Discurso pronunciado por el Dr. Ricardo Rabinovich-Berkman
Acto de colación de grado del día 12 de abril de 2019
Querido señor Decano, dignísimas Autoridades de la Casa, entrañables Colegas docentes, nobles egresadas y egresados de las Carreras de Grado y de Posgrado, distinguido público.
Me toca la inmerecida honra de dar estas breves palabras en la primera ceremonia de colación de grados que se celebra en este colosal Salón de Actos después de su laboriosa restauración. En efecto, apenas han transcurrido tres días desde que se lo reinaugurara.
También se trata de una de las primeras ceremonias de colación de grados concretada luego de que nuestra gloriosa Casa fuera proclamada como una de las primeras 50 facultades de derecho del mundo. La única totalmente gratuita y sin examen de ingreso de ese selecto núcleo, lo cual torna los laureles mucho más honrosos.
¡Qué compromiso el nuestro, hermanas y hermanos Colegas docentes, al tener el orgullo de ser profesoras y profesores de esta eterna Casa! ¡Y qué compromiso el vuestro, felices egresadas y egresados, al llevar para siempre grabado en vuestro corazón y en vuestro currículo el sello venerable de la Universidad de Buenos Aires!
Sepan que ésta es hoy la Facultad de Derecho más procurada en el mundo entero para realizar el Doctorado. Llegan a su Programa de Cursos graduadas y graduados provenientes de más de 40 países de todos los extremos del planeta, superando el número de 4.500 estudiantes. Nuestra Casa ha devenido una verdadera Meca para quienes viajan, atraídos por su innegable prestigio, soñando con ostentar, algún día, el codiciado y duro de obtener título de Doctor que otorga la Universidad de Buenos Aires.
¿Qué fuerza misteriosa ha operado este ascenso? No creo en las respuestas veloces y sencillas, pero esbozaré unas pocas posibilidades. Ante todo, una sucesión auspiciosa, a lo largo de varios lustros, de Autoridades de la Facultad comprometidas con ella, que osaron soñarla grande.
Y una comunidad docente abierta, libre, amiga de la novedad, de la diversidad y del respeto, que cada día entiende más que lo jurídico no se limita a las normas y las decisiones judiciales, sino que se nutre del abordaje antropológico, histórico, sociológico, económico, filosófico y tantos otros más. Hoy en día, estudiar e investigar derecho ya no implica sumergirse en leyes y sentencias, sino zambullirse, con la mente abierta, en el insondable océano de lo social.
Esa apertura conlleva, por fin, un compromiso. Hace que la Facultad de Derecho pierda la falsa asepsia valorativa y enarbole decidida y sin tapujos en el mástil de su alma la bandera de los derechos fundamentales, el estandarte de la dignidad humana, de la lucha contra la exclusión, la discriminación, la desigualdad y la explotación, en todas sus maneras.
Tal, pues, queridos egresados y egresadas, es nuestra misión, creo humildemente, que compartimos como hijos de esta madre fecunda, la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires: comprometernos en la construcción pacífica y conjunta de un mundo mejor que éste en el que estamos.
Hermanos graduadas y graduados a quienes, al igual que a sus tesoneras familias felicitamos, seamos, pues, desde ahora y para siempre, militantes que combaten, con la pluma y la palabra, por un planeta de esperanza, por una humanidad en que las niñas y los niños, todas las niñas y todos los niños, puedan sonreír más.
Muchas gracias.