Discurso pronunciado por la Dra. Adelina Loianno
Acto de colación de grado del día 29 de noviembre de 2019
Señor Decano, autoridades de esta Facultad, profesores, familiares, amigos y especialmente a mis nuevos colegas.
Es para mí una enorme alegría compartir desde este sitio unas palabras con ustedes que nos dejan por el momento con una titulación bajo el brazo.
Duplico la alegría por entregar este diploma a alguno de ustedes que se ha inspirado en nuestras clases y deciden caminar su vida profesional en el rumbo de la tutela de los derechos humanos. Martin, gracias por convocarme.
Es un momento de festejos compartidos. Con la familia, los amigos y los compañeros de ruta. Esos a los que seguramente extrañaran pero que inesperadamente aparecerán en nuestro camino esperando en una atención de tribunales, asistiendo a un curso de posgrado, presentando un escrito en tribunales, u opinando en la TV o en la radio, es increíble pero es una red las que nos une y nos contiene incluso a los que fuimos sus profesores. Todos enseñamos y todos aprendemos. Esa diversidad de incumbencias es la manifestación más clara de la múltiple formación intelectual que aquí recibimos y que no solo se manifiesta en contenidos y saberes, sino en personalidades, inquietudes, propuestas y discusiones que nos hacen crecer y revisar una y otra vez nuestras ideas.
Tal vez la mayor riqueza que reciban ustedes con su diploma no sea el conocimiento académico, sino la utilidad para reconocer y juzgar las evidencias de la vida. Las dificultades para entendernos con el otro y sobre todo el reconocimiento del valor de ese otro y de su diversidad. Nuestra Facultad, nuestra querida Universidad de Buenos Aires, es una escuela de democracia y eso más allá del aula. Basta ver cada pasillo con la presencia de las agrupaciones que representan e invocan las distintas ideas. Pero nosotros sus profesores también somos parte de ese desafío convivencial, opinamos distinto, nos apasionamos en el debate, y nos cuestionamos mutuamente con vigor y entusiasmo. Aquí estamos todos, todos opinamos, todos proponemos, todos cuestionamos. No creo a que ninguno de ustedes les haya pasado por alto esa significativa realidad que nos hace respetuoso de quien piensa distinto, de quien piensa diferente. Convivimos con disensos buscando consensos. Eso es la democracia. Aún no ha surgido algo mejor para defender al hombre y su dignidad, un juego complejo de equilibrios entre mayorías y minorías. A partir de hoy será un compromiso para ustedes aportar cada uno desde su espacio lo necesario para jerarquizar nuestra democracia.
Ahora hablemos como colegas, ¿Cómo será ese nuevo espacio? Les diré que habrá de todo, buenos, malos momentos, angustias, éxitos, noches en vela con un mate en el escritorio consultando con amigos, revisando jurisprudencia, esto se parece mucho a la angustia de un examen. Pero claro, “sarna con gusto no pica”, como dice el refrán. Y así es.
Para los traductores su labor será mucho más que expresar en un idioma lo que está escrito en otro. Le corresponde la mágica tarea de establecer los puentes de comunicación. Un bien escaso en este mundo tan complejo.
Pero los agradecimientos no se quedarán en este recinto y tampoco en el seguro brindis de esta noche. Comienza también una etapa de otras retribuciones, hacia la comunidad, que con su esfuerzo anónimo les ha permitido transitar estas aulas reconocidas como una de las mejores y primeras universidades de América. ¿Cómo materializar ese reconocimiento hacia nuestra sociedad? Ese es otro de nuestros desafíos y el más importante de nuestros desafíos. Colegas bienvenidos a estas nuevas y provocadoras vivencias, y también bienvenidos a continuar con nosotros, tenemos mucho más que aprender juntos. Esto no ha terminado, es solo el comienzo.