Discurso pronunciado por el Dr. Alejandro Rondanini
Acto de colación de grado del día 18 de octubre de 2019
Señor vicedecano, señora secretaria académica, señores director de Relaciones Institucionales, señoras profesoras, señores profesores, egresados, egresadas, familia en general.
Me voy a dirigir a quienes dentro de unos minutos van a tener su diploma de Abogado y Abogada. Ante todo quiero felicitarlos por haber llegado a esta instancia. Hay que disfrutarla. En pocos minutos van a recibir sus diplomas, seguramente vamos a ir a sacarnos fotos, a celebrar, algunos se tomaran un descanso, harán un viaje y seguramente las redes estallarán con todo esto lindo que nos está pasando. Y está correcto. Así debe ser, porque es un momento único y porque es un momento de felicidad. Pero pasa rápido.
En pocos meses tendrán ustedes las correspondientes credenciales de abogado y van a recibir las primeras consultas. Familiares, amigos, vecinos, que saben que se recibieron, van a venir con los primeros planteos. Y acá me voy a detener un minuto. Ya aprobamos el CPC, aprobamos el CPO, aprobamos el Práctico y ahora cuando vengan las consultas hay que relacionar todo junto. Los clientes van a depositar en ustedes absoluta confianza, van a poner en sus manos su patrimonio, su dinero y hasta en algunos casos su libertad. Por eso quiero pedirles que recuerden, en todo momento, aquellas máximas que estudiamos en derecho procesal cuando abordábamos a un prestigioso procesalista, el Dr. Eduardo Couture, quien había plasmado los mandamientos del abogado. Siempre vigentes, sería para tenerlos siempre expuestos en el estudio. Decía el primer mandamiento: “Estudia porque el Derecho se transforma constantemente. Si no sigues sus pasos, serás cada día un poco menos abogado”. “Piensa porque el Derecho se aprende estudiando, pero se ejerce pensando. Trabaja. La Abogacía es una ardua fatiga puesta al servicio de la Justicia. Lucha. Tu deber es luchar por el Derecho, pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la Justicia, lucha por la Justicia. Sé leal. Leal como tu cliente al que no puedes abandonar hasta que comprendas que es indigno de ti. Leal para con el adversario, aun cuando él sea desleal contigo. Leal para con el Juez que ignora los hechos y debe confiar en lo que tú le dices y que, en cuanto al Derecho, alguna que otra vez debe confiar en el que tú le invocas. Tolera. Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya. Ten paciencia. El tiempo se venga de las cosas que se hacen sin su colaboración. Ten fe. Ten fe en el Derecho, como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la Justicia, como destino normal del Derecho; en la Paz, como substitutivo bondadoso de la Justicia; y sobre todo, ten fe en la Libertad, sin la cual no hay Derecho, ni Justicia, ni Paz. Olvida. La Abogacía es una lucha de pasiones. Si en cada batalla que pierdas fueras cargando tu alma de rencor llegaría un día en que la vida sería imposible para ti. Concluido el combate, olvida tan pronto tu victoria como tu derrota”. Por último dice Couture: “Ama tu profesión. Trata de considerar la Abogacía de tal manera que el día que tu hijo te pida consejo sobre su destino, consideres un honor para ti proponerle que sea Abogado.”
Estimados, estimadas, la Facultad continuara con las puertas abiertas para que sigan perfeccionándose a través de la distintas propuestas que esta casa pone a disposición. Si quieren descansar unos días, háganlo pero vuelvan pronto.
Por último, luchen siempre por el respeto a los derechos humanos y a la justicia. La tarea no será fácil, pero el hecho de que la tarea no sea fácil, no los debe hacer desfallecer, debe hacerlos trabajar más arduamente porque cualquier éxito en el ámbito de la justicia y de los derechos humanos porque pequeño que sea hará de este mundo un lugar mejor para vivir. Y esto es, a fin de cuentas, para lo que sirve la ley.