Facultad de Derecho - Universidad de Buenos Aires Instituto de Derecho de las Comunicaciones
 
AÑO II | Nº 7
   

 

 
La legislación no puede ir más rápido que la realidad
[Actualidad]

Fernanda Castellano Terzi

Alejandro Fargosi
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Entrevista a los Dres. Alejandro Fargosi y Fernanda Castellano Terz

¿Qué antecedentes tuvieron en cuenta en el trabajo que realizaron?

Dr. Fargosi- Tuvimos en cuenta, por un lado, los antecedentes de países afines. Los países anglosajones son bastante distintos en todo. Pueden ser muy simpáticos, queda bien incluso utilizar la terminología inglesa, pero no resulta aplicable en nuestro caso. Los antecedentes que hemos tenido en cuenta son los de la Europa que nos es afín: Italia, Francia y España, más la Unión Europea -que tiene un trabajo muy interesante- más América Latina. También Argentina, porque acá hay mucha y muy buena reglamentación. Quizás... ¿cuál es el primer desafío que tiene uno cuando redacta un proyecto de ley?: tratar de no ser original. La originalidad hay que dejarla para los artistas. Cuando uno redacta un proyecto de ley tiene que buscar la seguridad, tiene que buscar la certeza, tiene que buscar ser el piso sobre el que se edifica una actividad humana. No puede ser el protagonista de la actividad humana.

El protagonista de la actividad humana es la gente, es la empresa, es el empresario, es el individuo. La ley es el sustrato, el basamento. Cuando se comienza a buscar la propia figuración o la originalidad, se embarra.

Porque la ley nunca puede ser más rápida, más futurista que el propio futuro. ¿Qué es, en definitiva, la ley, si lo vemos desde un punto de vista sociológico? Es concretar, en una cantidad de pautas, las convicciones generalizadas de lo que está bien y lo que está mal.

Dra. Castellano Terz - Además, en este sector, en el que se menciona el tema tecnológico, querer cubrir todo es hacer que mañana la ley sea obsoleta. Entonces, querer avanzar para abarcar lo más posible, para que sea obsoleta inmediatamente, es lo peor. Hay que tratar de que sea más bien general, menos detallista, sobre todo en el tema técnico que es algo totalmente secundario. No es que no sea importante, pero no es principal.

¿Qué opinión tienen Ustedes de los proyectos que han venido circulando?

Dr. Fargosi - Se dice que hay un proyecto elaborado por la Secretaría Nacional de Comunicaciones, al que se ha venido refiriendo el Secretario de Comunicaciones, pero como no conozco a nadie que lo haya leído, es muy difícil dar opinión. Hay algunos grandes parámetros que ha delineado el Secretario y habrá que ver cómo se recoge esto. Hay un proyecto de un diputado. Pero, bueno, lo cierto es que hemos elaborado este proyecto hace más de un año, a pedido de la Facultad, del Instituto del Derecho para las Comunicaciones de la Facultad. Para mí el gran punto preocupante es el tema de técnica legislativa. A esta altura, después de 5.000, 6.000 años de historia escrita que coincide con códigos, hay una cantidad de aspectos, de técnicas, de usos del lenguaje, de sistemas de regulación que se conocen acá y en todos lados. Desaprovechar esa experiencia acumulada, por falta de conocimientos o por falta de voluntad, es un problema porque implica hacer el campo orégano al conflicto.

El tema es que las leyes claras, las leyes bien escritas, disminuyen la litigiosidad y las dudas de interpretación, disminuyen los problemas, fomentan la actividad creativa, la actividad empresaria y las leyes mal escritas, no. Hay libros sobre técnicas legislativas, hay maneras de utilizar el lenguaje que van desde los tiempos de verbo hasta las forma de expresarse. De hecho, estaba leyendo el otro día una anécdota muy simpática en un libro perdido de memorias que cuenta que Sarmiento le encargó a un conocido diplomático argentino de la época que pusiera eso que estaba escrito en cordobés, ...¡en castellano!. El Código de Vélez es una ópera magna del derecho argentino. Decir esto es viejo y el problema de la redacción de la nueva ley es lo que más nos preocupa. Después veremos el sentido. Si tiene que entrar en determinado grado de detalles o si no tiene que hacerlo. Cuantos más detalles tiene una ley, más rápidamente envejece, más rápidamente sale de órbita y cuanto menos correctamente está escrita, menos sirve.

Dra. Castellano Terz - Yo creo que también, cuanto más jurista es el que la redacta, a lo mejor está menos desesperado por el día a día como sí está el que lo único que quiere es solucionar cosas inmediatamente. O sea, el que puede prever algo a largo plazo es el que entiende más de derecho. Y no el que está en solucionar tal tema o tal tema, todo lo puntual, y que, entonces, por ver el árbol se olvida del bosque. Ese es el peligro que hay en muchas leyes. Por solucionar lo inmediato se olvidan de que la ley es a largo plazo.

