Al tiempo
de la publicación de este número de COMUNICACIONES,
es posible que el sucesor de Juan Pablo II, haya sido elegido por
el Colegio de Cardenales.
Sin embargo, creemos que es oportuno
aún -y lo será por muchos años- rendirle homenaje
a uno de los líderes de este tiempo, que deja una imborrable
huella también en el ámbito de las Comunicaciones,
vehículo a través del cual llevó su mensaje
a cada rincón del planeta. Es -también lo sentimos-
un deber de conciencia.
No es fácil agregar más
elogios a los pronunciadas por Jefes de Estado, líderes religiosos
de todos los credos, la prensa mundial o humildes creyentes. Sólamente,
como respetuoso alegato, queremos recordar que desde la cima del
poder espiritual de la Iglesia Católica, siguió comprometido
con la palabra de su Maestro. Se involucró cada día
en los conflictos del mundo. Y, en medio de la caída de un
imperio, no dudó en marcarle los límites al otro.
Siempre desde la autoridad que le daban sus testimonios de amor
por la paz y su lucha permanente por la justicia.
I
Podemos decir, una vez más,
que estamos orgullosos del reconocimiento obtenido por COMUNICACIONES.
El debate sobre los problemas de la
radiodifusión nacional, abierto con el reportaje al Interventor
del Comité Federal de Radiodifusión, Julio Bárbaro,
se enriquece ahora con la opinión de un protagonista indiscutido
del sector: Daniel Hadad.
Hadad, desde una larga experiencia
profesional, superó el periodismo personal y creció.
Es hoy uno de los más importantes empresarios individuales
de medios, con los riesgos que en nuestro país acechan a
la empresas periodísticas, en sus distintas versiones: gráfica,
radio y televisión. El desafío es enorme. Las radios
están jaqueadas por la ilegalidad que erosiona el espectro
y la audiencia; los canales de aire, por el raiting y por los de
canales de cable que comparten, con bajísimos costos, la
torta publicitaria; y los medios gráficos, por la lucha por
el lector en tiempos de crisis económica.
En ese contexto, en julio del 2002,
Hadad aceptó el reto. Hoy habla con la claridad de quien
se expresa a través de un medio especializado, hacia los
interlocutores públicos y privados del sector.
II
Como siempre, nos manejamos sin prejuicios.
Cuando un aspecto polémico se discute en nuestro medio, abrimos
el marco académico para analizarlo y escuchar a los actores.
Y cuando se replanteó el tema del Decreto 764/2000 y las
consecuencias de su incumplimiento, hablamos con Henoch Aguiar,
uno de sus ideólogos. El tema es suficientemente importante
para no olvidarlo: se trata, ni más ni menos, de evitar que
sigan excluidos millones de compatriotas de los beneficios económicos,
culturales y de calidad de vida que ofrecen las Comunicaciones.
III
La opinión pública no
juzga de igual manera a todos los poderes del Estado.
A tenor de las encuestas, el Presidente tiene una aceptación
que -justa o injustamente- no comparten las otras autoridades.
Se alega que el Parlamento está
sospechado. Sospechado de delegar poderes que le son propios, de
no ejercer los que le competen, de sancionar normas sin los debates
transparentes y públicos que la ciudadanía merece
y en los últimos tiempos de menospreciar los propios derechos
y garantías con los cuales la Constitución Nacional
resguarda la libertad y privacidad de las personas. Una opinión
tan severa merece una respuesta fundada.
Vuelto a la actualidad el tema de
la sanción de la ley 25.873 y de su decreto reglamentario,
decidimos dedicarle el análisis profesional que la gravedad
del tema requiere. En una sociedad acosada por la violencia y la
inseguridad, es difícil mantener el delicado equilibrio entre
garantías individuales y protección social contra
la delincuencia. Más grave aun es caer en garantismo para
la delincuencia y estado policial para los ciudadanos. Un desafío
difícil aun para las sociedades más avanzadas. María
Fernanda Castellano y Alejandro Fargosi analizan cuidadosamente
todos los aspectos de la Ley 25.873 de escuchas judiciales.
IV
Otro tema de gran actualidad para
el sector lo constituye el proceso de renegociación de los
contratos y las discusión sobre tarifas. El tema no es exclusivamente
técnico. El Gobierno tiene una lucha declarada contra la
inflación que es la luz amarilla en un panorama económico
con indicadores de una recuperación exitosa, impensada al
tiempo de desatarse la crisis-. Ese triunfo, el Gobierno no va a
rifarlo. Menos aun, en un año electoral. Si el Presidente
reaccionó con enojo, frente a un aumento en combustibles
que no llegaba al tercio del porcentual discutido para el sector
¿qué pueden esperar las empresas de los acuerdos del
2005?
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