Discurso pronunciado por el Dr. Alfredo Silverio Gusman

Acto de colación de grado del día 14 de febrero de 2025

Alfredo Silverio Gusman

Alfredo Silverio Gusman

Buenas tardes.

Señor Decano de la Facultad de Derecho, Leandro Vergara, señor Secretario de Extensión Universitaria, Oscar Zoppi, señores profesores, señores egresados, familiares y amigos.

Agradezco que me hayan permitido compartir esta jornada tan especial para los colegas que reciben su título y también para todos aquellos que los hayan acompañado en estos años de estudios. Parece fruto de la casualidad que este acontecimiento imborrable para la memoria de todos ustedes coincida con la celebración de San Valentín, con el día de los enamorados. Confieso que estoy enamorado, no soló de mi mujer que debe andar por ahí, sino que también estoy enamorado del Derecho, estoy enamorado de la Justicia, estoy enamorado de nuestra Facultad. Ojalá ustedes nóbeles graduados también lleguen a enamorarse como yo, no de mi mujer, pero sí del estado de derecho, de los valores republicanos, de la defensa en juicio, del respeto al colega abogado, del respeto al juez, de la lealtad al cliente.

Para ustedes habrán quedado año tras de cursada en los que la Facultad ha intentado formarlos para la sacramental tarea abogadil. Pero tengan en cuenta que este acto que hoy estamos llevando a cabo no significa un punto de llegada, sino un punto de partida: hoy nada termina, sino que algo comienza. Y comienza nada menos que la etapa de actuación profesional, en cualquiera de los distintos campos que ustedes elijan. Empiezan nuevos desafíos aunque, en realidad, creo que más que nuevos desafíos empiezan nuevos objetivos. El primer paso no es sencillo, que es la inserción en un mercado profesional saturado, cada vez más exigente y a la par más reducido. Deberán sobrellevar muchas dificultades y ruego a Dios que los hayamos preparado adecuadamente para ello.

Lejos está en mi ánimo desalentarlos. Para empezar, han obtenido su diploma de la Facultad de Derecho más prestigiosa de América Latina, cuyos profesores y egresados sobresalen en diversos ámbitos y latitudes. Continuaremos con los esfuerzos para que este prestigio se mantenga pese al hostigamiento presupuestario y a a la subestimación que desde algunos ámbitos oficiales de un modo generalizado se predica en los últimos años sobre las universidades públicas. Como experiencia personal, de casi de más de tres décadas como profesor adjunto en esta casa de estudios, les puedo asegurar que todos los alumnos con destacado desempeño en mis cursos tienen un presente profesional auspicioso, algunos de los cuales he podido reclutar para que  se desempeñen como colaboradres en mi ámbito profesional. No se trata solo de una casualidad o un índice estadístico, es fruto del esfuerzo de ellos, el éxito profesional en gran medida depende de ustedes.

Deberán continuar estudiando en forma permantente, máxime ante la dinámica jurídica que cambia de manera constante y exige la actualización y la capacitación continua para evadir la devaluación del diploma habilitante y no ser como lo describe los mandamientos del abogado que elaboró Couture, un poco menos abogado. Recordando esa bella samba brasileña de Gonzaguinha, que tanto me gusta, siempre disfruten la alegría de ser eternos aprendices, yo también lo soy y lo hago. Deberán elegir una especialización y realizar un posgrado y, posteriormente, doctorarse.

Nuestra Facultad, que siempre será su casa. Cuenta con interesantes ofertas y posibilidades al respecto. Además, si tienen la oportunidad de estudiar en el exterior, también aprovéchenla. Lo cierto es que en el mercado profesional es que el mercado profesional exige del abogado, en forma inexcusable, una forma de especialidad, lo más particularizada posible. También me permito convocarlos a la carrera docente, en nuestros claustros, para de tal modo, devolver en parte lo que la Facultad les brindó de forma desinteresada. Por cierto, la realidad argentina agravada durante este último año, me lleva anticiparles, que no esperen en este ámbito retribuciones de tipo económico, aunque si retribuciones de otra índole, mas importantes todavía, como el reconocimiento cordial, que muchos de ustedes me han dispensado apenas hacia unos distantes que les agradezco particularmente.

Para ir finalizando, no tengo duda que me encuentro con unos futuros catedráticos, académicos, magistrados, fiscales, legisladores, ministros, diplomáticos, abogados defensores destacados, mediadores, árbitros y quizá porque no algún futuro presidente de la República. Hago mías las palabras de Carlos Pellegrini en un acontecimiento como el que hoy nos convoca, la colación de grados de este claustro del año 1892, aunque en circunstancias no muy diferentes a las actuales. Esta figura histórica, que pese a provenir del sector conservador, fue uno de los presidentes más progresistas que hemos tenido, sostuvo en esa oportunidad que vuestro más grande anhelo será corregir los vicios que hoy afean nuestra vida política y que han sido y serán orígenes de males continuos. Es que no puedo dejar de mencionar que muchas veces al leer leyes y reglamentos e infórmalos de debates parlamentarios, quienes que abrazamos la profesión jurídica, experimentamos frustración, desazón. Yo les pido que cuando llegue su turno, no hagan lo que hicieron algunos otros colegas, y no se olviden lo que les enseñamos en estas aulas, en particular, la supremacía de la constitución.

Me despido entonces evocando a uno de los tantos íconos que Argentina aportó para la historia universal, egresado también de esta Universidad, diciéndoles simplemente ¡hasta siempre!