Esto de preocuparse más por lo puntual o coyuntural, ¿es producto de la incapacidad que tienen para analizarlo o están mal asesorados? ¿O es simplemente un defecto de la política?

Dr. Fargosi - Yo lo vería no como un defecto, sino como una característica de la política. La política, por definición, es una actividad que tiene que lidiar con el día a día. Los grandes avances legislativos de la historia siempre fueron iguales. Alguien, con las ideas muy claras, con visión de futuro, con una concepción de progreso, le encargaba a uno o más expertos, en general a un pequeño grupo de expertos - porque, como decía la madre de todos nosotros, "cuatro ojos ven más que dos"-, que redacte un proyecto de ley.

Y ese proyecto de ley va al Congreso y se lo aprueba a libro cerrado. Porque, ¿qué pasa? Si cada uno de los diputados y senadores, con la mejor buena voluntad del mundo, multiplicados por cinco asesores cada uno, le mete mano, lo que queda no es un caballo, es un camello. Todas las grandes leyes de la historia del mundo, no de la Argentina, del mundo, han sido elaboradas por comisiones de expertos. No hay otra forma. Es decir, no vamos a inventar una ley "a la argentina". ¿Y esto de qué depende?. Esto depende, en general, del Poder Ejecutivo. Puede tener nacimiento en otro sector, pero en general depende del Poder Ejecutivo que lo encarga. A veces, esos proyectos se frustran. Hay excelentes proyectos de ley que no contaron con el apoyo político suficiente: hay proyectos de reforma del Código Civil, proyectos de unificación del Código Civil y de Comercio. Hay un montón de magníficos trabajos de legislación que no se han sancionado. Pero, el día a día es una característica. Eso se complementa con el trabajo pensando a mediado y largo plazo que tienen que hacer los expertos. Es decir, si se redacta una ley sobre salud pública, ¿qué quiere decir?, ¿qué la tienen que redactar los políticos o que los médicos tienen un rol preponderante? El derecho es igual: es una profesión como cualquier otra. Que se hable en idioma corriente no quiere decir que cualquiera puede hablar del tema. Si no, no requeriría profesionales. Toda actividad humana necesita de profesionales del sector.

Dra. Castellano Terz - Hay quien tiene más intereses que otros en el medio. En el proyecto del año 95 o algo así, salían solicitadas en los diarios permanentemente, del sector de radiodifusión, que estaban en contra del proyecto de ley. Y eso atentaba contra pequeños cambios que se hacían en uno o dos artículos que cambiaban totalmente el espíritu de la ley. Y no recuerdo cómo era el proyecto inicial, pero al final era un rompecabezas que era ininteligible, por agregar todos los intereses particulares.

... lo particular comprometía lo general ...

Dra Castellano Terz- Parecía que un detalle iba a cambiar algo y después se corregía el detalle. Entonces, después, no sé cómo terminó, el proyecto parlamentario quedó en la nada; pero, de alguna manera, por suerte; porque se transformó en un rompecabezas incomprensible.

Dr. Fargosi- Los temas de comunicaciones son temas muy ríspidos. Porque por un lado afectan el tema de la libertad de expresión y a derechos sustanciales de la comunidad y por otro lado tocan intereses económicos que no sólo son muy grandes, sino que además están muy concentrados. Hay dos o tres personas que manejan el sector, con lo cual son temas complejos y el ejemplo que siempre se menciona es el norteamericano, que estuvieron 60 años tratando de introducir una modificación a la ley.

Pese a la rapidez teórica y a la eficiencia anglosajona estuvieron 60 años para redactar la ley. El punto es que uno no debe dejar de intentarlo. Los esfuerzos para llegar a un resultado deben ser permanentes. Pero fundamentalmente hay que tener en cuenta que ésta es una actividad de especialistas, tanto como todas las actividades profesionales. El sistema parlamentario, el sistema de sanción de leyes a través del Congreso, no quiere decir que cada uno de los legisladores es un experto en todo lo que hace. Ellos toman la decisión política de votar o no votar un determinado proyecto en base a un sinnúmero de aspectos. Pero no quiere decir que es un experto en Comunicaciones, en Salud Pública y en Edificación. O sea, no funciona de esa manera. Se puede elaborar un proyecto en el Poder Ejecutivo, en las Comisiones de las Cámaras o se le pueden encargar a expertos. Si uno analiza cuáles han sido las mejores leyes en la historia del mundo, siempre han sido elaboradas por un grupo de expertos.

En este sentido, ¿observan Ustedes que el ámbito legislativo haya pedido colaboración de la Universidad o de los distintos ambientes académicos en éste u otros casos?

