y manifestaciones públicas si existe “un claro e inminente
peligro de que se cometan actos delictivos”.
La incomunicación durante la detención
de los imputados de la comisión de delitos previa a la iniciación
de las pertinentes actuaciones judiciales –práctica
que facilitaba la tortura– se ha dejado sin efecto. Otro paso
importante para poner fin a la tortura se adoptó con la anulación
de la ley que requería la aprobación de los superiores
para las investigaciones. Esta ley había protegido a los
torturadores contra eventuales sanciones. Turquía ha resuelto
que sus tribunales incorporen la jurisprudencia de la Corte Europea
de Derechos Humanos en la conducción de los juicios locales.
En el 2004 se levantó el estado de emergencia
que limitaba las libertades fundamentales en el sudeste de Turquía,
donde se produjeron enfrentamientos entre el proscrito Partido separatista
de Trabajadores Kurdos y las fuerzas de seguridad durante largos
años (1983-1999). Particularmente importante en el contexto
de la “Cuestión Sudeste” fue la sanción
de la Ley de Idiomas y Dialectos Extranjeros, que ahora permite
que las instituciones de enseñanza de idiomas ofrezcan cursos
en los dialectos tradicionales de los ciudadanos. Se dejó
sin efecto la prohibición sobre instrucción y difusión
del idioma kurdo, legalizándose de esta manera la enseñanza
y edición de publicaciones en ese idioma.
Las reformas legislativas tendientes a la armonización
del derecho turco con la normativa que rige a la UE han transformado
las relaciones cívico-militares, conduciendo a una mayor
alineación con las prácticas de la UE (ver abajo).
Dichas reformas eliminaron las facultades del Consejo de Seguridad
Nacional y su Secretaría General, que habían subordinado
formalmente a los civiles a la autoridad militar. También
se introdujo un cambio de gran trascendencia en la asignación
de las fuentes para el presupuesto de defensa. Por primera vez en
su historia reciente, el gasto público en educación
en el bienio 2004-2005 superó al de defensa.
Con la sanción de la ley de libertad de
información, aunque no constituye un requisito de los criterios
de Copenhague para su accesión a la Unión Europea,
Turquía se ha situado a la vanguardia de los países
miembro de la UE. El proceso reformista en Turquía ha cobrado
envergadura propia.
Perspectivas y Riesgos
La perspectiva de la incorporación de Turquía
a la UE ha dado fuerte impulso a su progreso, brindándole
un enorme incentivo para adoptar reformas internas. La admisión
de Turquía como miembro de la UE representará un paso
fundamental para el bloque, que le permitirá ampliar considerablemente
su zona geográfica y demográfica de paz, prosperidad
y libertad y contribuirá a facilitar el diálogo entre
las civilizaciones.
Es factible que la disciplina macroeconómica
y la reforma estructural en Turquía continúen evolucionando
al impulso de la perspectiva de su accesión a la UE. El acuerdo
celebrado en octubre de 2005 con respecto al inicio de las negociaciones
en materia de accesión es el primer paso en esa dirección.
Los riesgos de retrasos surgen de ambos lados, sin embargo. La mayor
fuente de inestabilidad es el surgimiento de un movimiento ultranacionalista,
que afecta negativamente el apoyo popular a la UE y las reformas
tendientes a la armonización con su normativa. Por otra parte,
las tensiones entre los secularistas y el partido gobernante en
Turquía y los últimos acontecimientos en el norte
de Irak apuntados a sembrar el temor por la integración territorial
representan grandes desafíos.
Según las encuestas conducidas por ANAR en
octubre de 2004, el 70 % de la población respalda la incorporación
de Turquía como país miembro de la UE.
Este tema reviste gran importancia para mucha gente: más
del 50 % de los participantes en las encuestas identificaron a la
decisión de la UE con respecto a Turquía como el acontecimiento
más importante de sus vidas. ©
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