Desde el punto de
vista de un empresario que está creciendo en su posición
dentro del sistema de medios argentinos, ¿entiende que hay
reglas jurídicas claras?
No, en absoluto. Es una vergüenza que este
país no pueda, en democracia, tener una Ley de Radiodifusión.
En comunicaciones, los tiempos y las tecnologías avanzan
mucho más rápido que en otros sectores y en materia
de medios de comunicación es una vergüenza que nos rija
una ley previa al mail, previa al fax y previa a la televisión
satelital. Estamos hablando de una Ley de la época de la
dictadura. Pero, encima, es una Ley que tampoco se cumple. Con lo
cual, hoy, esto es tierra de nadie.
Ésta es una sociedad donde uno invierte en medios de comunicación,
paga todas las cargas sociales, le paga al ISER, le paga al COMFER,
le paga a Argentores, paga todo lo que tiene que pagar y le aparece
un señor “trucho” con una antena y un transmisor
que se vende con una facilidad enorme, que interfiere la señal,
y la Comisión Nacional de Comunicaciones y el COMFER hacen
la vista gorda. Y no hablo de este COMFER o de esta CNC. En los
últimos gobiernos han hecho la "vista gorda" y
la clandestinidad pasó a ser la regla, no la excepción.
Su respuesta apunta a dos cuestiones: una es
la falta de actualización de la norma y la otra, el incumplimiento
o la falta de control. Si se cumpliera o se controlara, ¿qué
insuficiencias centrales le ve a la reglamentación?
La Ley tiene que ser claramente antimonopólica.
Y, cuando hablo de monopolio, no hablo de tener una o dos frecuencias,
o, como existen en la actualidad, grupos que tienen cuatro frecuencias
de cable. Lo que habría que hacer, como se hizo en algunas
partes del mundo, es tomar en cuenta a cuánta gente llega
el grupo. No si tiene tres radios o siete canales de televisión.
Poner todo y decir, bueno, este grupo ¿qué tiene?,
¿diarios? y, además, ¿a cuánta gente
llega?. Entonces, definir porcentajes y que ningún grupo
pueda superar, supongamos, el 25 % de la audiencia, sumados todos
sus medios. El porcentaje es un tema que tiene que definir el poder
político, no los propios medios. Debe ser una política
de estado. Pero está claro que el tema del monopolio me parece
una cuestión fundamental para tratar en la nueva Ley.
En cuanto a eso, uno de los conflictos de mayor
actualidad es el que ha enfrentado al COMFER con la Asociación
de Televisión por Cable. ¿Cuál es su visión
respecto a ese tema?
La verdad es que no lo sigo muy de cerca. Pero,
me parece que debería ser uno de los puntos. Si existe efectivamente
monopolio, el Estado debe intervenir para que no lo haya. Porque
en la Argentina hubo, en la década del 70, un monopolio de
papel que llevó a una concentración de medios que
impidió la aparición de un diario importante después
de esa concentración cuasi monopólica u oligopólica.
Sería riesgoso que en materia de comunicación, de
televisión, ya sea cable, sólamente televisión,
banda ancha, telefonía, IP, ... en fin, sería muy
riesgoso que hagamos un nuevo Papel Prensa para los próximos
treinta años. Creo que hipotecaríamos el derecho a
la información de las próximas tres generaciones.
¿Tiene una opinión definida respecto
del documento de la SIP, que fue bastante crítico del rol
del actual gobierno en relación con la libertad de prensa?
Yo no sé si es tan así. Creo que
hoy hay una variedad de medios enorme como para que la gente pueda
escuchar distintas versiones de la realidad. Me pareció exagerada
la comparación con Cuba y con Chávez, tomando en cuenta
que en Cuba no hay medios de comunicación que no sean los
estatales y en Venezuela hay empresarios exiliados, perseguidos
y se han cerrado canales. Aquí no ha pasado nada de eso.
Si hay algo en lo que uno puede coincidir, en todo caso, es en que
hay una auto moderación de los medios. Pero eso es, en todo
caso, decisión de los medios, no decisión del gobierno
de turno. En lo que sí coincido es en que la asignación
de la publicidad oficial podría tener algún tipo de
regla. No puede ser discrecional. Me parece que todo aquello que
en el Estado es totalmente discrecional, puede ser riesgoso. Entonces,
habría que ver si hay alguna fórmula, no sé
cuál, que no implique necesariamente que a las emisoras de
mayor rating se les asigne mayor publicidad. Pero sí alguna
regla, que un funcionario tenga como pauta una tabla que deba cumplir.
Organizarlo de manera que la gente, que es la que paga esa publicidad
con sus impuestos, pueda saber porqué se otorgó. Porqué
hubo quinientos pesos acá y cero allá. O la otra alternativa
es que, algún día, desaparezca totalmente la publicidad
oficial.