Dr. Fargosi - A veces la piden. Pero podría trabajarse más en conjunto. Aunque, a veces, hay casos en los que se pide. Ahora se están haciendo unos trabajos en materia de correo electrónico, donde se ha solicitado intervención en una cantidad de actividades a la Universidad. Pero no sólamente la Universidad puede y debe participar. Nosotros estamos altamente involucrados con las Universidades, pero no sólamente consultamos a las Universidades: las Cámaras del sector tienen mucho que decir, igual que las Asociaciones de Consumidores, los sujetos privados.

Las empresas tienen todo el derecho del mundo a emitir su opinión sobre una ley, así como la gente tiene todo el derecho de hacer una manifestación en la medida que no entorpezcan a los demás. Las empresas tienen derecho a expresarse. Como se hace en todos lados: se elabora un proyecto en base a expertos, se pone a consideración del público para que la gente emita opinión y estos expertos recogen esas opiniones y toman las que les parecen correctas y se pasa de ese anteproyecto a un nuevo proyecto y se lo sanciona o no se lo sanciona. Lo que sí es importante comentar es que hay quienes creen que "a río revuelto, ganancia de pescadores". Es decir, me acordaba cuando la Dra. Castellano hablaba de la década del 90, de la catarata de proyectos que hubo de Telecomunicaciones y Comunicación. En esa época, muchas empresas no creían en la conveniencia de ordenar el sistema regulatorio a través de una ley. Entonces, eso de que "a río revuelto, ganancia de pescadores" puede ser cierto en la medida en que el río esté sólo revuelto. Cuando se desata una tormenta los pescados se hunden. Y hay un punto en que el caos legislativo, el caos reglamentario, se convierte de agua revuelta en agua tormentosa. Y ahí se producen las perdidas empresarias. Ese es un tema que, en general, no es lo suficientemente meditado. Un sistema regulatorio, un sistema legal, sólido, concreto, beneficia a todo el mundo.

En el proceso de elaboración del proyecto deben contemplarse los intereses de los consumidores, de las empresas y del Estado, ¿como consideraron estos aspectos?

Dr. Fargosi - Por un lado, hay que tener un toque de racionalidad. Los derechos de los consumidores, rara vez se oponen a los de la empresa.¿Por qué? Porque si el interés del consumidor se opone al de la empresa hay un imposible y es que no va a poder recibir ese servicio, salvo que alguien pague la pérdida. El ejemplo más lineal es la selección por marcación. Desde un punto de vista teórico, le puede convenir mucho al público la selección por marcación, pero como económicamente es un tema bastante complejo, una de dos: o no se da o, si se da, alguien paga la pérdida. Lo que no puede es pretenderse que uno más uno sea cuatro. No existe el uno más uno = cuatro. Hay una excelente experiencia, en la década del 90, cuando se elaboró el primer reglamento de clientes del servicio de altas telefónicas, en el que tuvimos posibilidad de participar Fernanda y yo. Junto con Adelco, que es un ente de primer nivel y máxima seriedad y la Secretaría de Comunicaciones, trabajamos todos juntos y no había ninguna discusión. Porque, primero, ¿cuál es la gran lucha, hoy en día, de las empresas?. Tener más clientes. Y para tener más clientes no pueden maltratar a los clientes. El primer interesado en que el cliente esté contento es la empresa. Esto lo vio muy claramente una persona, ya fallecida, que fue el primer presidente de Telefónica. Él nos instruyó el 9 de noviembre de 1990 -para ser exactos- en una reunión que se hizo un sábado a la mañana, para que cambiáramos el concepto de usuario por el concepto de cliente. El cliente es un señor que tiene derechos. El usuario es alguien que toma lo que le dan. Ése era el juego de palabras. Pero ahí está, tal vez, la base de este tema. ¿En que se diferencian, hoy por hoy, los servicios en materia de comunicaciones? En materia tecnológica todos hablan de lo mismo. En materia de precios todo es más o menos lo mismo o uno, directamente, no entiende los esquemas tarifarios.

Porque se han convertido en algo virtualmente ininteligible. Es muy complicado más allá de que hay quienes dicen que los entienden. Es mentira, los entienden la décima parte de los que dicen que los entienden. Porque son imposibles de comparar. Entonces, cuál es el gran punto: el trato al cliente, la calidad de servicio al cliente. Pero la calidad del trato que muchas veces no pasa por lo técnico, pasa por levantar el teléfono y escucharlo. En lugar de hacerlo divagar por una serie ininterrumpida de contestadores automáticos, como pasa por ejemplo ciando una llama a un banco: todos sufrimos cotidianamente lo que es comunicarse con un banco.

Ellos tienen nuestra plata y nos hacen navegar por una cantidad de selecciones numéricas y lo único que uno quiere es que le conteste un ser humano. Entonces, por un lado, yo estoy convencido de que no hay un conflicto entre prestadores y usuarios. Habrá algunos puntos de roce, pero nada grave. Donde sí puede haberlo es entre prestadores. Porque ahí sí es el gran dilema: monopolio o competencia. Duopolio o competencia.

