Discurso pronunciado por el Dr. Carlos Porthe

Acto de colación de grado del día 14 de octubre de 2024

Carlos Porthe

Carlos Porthe

Buenas tardes, señor decano, señores, profesores, invitados, público, queridos exalumnos y flamantes profesionales.

Siguiendo un rito entrañable y solemne me honra hoy saludarles, en nombre de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, para despedirles de la vida de estudiantes y desearles la buenaventura en su futuro profesional.

Sabemos si nos consta el esfuerzo y entusiasmo con que ha transcurrido el paso por nuestras aulas. También sabemos, cuan ardua ha sido la diaria atención de vuestra formación. Pero también somos conscientes de cuan gratificante es el estar hoy aquí en esta gusta sala para recibir el premio y el reconocimiento que el tan ansiado diploma implica.

La Facultad orgullosa de haber contribuido a ese logro, les despide con el mismo cariño y satisfacción con que los padres despiden a sus hijos en la vida adulta. Y les recuerda que sus puertas estarán siempre abiertas para recibirles toda vez que quieran participar de la vida académica que en ella se desarrolla.

Hoy queda habilitado para ustedes, el tránsito de un nuevo camino. Y convencidos estamos que les hemos brindado los elementos necesarios para cruzar el pórtico que por él conduce.

Ahora saben que son los principios rectores de la ley, los que apuntalan y protegen la convivencia cívica y moral de nuestra sociedad. Saben que es la justicia como pregonaba Platón, la suprema virtud de la polis y la democracia, la sangre misma que alimenta la vida de la República.

A su defensa constante, a su enriquecimiento diario, a su consolidación permanente, es que el título que en estos instantes tendrán en sus manos, los comprometen y convocan.

Como abogados será su responsabilidad representar ante los estrados al pobre, al indefenso, al necesitado, al ofendido, a todo aquel que sea cual fuera la causa o el motivo, del desmedro, hayan visto sus derechos conculcados, desconocidos, o avasallados.

¿Qué más digno, que esto? Salvo la de cura de las enfermedades, es la labor del abogado de los más importantes de nuestra sociedad.

Con una particularidad que la torna aún más trascendente, y más digna si es posible, pues al dejar satisfecho el interés actuado, habrán además contribuido a afianzar la justicia y a consolidar la paz interior. Extremos ambos imprescindibles para la vida republicana, tal como lo postula el preámbulo de nuestra Constitución Nacional.

Que siempre este ideal a cuyo sostenimiento hoy se comprometen y juran, los guíe.

Mantengan arriba siempre el imperio de la razón sobre los bajos estímulos de la irracionalidad.

Destáquense por el entusiasmo generoso propio de la juventud. Sean desinteresados en la acción. Aporten su frescura e inteligencia al ejercicio diario de su profesión. No importa el lugar que ocupen ni en la oposición que estén.

Recuerden siempre aquella vieja historia que tantas veces les he contado en clase a mis alumnos, a los que fueron mis alumnos. La del humilde picapedrero, que preguntado por el rey, ¿por qué se dedicaba a tan duro oficio?, ¿y cómo es el de picar piedras? Este contestó casi sin levantar la vista, sirve, yo no pico piedras, yo ayudo a construir las más hermosas catedrales de Francia.

Hoy empiezan ustedes su personal odisea, como la misma que emprendió Ulises para llegar a Ítaca. Y entonces como dice Cavafis, poeta griego, en su inmortal poema, procuren que el viaje sea largo. Lleno de aventuras, lleno de experiencias. Ni a los lestrigones ni a los cíclopes, ni siquiera el colérico Poseidón teman.  Seres tales no hallarán en su camino, salvo que lo lleven en el alma.

Si selecta es la emoción que toca el espíritu y el cuerpo, pidan que el camino sea largo. Que muchas sean las mañanas de verano en que llegue y con qué placer y alegría a puertos desconocidos. Nunca vistos antes.

Deténganse en los escaparates de los fenicios para hacerse de coral y de nácar, de ámbar y de ébano, y de toda suerte de perfumes sensuales. Y aprendan de la sabiduría de las ciudades egipcias. Pero no se olviden nunca que al igual que Ulises llegar a Ítaca, es su destino.

Muchas gracias.