Facultad de Derecho - Universidad de Buenos Aires Instituto de Derecho de las Comunicaciones
 
AÑO II | Nº 5
   

 

 
Sin ley, la radiodifusión es tierra de nadie
[Entrevista]
Daniel Hadad
Abogado
Empresario de Medios
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Desde el punto de vista de un empresario que está creciendo en su posición dentro del sistema de medios argentinos, ¿entiende que hay reglas jurídicas claras?

No, en absoluto. Es una vergüenza que este país no pueda, en democracia, tener una Ley de Radiodifusión. En comunicaciones, los tiempos y las tecnologías avanzan mucho más rápido que en otros sectores y en materia de medios de comunicación es una vergüenza que nos rija una ley previa al mail, previa al fax y previa a la televisión satelital. Estamos hablando de una Ley de la época de la dictadura. Pero, encima, es una Ley que tampoco se cumple. Con lo cual, hoy, esto es tierra de nadie.
Ésta es una sociedad donde uno invierte en medios de comunicación, paga todas las cargas sociales, le paga al ISER, le paga al COMFER, le paga a Argentores, paga todo lo que tiene que pagar y le aparece un señor “trucho” con una antena y un transmisor que se vende con una facilidad enorme, que interfiere la señal, y la Comisión Nacional de Comunicaciones y el COMFER hacen la vista gorda. Y no hablo de este COMFER o de esta CNC. En los últimos gobiernos han hecho la "vista gorda" y la clandestinidad pasó a ser la regla, no la excepción.

Su respuesta apunta a dos cuestiones: una es la falta de actualización de la norma y la otra, el incumplimiento o la falta de control. Si se cumpliera o se controlara, ¿qué insuficiencias centrales le ve a la reglamentación?

La Ley tiene que ser claramente antimonopólica. Y, cuando hablo de monopolio, no hablo de tener una o dos frecuencias, o, como existen en la actualidad, grupos que tienen cuatro frecuencias de cable. Lo que habría que hacer, como se hizo en algunas partes del mundo, es tomar en cuenta a cuánta gente llega el grupo. No si tiene tres radios o siete canales de televisión. Poner todo y decir, bueno, este grupo ¿qué tiene?, ¿diarios? y, además, ¿a cuánta gente llega?. Entonces, definir porcentajes y que ningún grupo pueda superar, supongamos, el 25 % de la audiencia, sumados todos sus medios. El porcentaje es un tema que tiene que definir el poder político, no los propios medios. Debe ser una política de estado. Pero está claro que el tema del monopolio me parece una cuestión fundamental para tratar en la nueva Ley.

En cuanto a eso, uno de los conflictos de mayor actualidad es el que ha enfrentado al COMFER con la Asociación de Televisión por Cable. ¿Cuál es su visión respecto a ese tema?

La verdad es que no lo sigo muy de cerca. Pero, me parece que debería ser uno de los puntos. Si existe efectivamente monopolio, el Estado debe intervenir para que no lo haya. Porque en la Argentina hubo, en la década del 70, un monopolio de papel que llevó a una concentración de medios que impidió la aparición de un diario importante después de esa concentración cuasi monopólica u oligopólica. Sería riesgoso que en materia de comunicación, de televisión, ya sea cable, sólamente televisión, banda ancha, telefonía, IP, ... en fin, sería muy riesgoso que hagamos un nuevo Papel Prensa para los próximos treinta años. Creo que hipotecaríamos el derecho a la información de las próximas tres generaciones.

¿Tiene una opinión definida respecto del documento de la SIP, que fue bastante crítico del rol del actual gobierno en relación con la libertad de prensa?

Yo no sé si es tan así. Creo que hoy hay una variedad de medios enorme como para que la gente pueda escuchar distintas versiones de la realidad. Me pareció exagerada la comparación con Cuba y con Chávez, tomando en cuenta que en Cuba no hay medios de comunicación que no sean los estatales y en Venezuela hay empresarios exiliados, perseguidos y se han cerrado canales. Aquí no ha pasado nada de eso. Si hay algo en lo que uno puede coincidir, en todo caso, es en que hay una auto moderación de los medios. Pero eso es, en todo caso, decisión de los medios, no decisión del gobierno de turno. En lo que sí coincido es en que la asignación de la publicidad oficial podría tener algún tipo de regla. No puede ser discrecional. Me parece que todo aquello que en el Estado es totalmente discrecional, puede ser riesgoso. Entonces, habría que ver si hay alguna fórmula, no sé cuál, que no implique necesariamente que a las emisoras de mayor rating se les asigne mayor publicidad. Pero sí alguna regla, que un funcionario tenga como pauta una tabla que deba cumplir. Organizarlo de manera que la gente, que es la que paga esa publicidad con sus impuestos, pueda saber porqué se otorgó. Porqué hubo quinientos pesos acá y cero allá. O la otra alternativa es que, algún día, desaparezca totalmente la publicidad oficial.