Predominio determinante, debilitamiento del dominante, fomento del entrante: todas esas son opciones de política económica que quien las debe tomar es el gobierno en un sentido amplio, es decir, en el juego entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, y en base a eso hacer un proyecto de ley. Lo peor de todo son estas situaciones indefinidas en las cuales no sabe muy bien si se está por el sistema del duopolio, del sistema del oligopolio, del monopolio o del sistema de libre competencia. Eso es la nada, es el café con leche. Aclaremos, entonces, esa idea fundamental; organicemos un proyecto en ese sentido y para adelante. En términos internacionales nadie defiende, hoy en día, el fenómeno monopólico, nadie defiende el esquema duopólico y todos apuestan a la competencia. A la competencia y a la privatización, porque hoy en día se siguen privatizando empresas. No nos creamos que las privatizaciones pasaron de moda, no pasaron de moda nada. El mundo sigue privatizando empresas. En países de primera línea, los gobiernos siguen vendiendo sus acciones en empresas productoras de bienes y de servicios.

No nos confundamos con eso. No compremos pescado podrido. Las privatizaciones siguen siendo la forma en que, el mundo desarrollado, el mundo al que le va bien, el mundo al que envidiamos, maneja sus realidades.

Recientemente, y por efecto de los atentados, en ese mundo desarrollado que Usted menciona se debate acerca de la intervención en los correos electrónicos. En nuestro país también se ha debatido, ¿que opinan Ustedes?

Dra. Castellano Terz - Yo parezco sapo de otro pozo, pero a mi la ley de la que se habló tanto no me parecía tan terrible. No me parecía tan mal.

Es más, publicamos un artículo sobre esa ley en la revista. Tenía aspectos de detalles y cosas que reglamentar. Tenía cosas mal hechas, de ir para atrás mucho tiempo, pero yo creo que lo que pasó en los últimos tiempos con eso, que era hacerse el harakiri por cosas que no eran distintas o que no tenían porqué ser distintas a lo que eran las observaciones judiciales ... en fin. Si nos mantenemos en el mismo término de en qué casos se puede levantar el principio de secreto y de privacidad de las comunicaciones, es decir, si nos mantenemos en esos principios, que estemos hablando de Internet o del teléfono no cambia tanto la cosa. A mí, personalmente, no parece tan dramático si hace bien, seriamente, con una orden judicial como se tiene que hacer. Para mi hubo una nube que se desató detrás de eso que no sé si valía la pena.

Dr. Fargosi - Cuando comienza el siglo XX, que es cuando empiezan a ponerse limitaciones en la restricción del uso de armas por particulares, mucha gente -pasa todavía en Estados Unidos- consideraba que se estaba violando la libertad individual de defenderse al restringir la capacidad que tenía el individuo de tener una ametralladora. En los años ‘30, las ametralladoras se utilizaban como modo de defenderse de los lobos, por ejemplo. Eso es real, están las publicidades. Pero, ¿qué quiero decir con esto?. El mundo va cambiando los conceptos de derechos concretos, tienen que adecuarse a la época en la que cada uno de nosotros vive. O sea, el concepto de privacidad, en la Cuarta Guerra Mundial, si la queremos llamar de alguna manera, si asumimos que la Tercera fue la Guerra Fría, la Cuarta es la Guerra contra el Terrorismo, el concepto de privacidad es un concepto que quizás no tenga la misma fortaleza, esa misma solidez que tenía hace 20 años.

Dra Castellano Terz - Después de lo que pasó en Estados Unidos el 11 de septiembre, tienen prácticamente registro de todo. O sea, hay muchas cosas que van en ese sentido. Es lógico que nos violente como seres humanos y particulares, pero hay que tratar de ver hasta qué punto va a ser realmente una violación a la privacidad.

Dr. Fargosi - ¿Cuál es el gran mérito de la abogacía vista como una actividad académica? La prudencia. Uno debe ser prudente para dar y para quitar. Debe ser prudente para regular y para desregular. No andar como maleta de loco diciendo blanco, negro, izquierda, derecha ... eso es de adolescente. ¿Y que indica la prudencia en este caso? Indica que si yo quiero evitar casos como el de la Amia y el de la Embajada de Israel, -hablemos de temas que nos duelen directamente-, ¿puedo tirarme por la ventana en un ataque suicida porque alguien abrió un mail? No.

Ahora, ¿cualquiera puede abrir un mail? No, porque ahí la prudencia indicaría que sólamente lo puede hacer una persona que se supone que lo va a abrir con una decisión previa seria: con la decisión de un juez. Entonces, yo le puedo dar derechos a determinado tipo de personas, en una comunidad organizada, para que prevenga. ¿Se puede equivocar? Efectivamente, se pueden equivocar. Pero la pregunta es: ¿qué prefiero, una víctima inocente en un sistema en el que la humanidad nos lleva a un error o 450 víctimas inocentes? Ésos son los eternos dilemas de la ley.