Ahí hay un conflicto
entre las dos situaciones: por un lado respecto de la discrecionalidad
o de la administración racional de la publicidad y, por el
otro, de la política que ha expresado, por ejemplo, el interventor
del COMFER respecto de la necesidad de mantener a determinados medios
que sin la publicidad oficial resultarían “inviables”.
Bueno. Eso es un disparate del interventor del COMFER.
Al menos, en el caso nuestro, cuando yo tomo Canal 9, más
las radios, más el diario y sumo toda la publicidad privada
que facturamos en el año 2004 y tomo la facturación
de la publicidad oficial, la oficial representa, en mi caso, el
4,7 % del volumen total. Es decir que, sin ese 4,7 % yo puedo sobrevivir
perfectamente. No necesito la limosna del Estado. Nosotros, hace
ya aproximadamente tres meses que no tenemos publicidad al aire
del Estado, excepto las que son campañas del COMFER. Y además,
de la facturada del año pasado, creo que desde julio no cobramos.
Es decir que nunca entendí esa declaración de Julio
Bárbaro en lo que refería a nosotros. Pero me parece
que, más allá de esta declaración, no es un
mal interventor del COMFER. Creo que, de los últimos que
hemos tenido, es uno de los más transparentes. Creo que es
alguien que no tiene prácticas que, tal vez, se han visto
en otras administraciones.
En la actualidad, el Estado desempeña
un rol doble en la Argentina. Por un lado es actor dentro del sistema
de medios, con un canal, una radio y una agencia de noticias, y
por el otro lado distribuye una cuestión tan conflictiva
como es la publicidad oficial. ¿Cómo se puede compatibilizar,
desde el sector privado, la relación con un Estado que aglutina
esas dos funciones?
Si bien estas cuestiones son importantes, desde
el punto de vista del sector privado de medios, hay otras más
trascendentes. La televisión es una de las industrias mas
gravadas: mucho más que los textiles, que los que fabrican
caños. Nosotros pagamos, proporcionalmente, más impuestos
que Techint. Es una cosa curiosa, pero es como que se castiga la
creación de contenidos. A diferencia de lo que ocurre en
todo el MERCOSUR. Los países del MERCOSUR, tanto Uruguay
como Brasil, tienen casi desgravada las compras de insumos. Si yo
hoy compro un transmisor digital tengo que pagar, entre impuestos
internos y derechos de exportación más IVA, casi el
50 % del costo de la tecnología que estoy comprando. En Brasil
es cero. En Uruguay es cero.
Y no sólo eso. Por ejemplo, yo quiero hacer
una inversión ahora en la televisión digital. Sabemos
que en Estados Unidos tienen todo listo para que en 2007 ó
2008 la televisión esté totalmente digitalizada y
yo me quiero poner a tono con ellos. Ahora, yo no sé, pero
acá uno siempre está dependiendo de que el Estado
le renueve la licencia, cuando está haciendo una inversión
para los próximos veinte años y cuando, en realidad,
las licencias no son por veinte años. En Uruguay no es así.
Excepto que el explotador de la licencia haga una macana, excepto
que viole la Ley. En Estados Unidos, las licencias se renuevan in
eternum. Y acá no. Con lo cual, me parece que eso es un tema,
en el que la próxima Ley de Radiodifusión debería,
también, dar cierta tranquilidad.
Pero yo prefiero que, en vez de que el Estado ponga
plata en los medios, no te saque toda la plata que te saca, que
permita la competencia con reglas claras y previsibles. Cuando yo
compito en televisión, ya no compito sólamente con
televisión gratuita, que es donde yo estoy. Compito con televisión
paga y con televisión subsidiada. Yo compito contra HBO.
Ya no se compite más, sólamente, contra los "vecinos".
HBO pone publicidad al aire por la que no paga un solo gravamen
del COMFER. Yo, por cada peso de publicidad que facturo, le tengo
que pagar al COMFER, a AADI - CAPIF y a la Asociación Argentina
de Actores. HBO no paga nada de eso. Y Unilever va y compra desde
Miami y la pone la publicidad acá. Eso genera, obviamente,
una inequidad importante.
En relación con esta
competencia que existe, los canales cada vez se ponen más
firmes unos contra otros y los contenidos muchas veces van subiendo
el tono del lenguaje, de imágenes eróticas o de violencia
¿Cómo compatibiliza esa situación un empresario
que, por un lado, debe competir en ese mercado y, por el otro, siempre
ha manifestado sostener valores éticos y familiares muy fuertes?
Yo tomé este canal en el año 2002.
Éste era un canal que a las tres de la tarde tenía
travestis, éste era un canal que cuando yo lo tomé
tenía pastores umbandistas, éste era un canal que
tenía un par de programas que, directamente, habían
originado protestas de la Iglesia. Pero, sin presiones, tomándome
el tiempo necesario (porque esto no se cambia de un día para
el otro), la pantalla de hoy no tiene absolutamente nada que ver
con eso.
