Discurso pronunciado por el Dr. Sandro Olaza Pallero

Acto de colación de grado del día 8 de septiembre de 2022

Sandro Olaza Pallero

Sandro Olaza Pallero

Buenas tardes. Mi agradecimiento a las autoridades de esta Facultad por permitirme decirles unas palabras en una fecha tan especial como la de hoy. Los colegas en esta ceremonia inolvidable juran respetar la Constitución y hacerla respetar. Juran cumplir con las leyes. Hace 170 años el doctor Juan Bautista Alberdi remitía al Director de la Confederación Justo José de Urquiza las Bases y su proyecto constitucional que dio origen a nuestra Carta Magna de 1853-1860. Como bien dijo el doctor José Nicolás Matienzo: “Para que una constitución escrita pueda ser respetada es menester que el pueblo pueda cumplirla y hacerla cumplir, vale decir, es menester que la Constitución se adapte a las aptitudes y cualidades de la nación que ha de regir”.

La profesión de abogado es un medio de vida, una herramienta de realización al servicio de la sociedad. Años de formación y sacrificio de los alumnos son el testimonio de este anhelo. Traigo otra vez aquí las palabras del constitucionalista Matienzo al decir sobre la formación de los alumnos de esta Facultad de Derecho: “El conocimiento del texto, sin consideración alguna a las sentencias y actos oficiales que lo infringen, sólo puede dar una erudición falsa o deficiente, que engaña al alumno haciéndole concebir una idea de las instituciones muy diferente de la realidad”. Por su preocupación se realizó una encuesta a los profesores en 1904 con el objetivo de reformar la enseñanza. Un miembro de la Generación del Ochenta, el doctor Estanislao S. Zeballos opinó que la Facultad no debía limitarse simplemente a formar curiales, aptos como los ingleses y americanos “para aplicar mecánicamente la técnica jurídica de los pleitos” sino que “debe orientar sus estudios y su profesorado, con un ideal más alto y triple; primero, formar abogados instruidos y de digno carácter; segundo, preparar hombres de Estado; y tercero, iniciar a la juventud en las investigaciones científicas que corresponden al jurisconsulto”.

Por eso ustedes al recibir su diploma tienen la posibilidad de seguir con estudios de posgrados, la docencia y la investigación. No está de más recordar que la educación es clave para el progreso y avance de las sociedades y sus integrantes. El Derecho es una ciencia social, dinámica y que responde a los cambios exigidos por la sociedad. En 1928 decía el decano Juan P. Ramos: “Nuestra Facultad es hija auténtica de nuestras virtudes y defectos nacionales. Ha dado al país muchos de sus mejores hombres. Sus detractores mismos han salido de sus aulas o enseñaron en ellas. No fueron tan malas, pues, si permitieron el florecer de su talento y de su rebeldía”.

Como afirmó el jurista español Ángel Ossorio el abogado en su oratoria debe dirigirse con sencillez, huyendo de lirismos altisonantes y de erudiciones empalagosas. “Singularmente, los pleitos no se ganan ya con citas de Paulo, Triboniano y Modestino, ni en fuerza de metáforas”. Porque el secreto está en viajar por la llanura “quitar los tropiezos del camino y de vez en cuando provocar una sonrisa”.     

En febrero de este año se cumplieron doscientos años en que el Departamento de Jurisprudencia abrió sus puertas en la sede de la Universidad de Buenos Aires fundada el año anterior. Antonio González Moreno en su famoso cuadro ubicado en este Salón de Actos describió la presencia de hacendados, comerciantes, profesionales o personas de prestigio social en la comunidad de esa época. Se nota la ausencia de elementos de extracción popular.  Tampoco podemos olvidar que se tardaría casi un siglo en que esta Facultad tuviera mujeres abogadas y doctoras en Derecho. Vaya nuestro recuerdo a las primeras egresadas Celia Tapias (1911), María Laura López Saavedra (1918) y María Luisa Stábile (1920).

Estamos pasando por una nueva etapa que seguramente producirá muchos cambios. No hay que temer, ni estar inseguro ni ceder a los prejuicios. En 1931 decía el doctor Deodoro Roca al recordar la Reforma universitaria de 1918: “La Universidad -la que todos soñamos, la que persiguió la Reforma desde el tormentoso 18- es, debe ser, ante todo, un conjunto de maestros. La Reforma fue y es, un abierto ensayo para llegar a un maestro; para divisar, para ver, para tocar a un maestro”.

El título que obtuvieron en esta casa de estudios con tanto esfuerzo será una gran herramienta en su vida y para la sociedad que espera sus servicios. Muchas gracias.