La ley, en general, no elige entre lo bueno y lo malo: no es tan fácil, la realidad no es tan fácil, lamentablemente. Se elige entre lo bueno y lo un poquito menos bueno y entre lo malo y lo un poquito menos malo. Ése es el punto. Eso es lo terrible que tienen los dilemas regulatorios. Y el ejemplo más perfecto y terriblemente brutal es lo que pasó en Londres, hace unos días, con el ciudadano brasileño. "La policía es gatillo fácil", se dice. Pero si Usted quiere que un señor que no acata la voz de alto y que va con una mochila la detone y mueran 500 personas ... OK!

Ahora, si quiere evitar eso le tienen que tirar un tiro en la cabeza, desgraciadamente, porque es el único lugar que lo inmoviliza automáticamente. Puede haber error. Pero lo que seguramente es un error es dejar que se mueran 50, 100 ó 200 personas. Es lo que pasa. Con ese criterio, no podrían las ambulancias andar rápido: hay muchos accidentes de ambulancias. Y a nadie se le ocurre decir: “no, las ambulancias tienen que ir despacito, no sea cosa que maten a alguien”. Porque se considera que es prioritaria la atención de quien va adentro de la ambulancia. Más allá de los riesgos que corren los demás.

¿En función de este nuevo camino no se ha "avanzado" sobre otros derechos individuales, privados?

Dr. Fargosi - Es menos dramático que eso. El gran punto complicado de esa reglamentación era la posibilidad que tienen los representantes del Ministerio Público de pedir intervención. Es decir, el gran punto era que no sólamente los jueces, sino también los miembros del Ministerio Público -ergo, los que dependen del Poder Ejecutivo-, podían pedir intervención. En lo demás, no es tan distinto a como funciona hoy en día. Es prácticamente igual. Un ejemplo de estos dilemas de los que estamos hablando está presente en las normas que restringen las libertades individuales en momentos de estado de sitio. Restrinjo ciertos derechos individuales porque hay una situación tal de peligro que hace que los tenga que perjudicar. Lo que sí, por ahí, es interesante una vieja jurisprudencia de la corte norteamericana que dice que no se puede -fíjese que interesante el planteo- prohibir ciertos derechos, que son los que justifican la existencia del Estado, con el alegado propósito de justificar la supervivencia de ese Estado. Es decir, el Estado existe para que nos dé determinados derechos, ¡si no nos vamos a vivir a la selva y a otra cosa mariposa! No me pueden invocar, entonces, la supervivencia de ese Estado para quitarme derechos que son los que justifican que el Estado exista. Eso, en términos técnicos, se llamaría una "petición de principios". Pero dejando de lado esas situaciones de grado extremo, son momentos. Y la realidad, ¿cuál es? Que estamos en guerra. Nosotros tenemos una guerra contra el terrorismo. La Argentina lo vivió, lo sufrió y todavía lo está pagando.

Más allá de con qué ojo lo miramos, la realidad es que el terrorismo es un hecho. Las causas son otra cuestión. Lo podemos discutir. Es un tema interesantísimo, apasionante. Pero es seguro que a nadie le gustaría ser uno de la 50, 100 ó 200 muertos de cualquiera de estos hechos terroristas. Eso puede forzarnos a resignar determinado tipo de derechos en la medida en que no se nos haga insufrible la vida. Estamos hablando de terrorismo, pero podemos agregar otro factor: la pedofilia. El tema de la pedofilia es terrible en materia de telecomunicaciones. Es terrible. Y muchos tenemos hijos y algunos tenemos nietos. ¿Los queremos ver sodomizados?

Ese argumento se ha mencionado en estos días en los medios, ¿cómo es que está bien investigar en Internet para cazar a los pedófilos y está mal para otras cosas?

Dr. Fargosi - ¿Cual sería la esencia? La prudencia. Y permanentemente es prueba y error. Acá no hay magia. Estamos hablando de situaciones totalmente inhumanas, donde uno se equivoca, donde hay excesos, se va para acá, se viene para atrás, se avanza, se retrocede y lentamente vamos mejorando. Pongámoslo en términos claros: hoy en día vivimos mejor que en el Siglo XVII. El avance, que es mínimo, ha costado hectolitros de sangre, muertos y sufrimiento. Bueno, ésos son los avances de la humanidad. Los avances de la humanidad son tenues, son sutiles, son lentos.

Regresando al tema del proyecto, ¿que nos pueden decir acerca de la radiodifusión y el marco regulatorio?