Yo compré el canal el 4 de julio del 2002.
A los dos meses, un sábado a la tarde, estaba en mi casa
con mi hija mayor viendo un programa de sábado, de bailanta,
que había acá. Y escuché la letra de un grupo
que hacía, directamente, una apología de la droga
un sábado a las siete de la tarde y llamé al canal
y levanté el programa. Y bueno, me costó plata. Tuve
que pagar indemnización a un montón de gente. Pero,
ese tipo de productos no están más, los pastores no
están más, los travestis a las tres de la tarde tampoco,
y no porque tengamos algo contra los travestis. Pero me parece que
no es para las tres de la tarde, no están más y la
pantalla, hoy, es una pantalla mucho más limpia. El canal
tomó un vuelco mucho más “familiero”.
Esto, de su parte, refleja
un criterio de política institucional, una definición
inclusive personal. Pero, la reglamentación y de nuevo, el
cumplimiento de la reglamentación, tampoco en este aspecto
parecen suficientes ...
Esto es tierra de nadie. Yo podría hoy, a
las cuatro de la tarde, ponerme a orinar en la pantalla y no creo
que tenga sanción. Es tierra de nadie. Yo sufro.
Yo puse una radio de música clásica.
Una radio que, la verdad, no la hago por negocio. La hago por placer,
para que la Ciudad tenga una buena radio de música clásica.
Fui a Estados Unidos, contraté programación, invertí
en equipos y sin embargo aparece cualquier tipo, que compra un transmisor
de 10, 20 ó 30 kilos, que lo venden con total naturalidad,
sin ninguna autorización del COMFER, de la CNC, ni de nadie
y me interfiere en la programación de música clásica.
Se pone en el canal adyacente superior o inferior o en el mismo
canal. En el 103.7, en el mismo canal, debo tener varias interferencias.
Vas a San Francisco Solano hay una, vas a Morón y hay otra,
en el mismo canal, que transmiten para diez manzanas a la redonda.
Puede vender droga, publicitar su bailanta o hacer acción
política ... lo que sea, y nadie lo controla. Llamás
a la CNC y te dicen que no tienen los suficientes equipos para ir
a decomisar. Y además, el día que van, te dicen que
justo estaba apagada la radio. Entonces, yo nunca sé dónde
está la buena fe, la mala fe, la ineficiencia o la ineptitud.
No lo tengo tan claro. Entonces, esto es tierra de nadie en materia
de medios. Tal vez, ésta no sea una actividad para el Estado
Argentino.
¿Por qué pasa el tiempo y siguen
en ese estado?
Porque pasó con Menem, pasó con De
la Rúa, pasó con Duhalde y pasa con esta administración.
¿Desde el punto de vista de un empresario
privado de medios, el Canal 7 sirve o no sirve?
Sí, debería ser una herramienta útil.
Pero no sólo en el modelo actual, es decir,
no sólo lo que hoy vemos como Canal 7. ¿El concepto
de un medio oficial no se asocia demasiado a medio gubernamental?
Yo creo que el Estado no debe desprenderse de Canal
7. Pero debería ser un canal que no tenga publicidad, que
tenga un muy buen presupuesto y que se dedique a lo que no se dedica
la actividad privada. Es decir, por ejemplo, nosotros tenemos una
programación excelente en el Teatro Colón. Ningún
canal abierto la va a poner al aire. Nosotros, un día solo,
pusimos el concierto que hicimos con Amadeus, pero eso no es la
televisión competitiva. Canal 7 podría hacerlo perfectamente.
Canal 7 debería ser un canal de documentales, debería
ser el Discovery Channel argentino, debería ser el canal
que le dé oportunidad a los jóvenes actores para que
sea un canal de prueba, trampolín, para otros, para después.
Pero eso lo debería sostener realmente el Estado con su presupuesto.
En eso, creo que todos los canales privados apoyarían. Así
como se subsidia al cine debería haber un subsidio, también,
para la televisión y que el banco de pruebas sea Canal 7.
¿No se subsidia porque
no se asignan correctamente las partidas o porque el Estado carece
de presupuesto suficiente?
Para otras cosas hay. Si vemos el presupuesto, estoy
seguro que debe haber derroche en otras cosas. Lo que no se debe
hacer es un Canal 7 político. Porque, además, se nota
que tampoco sirve para eso. Un canal que prácticamente no
tiene medición, a la política mucho no le ayuda. Y
eso de que en el interior es fuerte ... eso es muy relativo.
Pero, bueno, hay mucho para discutir en tema de
legislación. En algún momento van a tener que discutir
sobre las repetidoras. Me parece que habría que ser mucho
más abierto en eso. De la Rúa había tenido
una muy buena idea, que era que cada canal pueda pedir, en cualquier
ciudad, una repetidora de televisión abierta. Creo que le
vendría muy bien a la gente del interior. Y eso, por lobby
de algún grupo económico, se paró.
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