Ahí hay un conflicto entre las dos situaciones: por un lado respecto de la discrecionalidad o de la administración racional de la publicidad y, por el otro, de la política que ha expresado, por ejemplo, el interventor del COMFER respecto de la necesidad de mantener a determinados medios que sin la publicidad oficial resultarían “inviables”.

Bueno. Eso es un disparate del interventor del COMFER. Al menos, en el caso nuestro, cuando yo tomo Canal 9, más las radios, más el diario y sumo toda la publicidad privada que facturamos en el año 2004 y tomo la facturación de la publicidad oficial, la oficial representa, en mi caso, el 4,7 % del volumen total. Es decir que, sin ese 4,7 % yo puedo sobrevivir perfectamente. No necesito la limosna del Estado. Nosotros, hace ya aproximadamente tres meses que no tenemos publicidad al aire del Estado, excepto las que son campañas del COMFER. Y además, de la facturada del año pasado, creo que desde julio no cobramos. Es decir que nunca entendí esa declaración de Julio Bárbaro en lo que refería a nosotros. Pero me parece que, más allá de esta declaración, no es un mal interventor del COMFER. Creo que, de los últimos que hemos tenido, es uno de los más transparentes. Creo que es alguien que no tiene prácticas que, tal vez, se han visto en otras administraciones.

En la actualidad, el Estado desempeña un rol doble en la Argentina. Por un lado es actor dentro del sistema de medios, con un canal, una radio y una agencia de noticias, y por el otro lado distribuye una cuestión tan conflictiva como es la publicidad oficial. ¿Cómo se puede compatibilizar, desde el sector privado, la relación con un Estado que aglutina esas dos funciones?

Si bien estas cuestiones son importantes, desde el punto de vista del sector privado de medios, hay otras más trascendentes. La televisión es una de las industrias mas gravadas: mucho más que los textiles, que los que fabrican caños. Nosotros pagamos, proporcionalmente, más impuestos que Techint. Es una cosa curiosa, pero es como que se castiga la creación de contenidos. A diferencia de lo que ocurre en todo el MERCOSUR. Los países del MERCOSUR, tanto Uruguay como Brasil, tienen casi desgravada las compras de insumos. Si yo hoy compro un transmisor digital tengo que pagar, entre impuestos internos y derechos de exportación más IVA, casi el 50 % del costo de la tecnología que estoy comprando. En Brasil es cero. En Uruguay es cero.

Y no sólo eso. Por ejemplo, yo quiero hacer una inversión ahora en la televisión digital. Sabemos que en Estados Unidos tienen todo listo para que en 2007 ó 2008 la televisión esté totalmente digitalizada y yo me quiero poner a tono con ellos. Ahora, yo no sé, pero acá uno siempre está dependiendo de que el Estado le renueve la licencia, cuando está haciendo una inversión para los próximos veinte años y cuando, en realidad, las licencias no son por veinte años. En Uruguay no es así. Excepto que el explotador de la licencia haga una macana, excepto que viole la Ley. En Estados Unidos, las licencias se renuevan in eternum. Y acá no. Con lo cual, me parece que eso es un tema, en el que la próxima Ley de Radiodifusión debería, también, dar cierta tranquilidad.

Pero yo prefiero que, en vez de que el Estado ponga plata en los medios, no te saque toda la plata que te saca, que permita la competencia con reglas claras y previsibles. Cuando yo compito en televisión, ya no compito sólamente con televisión gratuita, que es donde yo estoy. Compito con televisión paga y con televisión subsidiada. Yo compito contra HBO. Ya no se compite más, sólamente, contra los "vecinos". HBO pone publicidad al aire por la que no paga un solo gravamen del COMFER. Yo, por cada peso de publicidad que facturo, le tengo que pagar al COMFER, a AADI - CAPIF y a la Asociación Argentina de Actores. HBO no paga nada de eso. Y Unilever va y compra desde Miami y la pone la publicidad acá. Eso genera, obviamente, una inequidad importante.

En relación con esta competencia que existe, los canales cada vez se ponen más firmes unos contra otros y los contenidos muchas veces van subiendo el tono del lenguaje, de imágenes eróticas o de violencia ¿Cómo compatibiliza esa situación un empresario que, por un lado, debe competir en ese mercado y, por el otro, siempre ha manifestado sostener valores éticos y familiares muy fuertes?

Yo tomé este canal en el año 2002. Éste era un canal que a las tres de la tarde tenía travestis, éste era un canal que cuando yo lo tomé tenía pastores umbandistas, éste era un canal que tenía un par de programas que, directamente, habían originado protestas de la Iglesia. Pero, sin presiones, tomándome el tiempo necesario (porque esto no se cambia de un día para el otro), la pantalla de hoy no tiene absolutamente nada que ver con eso.