Dr. Fargosi - La radiodifusión hace algo que para nosotros es, hoy en día, una parte importantísima de nuestra vida. El fenómeno multimediático, la proliferación de la realidad radiotelevisiva, hace que hoy en día sea mucho más conocida Mirtha Legrand que lo que era hace treinta años, porque la tenemos hasta en la sopa: está en la televisión, en la radio, en las revistas y en Internet. Y todo es parte del mismo dueño. Eso no está ni bien ni mal. Es. Es la realidad.

Ahora hay algunos temas un poco más complicados, como puede ser la extensión de las licencias de radiodifusión en un proceso que hay quienes dicen que no fue todo lo transparente que debió ser, que no tuvo en cuenta algunos aspectos importantes. Probablemente es el tema. Pero, de pronto, tiene algo bueno todo eso: que es que el Estado no se apropió de las licencias de radiodifusión. Porque más allá de la experiencia venezolana, de la que formamos parte sabe Dios porqué, el recuerdo de nuestra realidad hace que lo primero es que tenemos que tratar como la peste a los medios en manos del Estado. Porque el Estado no tiene porqué decidir qué veo, qué escucho, qué pienso. Ni este Estado, ni el otro Estado, ni el Estado futuro y el Estado pasado. Ningún Estado. Con lo cual es bueno que sigan en manos privadas los grandes canales abiertos.

Si realmente es tan dramático como parece, no lo sé, honestamente. Y no lo sé, entre otras cosas, por la penetración del cable. Quizás lo que es problema, no es que se hayan prorrogado las licencias de los canales abiertos, sino que no se den más licencias de cable. Ese es el verdadero problema. ¿Por qué motivo no se dan más licencias de cable y están suspendidas desde el año 2000, cuando en realidad el cable no utiliza ni el espectro radioeléctrico, ni ningún bien escaso? Por supuesto, hay intereses empresarios en juego: los grandes multimedios trabajan, como haríamos nosotros si fuésemos los dueños de grandes multimedios, tratando de restringir la cantidad de competidores que entran. Se supone que el Estado debe balancear esa lógica tendencia al monopolio o al oligopolio forzándolos a que alguien realmente se presente como competencia. En ese juego antitético, se impone que surja la síntesis: tesis, quiebre del monopolio; antitesis, obligo a la competencia; síntesis, otorgo licencias a aquellos que tengan una manera de trabajar que pueda servir. Quizás el gran punto, en materia de radiodifusión, no sea tanto la prórroga de las licencias como los contenidos televisivos.

Recientemente, Carlos Gorostiza, del Fondo Nacional de las Artes, encabezó un movimiento, se hicieron varias mesas redondas respecto del tema "contenidos de la TV" y, llamativamente, antes de que se emita alguna opinión formal al respecto, algunos canales decidieron ir cambiando el aspecto, al menos general, de lo que ponen al aire ¿Como observan este fenómeno?

Dr. Fargosi - Decíamos recién que nadie se fija en los 12.000 muertos que hay por accidentes de tránsito.

Parecería que los problemas son otros. No se qué puede ser más grave que 12.000 muertos por año. Es mucho 12.000 muertos por año: está al nivel de una guerra civil. En materia de radiodifusión una de las grandes mentiras es que la gente compra ese tipo de productos bastardos. Y eso es mentira, la gente no compra eso y el ejemplo más perfecto es el brutal, el fenomenal éxito que tienen los contenidos no asquerosos de los canales de cable, las señales que vienen del extranjero. Pero hay un tema económico. ¿Cuál es el tema económico? El tema económico es que para hacer un programa como "Friends" o como "La Niñera", -no "La Niñera" picante de la televisión argentina si no la original- hace falta un equipo de siete libretistas que ganaban una fortuna y producían un programa por semana. Eran siete señores, siete abogados, dicho sea de paso aunque parezca mentira, que retirados del ejercicio cotidiano de la abogacía ganaban una fortuna por producir un programa de media hora por semana. ¿Cómo puede hacer un libretista, para producir un programa por día, prácticamente, de una hora? Recurre a los típicos recursos simples: groserías, mujeres con poca ropa. Esto lo tienen visto del teatro de revista, fíjense que estoy hablando de historia pura, que lo tiene analizado desde hace tiempo: una grosería o un desnudo generan risa y picardía. Pero ¿cuál es el problema? El problema es que hay chicos. Y uno no puede impedirles a los chicos el acceso a la televisión. Este tema de que la televisión es responsabilidad de los padres es otra gran mentira. Porque, con ese mismo criterio, eliminemos a la policía porque la seguridad es responsabilidad de la gente que sale a la calle. Yo vivo en un Estado y pago impuestos para que a mí me ayuden a vivir mejor, no para que me ayuden a vivir peor. Entonces hay determinado tipo de contenidos, que está probado por la psiquiatría y hasta por la justicia, que generan consecuencias nocivas en los seres humanos: en los chicos y en los grandes cuando les faltan algunas luminarias. Hay gente que ha estado condenada por abusar de menores que habían desarrollado determinado tipo de conducta porque la veían en la televisión. Esto es así. Ustedes piénselo así: yo tengo 50 años, voy a poner un ejemplo propio, a los 7 años era 1961. Yo estaba desolado en un dictado, ¿se acuerdan de los dictados en el colegio?, porque había escrito "saloon" con dos "o" ... ¡y si yo lo veía en la televisión!, ¿cómo no iba a tener dos "o", si yo lo veía en la televisión? Y en esa época uno veía una hora de televisión, con suerte, por día.

