Discurso pronunciado por el Dr. Carlos Francisco Balbín
Acto de colación de grado del día 25 de noviembre de 2021
Buenas tardes abogadas y
abogados, buenas tardes madres, padres, hermanas, hermanos, parejas, hijos,
hijas, buenas tardes autoridades de nuestra Facultad, buenas tardes a todas y a
todos.
Es para mí un verdadero orgullo y un verdadero privilegio
poder compartir con ustedes estas palabras en este día tan especial. Yo
quisiera invitarlos a todos y a todas a observar el cuadro que está aquí en
este Salón de Actos de la Facultad de Derecho. Este cuadro representa la
fundación de la Universidad de Buenos Aires hace doscientos años atrás.
Un período oscuro de la historia argentina tras la
revolución en período revolucionario y la guerra civil durante treinta años en
nuestro país. Tiempos difíciles en los cuales los abogados desarrollaron una
tarea fundamental. Cabe recordar entre otros a Bernardo de Monteaguado, Mariano
Moreno, el propio Belgrano, y en particular me quiero detener en la figura de
Juan José Castelli. Porque Castelli fue el ideólogo de la Revolución de Mayo. Y
las ideas que planteó Castelli durante la revolución fueron la libertad y la igualdad.
La paradoja de la historia argentina, nos llevan a afirmar
que Castelli a pesar de ser el orador de la Revolución de Mayo murió de cáncer
de lengua. Y en ese período oscuro cuando muere Castelli, las últimas palabras
que le dirige a su hija son las siguientes: -“Si ves el futuro dile que no
venga”.
No quiero detenerme en el pasado sino invitarlos ahora al
presente, y el presente son los pasillos y las aulas de esta Facultad. Cuando
ustedes ingresaron a esta Casa de Estudios, quizá creyeron que el Derecho es un
conjunto de códigos y sentencias judiciales. Leyes perfectas, sentencias impecables,
pero en verdad, con el paso de los años descubrimos que el Derecho no es
simplemente ese conjunto de reglas jurídicas o de sentencias que dictan los jueces.
El Derecho es Justicia, el Derecho representa a la Justicia. No hay Derecho sin
Justicia. La Justicia es un valor inacabado. Un valor inalcanzable. Y nosotros
somos conscientes que cuando no es posible alcanzar la Justicia plenamente,
estamos dispuestos a vivir por alcanzar ese objetivo que hemos descrito como
inacabado.
Y la Justicia tiene una fase individual y otra colectiva. La
fase individual la han protagonizado ustedes en estos cinco o seis años de
carrera. Han decidido dedicarse al estudio, han decidido dedicarse al esfuerzo.
Han decidido dedicar su tiempo al conocimiento y al mérito, no un mérito egoísta,
sino un mérito con compromiso social por eso ese cuadro ya no es un cuadro sino
un espejo. Porque nosotros en tiempos difíciles de la Argentina también
decidimos dedicar nuestro esfuerzo y nuestro tiempo al conocimiento y al otro.
Y la Justicia tiene también un lado colectivo. Porque es una
construcción entre todos. No es una construcción individual, sino que es
necesario y sólo es posible hacerlo entre todos. Al fin y al cabo, la Justicia
es la empatía, es colocarse en el lugar del otro, en su propia humanidad, y
sólo desde esa perspectiva es posible comprender el valor de la Justicia. Pero
no quiero en última instancia detenerme en el pasado ni en el presente. No
quiero ya hablarles del cuadro ni del espejo. Sino mirar el futuro. Y el futuro
es el que les espera a ustedes detrás de esa puerta.
Es un camino, un peregrinaje laico hacia la Justicia. Y
cuando uno camina aprende básicamente tres reglas en ese camino. La primera es
que no se camina sólo como dijimos antes sino que se camina con los otros. Y
por eso, una vez más, aplaudimos a nuestras familias y amigos que nos acompañaron
y que juntos con ellos lo construimos este presente. Pero no debemos olvidar
además tampoco a la sociedad. Esa sociedad que nos ha permitido estudiar aquí
en la universidad pública. Es una sociedad que está detrás de esa puerta. Es
una sociedad doliente, una sociedad quebrada. Una sociedad quizás sin
esperanza. Y nosotros tenemos que ayudar a reconstruir esa sociedad.
La segunda regla, es que el camino es la Justicia. No se
trata de seguir otros atajos como el poder, sea material o inmaterial, sino de
buscar ese valor que conocemos como Justicia.
Y la tercera regla, quizás la más importante es que el
camino no tiene una meta. En verdad el desafío del camino es caminar más allá de
que se alcance o no la meta que nos hemos propuesto que es la Justicia.
Por eso en la Edad Media los peregrinos cuando se cruzaban
entre sí, deseaban lo mejor que uno puede desearle lo mejor a otro en el
camino. Y que yo esta tarde les deseo a todas y todos ustedes, abogadas y
abogados, buen camino.
Y concluyo, cuando crucen esa puerta por última vez y desciendan
las escalinatas de la Facultad y cuenten las columnas que están allí, en el
pórtico, y finalmente se encuentren con el futuro, díganle que venga. Que aquí
estaremos juntos, ustedes como protagonistas y nosotros acompañándolos para
modelar el futuro y construir una sociedad mejor.
Muchas gracias.