Discurso pronunciado por el Dr. Fernando Tarapow

Acto de colación de grado del día 25 de abril de 2025

Fernando Tarapow

Fernando Tarapow

Fernando Tarapow

Señora vicedecana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Doctora Silvia Nonna, distinguidos colegas, queridos graduados y graduadas, familias y amigos de los que hoy se reciben cumpliendo un objetivo, cumpliendo un sueño, a todos muy buenas tardes. 

Es un honor para mí estar hoy aquí, en este Salón de Actos inundado de alegrías y emociones, decir las palabras de cierre en este acto de colación en la mejor Universidad latinoamericana y en la número setenta y uno a nivel mundial, de acuerdo al QS World University Rankings de este año. 

Para los que no me conocen, soy Fernando Tarapow, profesor de esta Casa en las materias derecho internacional público y Atlántico sur y Antártida, y quiero expresarles que siento un gran orgullo de ser graduado en esta Universidad de Buenos Aires, como lo serán a partir de este momento todos ustedes también. 

¡Orgullo UBA siempre!

Hoy es un día que marca una cima, una de esas cimas a las que cuesta llegar, que se sueñan. Que se suben con lágrimas, con dudas, con empujones, con café y con abrazos. Hoy conquistaron esa cima. Y a partir de este momento comienza nuevo camino con nuevas cimas, con nuevas incertidumbres, con nuevos sueños. 

Pero quiero empezar mis palabras felicitando a quienes en este acto ingresaron con la bandera de ceremonia a la abanderada Martina Pagani y a sus flamantes escoltas, Juana Bogiano y Julieta Zilevky. 

Ellas demostraron durante todo su tránsito en esta Facultad, su compromiso en clase, en cada materia, su vocación, su convicción. Lo que las llevó a obtener los promedios más altos de todos los que se gradúan en el día de hoy. 

En segundo lugar, reconocer a quienes hoy entregan estos diplomas, nuestros profesores, mis distinguidos colegas no solamente formadores del pensamiento jurídico, sino referentes humanos, fueron elegidos por los estudiantes para estar aquí porque dejaron huellas. Gracias por eso, mi respeto y orgulloso de compartir esta distinción que nos hacen los que hoy se gradúan.

Quiero agradecer profundamente a todas las familias, a los amigos y a todos los que están acá hoy, con los ojos llenos de orgullo. Y a los que, si ven hoy no nos acompañan físicamente, fueron parte de este camino. Pero especialmente agradecer a los que estuvieron ahí cuando las fuerzas flaqueaban. En cada madrugada de estudio, en cada noche previa, en cada parcial frustrado, en cada no puedo más, alentándolos con un si podes, porque sin ustedes, nada de esto sería posible. Muchas gracias. 

Finalmente, pero no menos importante a ustedes que hoy se gradúan en este acto de colación. Pero que ya han sido abogados desde mucho antes, desde el primer momento en que eligieron y sintieron defender algo que creían justo. 

Hoy terminó un ciclo, un ciclo duro. Lleno de desafíos, pero si pensaron que eso fue difícil, lamento decirles que lo que viene también lo será. Tal vez más. 

Pero hay una gran diferencia. Ahora están preparados, ahora son abogados de la Universidad de Buenos Aires. La profesión que eligieron puede llevarlos tan lejos como ustedes quieran. No tiene límites, excepto su propia convicción. Los sueños no son fantasías, son realidades futuras que necesitan ser visualizadas, pero sobre todo ser trabajadas todos los días. 

Y de estas palabras lo único que deseo que recuerden al final del día y durante el resto de su vida es lo que les digo a mis estudiantes el primer día de clase, sin pasión, nada tiene sentido, sin pasión, todo es una pérdida de tiempo. Si no le ponen pasión a la profesión, si no sienten el fuego por dentro, si no se les acelera el corazón ante una injusticia, si no se conmueven con las palabras de un cliente o con una sentencia justa, entonces todo esto habría sido una pérdida de tiempo. Y el tiempo es demasiado valioso para gastarlo sin pasión, se los digo por experiencia propia. 

Todo esfuerzo vale. Toda entrega tiene su recompensa. No hay triunfo sin esfuerzo, no se estudia para acumular líneas en un currículum. Se estudia para saber mejor, para comprender mejor, para aplicar mejor. Triunfa en la vida el que sabe mejo,r que no siempre es el que ha estudiado más. Y el saber bien no se mide en títulos, sino en cómo usamos el conocimiento para transformar realidades.

Nunca pierdan el espíritu de la advocatus de auxiliar al que necesita de alguien que conozca el derecho. No olviden nunca que una demanda, esa estructura que tantas veces analizaron hechos derechos y prueba, es el corazón de nuestra profesión. Ahí está el espíritu del derecho. Es escuchar hechos humanos, buscar el derecho aplicable y probar que la justicia es posible. 