Estamos hablando de 1961. Entonces, cómo uno puede pretender negar la influencia de los medios de radiodifusión después de que existió el Señor Goebbels, que demostró que sólo con una radio se dominaba a un pueblo tan antiguo como el alemán.

No era un pueblo adolescente, precisamente. Y ahora, venimos a decir que los contenidos son indiferentes, que la televisión es sólo diversión.

No, no es sólo diversión. Eso es mentira. Todo lo que están haciendo es ahorrar costos a través de una generación de programas que son pura basura. Si viene un grupo bailantero a sostener que es bueno mezclar alcohol con droga o andar armado, es natural que un chico también termine haciéndolo. ¡Si le están diciendo que está bien!. ¿Por qué va a pensar que está mal? Si es lo que ve en la televisión.

Después nos podemos meter en el tema del horario de protección al menor: el horario de protección al menor, en el mundo moderno tiene que ser reconsiderado. Porque la verdad es que los chicos ya no se van a dormir a las ocho de la noche, entre otras cosas, porque los padres llegan de trabajar tan tarde que quieren ver a los chicos. Entonces, los chicos no se acuestan a las ocho y media ... se acuestan diez y media, once de la noche. Entonces, sinceremos el tema y digamos: "señores, yo vendo porquerías porque quiero ganar plata". Pero, no lo cubramos con un marco de "arte", porque la verdad no es así.

¿Existe algún elemento contradictorio entre la libertad de expresión y la necesidad clara de regular estos contenidos?

Dr. Fargosi - No hay ningún elemento contradictorio, porque la libertad de expresión siempre va a ser absoluta. El sistema nunca se basa en la censura previa, sino en la responsabilidad posterior. Eso es claro. Pero, ¿qué pasa? Siempre está quien empieza el tema de que se coarta la libertad de expresión. Pero no se coarta nada: hacé lo que se te de la gana. Pero, eso sí, después tenés que ser responsable. Lo que no puede ser es que vos hagas algo en la esquina de Callao y Santa Fe o donde se te dé la gana, y vayas preso y que si lo hacés frente a una cámara de televisión, no. Hay algo que no cierra. ¿Por qué ellos tienen derechos que yo no tengo? Todos somos responsables frente a la Ley. Y si yo ofendo algo, violo algo, rompo algo, tengo que ser responsable. Acá hay mucho de violencia. Pensémoslo en términos de violencia, y no estoy hablando de la violencia de un hombre que mata a otro en una serie de cowboys, la grosería es violencia. La discriminación, la burla.

A ver, ¿por qué nadie le presta atención al hombre que se murió en el Hotel Castelar en un programa de Tinelli? Yo no miro a Tinelli, pero no lo ves en las noticias periodísticas. Fue una víctima de la cámara sorpresa. Como el otro, el hombre que se lastimó la columna intentando levantar una odalisca. Todo es violencia. ¿Y saben cómo se constata esto? Con gente que ustedes conozcan, que se haya ido y regresado a la Argentina. Les preguntan qué es lo que observan en la cotidianeidad, y muchos dicen lo mismo: un aumento del nivel de violencia. Nosotros somos violentos: el auto lo paramos arriba de la línea de cruce peatonal, el grito, la presión, tenemos reacciones violentas. Y no hace falta ir hasta la prédica presidencial para llegar a eso. Es nuestra cotidianeidad. Y no se trata de ser pacato. Es la grosería. En la radio: ¿por qué motivo tiene que decir palabras, este señor, que a mí me disgustan?, ¿qué necesidad tiene de violentarme? Y es gratuito. De hecho, hay una cosa muy graciosa, que no mucha gente lo sabe, que es que lo contenidos argentinos se venden mucho menos de lo que podrían porque hay países que no soportan nuestro nivel de vulgaridad. Cuando no se traducen, porque en la traducción uno lo puede atenuar, gran parte de los países de habla hispana no soportan nuestro nivel de violencia verbal. Por ejemplo, ¿por qué no decir que alguien es tonto o idiota, y evitar alguna palabra más ordinaria y violenta? ¿Es flojo decir que es un idiota?

¿Se pueden aplicar algunas de las leyes existentes para sancionar a los responsables o hay que esperar que se promulguen otras?