Yo compré el canal el 4 de julio del 2002. A los dos meses, un sábado a la tarde, estaba en mi casa con mi hija mayor viendo un programa de sábado, de bailanta, que había acá. Y escuché la letra de un grupo que hacía, directamente, una apología de la droga un sábado a las siete de la tarde y llamé al canal y levanté el programa. Y bueno, me costó plata. Tuve que pagar indemnización a un montón de gente. Pero, ese tipo de productos no están más, los pastores no están más, los travestis a las tres de la tarde tampoco, y no porque tengamos algo contra los travestis. Pero me parece que no es para las tres de la tarde, no están más y la pantalla, hoy, es una pantalla mucho más limpia. El canal tomó un vuelco mucho más “familiero”.

Esto, de su parte, refleja un criterio de política institucional, una definición inclusive personal. Pero, la reglamentación y de nuevo, el cumplimiento de la reglamentación, tampoco en este aspecto parecen suficientes ...

Esto es tierra de nadie. Yo podría hoy, a las cuatro de la tarde, ponerme a orinar en la pantalla y no creo que tenga sanción. Es tierra de nadie. Yo sufro.

Yo puse una radio de música clásica. Una radio que, la verdad, no la hago por negocio. La hago por placer, para que la Ciudad tenga una buena radio de música clásica. Fui a Estados Unidos, contraté programación, invertí en equipos y sin embargo aparece cualquier tipo, que compra un transmisor de 10, 20 ó 30 kilos, que lo venden con total naturalidad, sin ninguna autorización del COMFER, de la CNC, ni de nadie y me interfiere en la programación de música clásica. Se pone en el canal adyacente superior o inferior o en el mismo canal. En el 103.7, en el mismo canal, debo tener varias interferencias. Vas a San Francisco Solano hay una, vas a Morón y hay otra, en el mismo canal, que transmiten para diez manzanas a la redonda. Puede vender droga, publicitar su bailanta o hacer acción política ... lo que sea, y nadie lo controla. Llamás a la CNC y te dicen que no tienen los suficientes equipos para ir a decomisar. Y además, el día que van, te dicen que justo estaba apagada la radio. Entonces, yo nunca sé dónde está la buena fe, la mala fe, la ineficiencia o la ineptitud. No lo tengo tan claro. Entonces, esto es tierra de nadie en materia de medios. Tal vez, ésta no sea una actividad para el Estado Argentino.

¿Por qué pasa el tiempo y siguen en ese estado?

Porque pasó con Menem, pasó con De la Rúa, pasó con Duhalde y pasa con esta administración.

¿Desde el punto de vista de un empresario privado de medios, el Canal 7 sirve o no sirve?

Sí, debería ser una herramienta útil.

Pero no sólo en el modelo actual, es decir, no sólo lo que hoy vemos como Canal 7. ¿El concepto de un medio oficial no se asocia demasiado a medio gubernamental?

Yo creo que el Estado no debe desprenderse de Canal 7. Pero debería ser un canal que no tenga publicidad, que tenga un muy buen presupuesto y que se dedique a lo que no se dedica la actividad privada. Es decir, por ejemplo, nosotros tenemos una programación excelente en el Teatro Colón. Ningún canal abierto la va a poner al aire. Nosotros, un día solo, pusimos el concierto que hicimos con Amadeus, pero eso no es la televisión competitiva. Canal 7 podría hacerlo perfectamente. Canal 7 debería ser un canal de documentales, debería ser el Discovery Channel argentino, debería ser el canal que le dé oportunidad a los jóvenes actores para que sea un canal de prueba, trampolín, para otros, para después. Pero eso lo debería sostener realmente el Estado con su presupuesto. En eso, creo que todos los canales privados apoyarían. Así como se subsidia al cine debería haber un subsidio, también, para la televisión y que el banco de pruebas sea Canal 7.

¿No se subsidia porque no se asignan correctamente las partidas o porque el Estado carece de presupuesto suficiente?

Para otras cosas hay. Si vemos el presupuesto, estoy seguro que debe haber derroche en otras cosas. Lo que no se debe hacer es un Canal 7 político. Porque, además, se nota que tampoco sirve para eso. Un canal que prácticamente no tiene medición, a la política mucho no le ayuda. Y eso de que en el interior es fuerte ... eso es muy relativo.

Pero, bueno, hay mucho para discutir en tema de legislación. En algún momento van a tener que discutir sobre las repetidoras. Me parece que habría que ser mucho más abierto en eso. De la Rúa había tenido una muy buena idea, que era que cada canal pueda pedir, en cualquier ciudad, una repetidora de televisión abierta. Creo que le vendría muy bien a la gente del interior. Y eso, por lobby de algún grupo económico, se paró.

 

 
 
Editorial

Alberto Gabrielli