No desprecien nunca la oportunidad de iniciar una demanda, de contestarla, o de simplemente comprometerse con ella. Porque es ahí donde el derecho deja de ser teoría y se convierte en vida. 

Y permítanme que este ciclo que hoy se cierra y que hoy comienza, mencione palabras que atraviesan generaciones y que no pueden faltar en un día tan significativo y simbólico como ese día de hoy. 

Me refiero al decálogo del abogado Eduardo Juan Couture Etcheverry. Ese gran jurista iberoamericano del siglo XX que nos recuerda que esto es mucho más que una carrera. Es una forma de vivir. 

Primero. Estudia. El derecho se transforma constantemente, si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado. 

Segundo. Piensa. El derecho se aprende estudiando pero se ejerce pensando. 

Tercero. Trabaja. La abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la justicia. 

Cuarto. Lucha. Tu deber es luchar por el derecho, pero el día que encuentres en conflicto al derecho con la justicia, lucha por la justicia. 

Quinto. Sé leal. Leal con tu cliente al que no debes abandonar hasta comprender que es indigno de ti. Leal con el adversario aún cuando sea desleal contigo. Leal con el juez que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices. 

Sexto. Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya. 

Séptimo. Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración. 

Octavo. Ten fe. Ten fe en el derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana. En la justicia, como destino normal de derecho. En la paz, como sustituto bondadoso de la justicia y, sobre todo ten, fe, en la libertad, aún sin la cual no hay derecho ni justicia ni paz.

Noveno. Olvida. La abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla fueras cargando tu alma de rencor, llegará un día en que la vida será imposible para ti. 

Décimo. Ama a tu profesión. Trata de considerar la abogacía de tal manera que el día en que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que sea abogado. 

Hoy queridos graduados, queridas graduadas, no termina nada. Es sólo una parada breve, una respiración profunda para tomar empujón. Hoy empieza el verdadero camino. Hoy empieza su futuro. Caminen con convicción y con conocimiento. La Universidad pública gratuita y de todos les ha dado las herramientas para que alcancen sus sueños. 

Como le dije, el derecho los va a llevar tan lejos como quieran llegar. En mi caso particular, me llevó bien lejos, a mi sueño, a mi pasión, a la Antártida. Y en esas tierras lejanas, viven los albatros. Un ave extraordinaria. Leal. Que puede volar miles de kilómetros sin detenerse. Volar cuarenta y seis días sin parar, hasta los confines que su corazón siente. 

Pero lo que les quiero resaltar de los albatros es que, al final de su vuelo siempre vuelve a su nido, donde creció, donde vivió, donde se siente parte. Sean pues abogados albatros, vuelen lejos hasta donde les dé la fuerza. Pero recuerden que esta Facultad es su nido, que les brindará herramientas, cursos, diplomaturas, maestrías de excelentísimo nivel y la oportunidad de seguir volando, de seguir creciendo, de seguir siendo mejores profesionales del derecho. 

Y ya para concluir, quiero citar a un grande del derecho argentino, Carlos Nino, que nos recuerda: la justicia no es la aplicación mecánica de normas, sino la constante búsqueda del bien común. Y siguiendo esta línea de pensamiento y el sentimiento que hoy acongoja a todo el mundo quiero mencionar unas palabras que me conmueven profundamente, porque cruzan lo espiritual y lo humano. Voy a citar dos veces a su santidad, el Papa Francisco. 

Su santidad, el Papa Francisco decía: el verdadero poder es el servicio. Hay que cuidar a la gente especialmente a los más pobres, a los más débiles, a los más pequeños. 

Y aquí agrego. El derecho nos da esa herramienta poderosa. Hay que vivir la profesión con verdadera vocación de servicios, conociendo el derecho. Los muchos ámbitos de la profesión nos van a permitir, construir un mundo mejor y no solamente defender los derechos humanos, sino también el de los animales y el derecho del medio ambiente. No sólo para nosotros, sino parafraseando el preámbulo de nuestra Constitución Nacional, para nuestra prosperidad y para todos los hombres y mujeres del mundo que quieran vivir y ser felices en suelo argentino. 

Y la segunda cita de su santidad que retumba desde el mismo momento en que la mencionó, a pesar de no ser joven, es hagan lío. Hagan lío si ven un derecho vulnerado. Háganse escuchar, cambien la realidad del mundo. Este título les permitirá ser actores protagonistas de la transformación del mundo y no simples espectadores. Su santidad, Papa Francisco, presente. 

Y ahora sí, para terminar, a partir del mismo momento en que reciban sus diplomas, cada paso que den háganlo con humildad, con determinación, con convicción, pero vivan la profesión con pasión. Porque sin pasión, nada tiene sentido y sin pasión, todo es una pérdida de tiempo. 

Queridos graduados y graduadas, felicitaciones. ¡Bien hecho! Disfruten este día y hagan lío.

 Muchas gracias.