Dr. Fargosi - Es una decisión política. No hace falta dictar ninguna ley. Hay dos aspectos interesantes. El Comfer está lleno de buena gente.

El punto es que la Dirección del Comfer, hoy en manos del señor Pérez, mañana en manos del señor González, es una dirección política. Y, en general, ¿qué es lo que les pasa a los políticos? Los políticos que llegan a su cargo por ser elegidos, no pueden pelearse permanentemente con los medios, porque los necesitan. Es como los artistas. El artista no se puede pelear todo el tiempo con los medios. Entonces, ¿qué pasa?

La capacidad de ejercer presión a través de la ley sobre los medios se debilita en los niveles más altos de la estructura estatal. Estamos así en un momento de relajación conceptual. Hay un momento de crisis económica, con lo cual es más barato generar basura que generar buenos programas y está el eterno dilema entre el poder administrador, en este caso la Dirección del Comfer, y los canales que son los que le brindan imagen a una carrera política. Fíjense que interesante que es el tema, no sé si lo han pensado, respecto del modo en el que los artistas entran en la política. Porque tienen el 80 % del camino hecho. Porque los conocen. No pensemos en Moria Casán, a quien respeto enormemente, entre otras cosas, porque es exitosa en lo suyo. Cosa que no se puede decir prácticamente de ningún político, porque uno no saben de qué viven, salvo de la política. Por eso, no pensemos en Moria Casán, pensemos en Reagan, en Schwarzenegger. Pensemos en esas personas. Si mañana Tinelli se presenta como candidato a Presidente arrasa. ¿Por qué? Porque la gente lo conoce. ¡Si no conocemos al fulano que vive arriba nuestro ...! Entonces, en el momento de votar, la gente dice "voto a un tipo conocido". Y si encima le habla el castellano corriente, mejor. Ustedes vieron que los abogados hablamos en chino básico: somos los únicos que nos casamos con un cónyuge. Y los artistas, en general, hablan el idioma mucho más normal que el político. Del político uno piensa “¿qué dijo?,
nada”. Porque es gente que todavía no ha reformulado su profesión. Antes no hablaban casi nunca en público. Ahora se la pasan hablando en público. El fenómeno multimediático hace que haya un montón de temas que ya están en el inconsciente colectivo y antes no era así. Ahora, de alguna manera, la proliferación del multimedio y de la conectividad liberalizada, hace que todos estemos conectados todo el tiempo con todo el mundo. Es un universo apasionante, pero la verdad es que el tema de los contenidos demuestra que estamos haciendo agua. Estamos desoyendo las conclusiones de Goebbels, las conclusiones de la psiquiatría infantil. ¿Por qué no van al Hospital de Niños y le preguntan a la gente de Psiquiatría Infantil cuál es el efecto de la basura televisiva? Nadie va a ir a preguntar eso, porque hay mucha plata en juego. Ése es el punto. Y la realidad no es la realidad. La realidad es lo que los medios nos dicen que es la realidad. Repito: nadie se preocupa por 12.000 muertos al año en accidentes de tránsito. Ese ejemplo, que no tiene nada que ver con lo nuestro, creo que es perfecto para lo que estamos hablando: 12.000 argentinos mueren por año por no respetar las normas de tránsito. Punto. ¿Cómo uno le explica a un chico de 19 o 20 años de edad que va a su primer trabajo, que no puede hablarle a su jefe como hablan en la televisión? Porque no se pueden decir groserías en un trabajo. El punto es que lo que muestran es falso. Entonces, la posición -estoy tratando de llegar a la posición nuestra- de quienes hemos tenido la suerte de tener una cultura, una instrucción mejor, es pensar en este tipo de problemas. Yo siempre digo lo mismo: ¿se acuerdan de la famosa frase de "nobleza obliga"? No es que la nobleza obliga a no hacer ruido al tomar la sopa. "Nobleza obliga" es una frase que viene de Francia que quiere decir que los nobles tienen más obligaciones. Porque tienen más.

Nosotros que no somos nobles, pero que tenemos acceso a niveles culturales que otra gente no tiene, tenemos más obligaciones. Yo no le puedo pedir a un padre de la Villa 31 que sepa quién es Goebbels, pero yo tengo que saber quién es Goebbels y tengo que saber qué pasó con Goebbels y tengo que saber cuáles son los aspectos psiquiátricos de un programa como "Tumberos". ¿Se acuerdan de "Tumberos"? ¿Se acuerdan de que en algunos colegios de Mendoza y Gran Buenos Aires los chicos se empezaron a cortar y se hacían marcas? ¿Qué tiene de bueno eso? ¿Qué aportó a la humanidad el programa "Tumberos", además de muchísima plata a sus productores? Éste es nuestro problema. No es problema de la gente que a duras penas logra llegar al fin del día. Es problema nuestro.

 

 

 
 
Editorial

Alberto Gabrielli