Discurso pronunciado por el Dr. Alberto Agustín Lugones
Acto de colación de grado del día 1 de diciembre de 2017
Sres. Autoridades de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, Sres. Profesores, Graduados, estudiantes, familia y amigos.
Desde distintos aspectos hoy es para mí, un día muy especial; por el honor y orgullo que importa representar a esta casa de altos estudios en esta ceremonia, en la cual despedimos a nuestros alumnos y en un mismo acto los recibimos como graduados de esta Facultad de Derecho y Ciencias Sociales y en lo personal, la satisfacción de ver entre los graduados, a mi propia hija.
Pero no puedo continuar en esta alocución sin efectuar un debido reconocimiento a los 44 valientes que abrazados a su sueño, honraron a la patria de la manera más gloriosa que se puede hacer. Pido para ellos una oración por su descanso eterno.
Ahora sí, puedo recordar que a nuestros graduados de hoy, los vimos entrar no hace tanto tiempo, con una mochila llena de ilusiones, temores y dudas y en un rato nada más, se van con algo que les es propio, absolutamente propio, que nunca nadie les podrá quitar.
Este título universitario que se llevaran en sus manos, es la muestra en muchos casos de la consecución de su primer gran objetivo. Y que, si bien, no podemos olvidar, que hay gente que los acompañó en el transitar de este arduo camino, Sres. Graduados, les reitero, este logro es propio y de nadie más, disfruten de ello.
En estas breves palabras, estimo necesario recordar, que Ustedes son el fruto de la educación pública gratuita, y esto debe ser otro motivo de orgullo.
Desde el momento mismo que ingresaron a esta facultad y por siempre pasaron a integrar este claustro universitario, de esta Facultad y de la Universidad de Buenos Aires.
Esta universidad de la que todos nosotros formamos parte, es considerada como una de las mejores, sino la mejor universidad de toda Latinoamerica, lo que la coloca como ejemplo a seguir en muchos países del mundo.
Entre las razones por la que es admirada, es que a nuestros alumnos, no se les requirió para ingresar un título nobiliario, ni justificar una renta mensual, ni pertenecer a una clase social determinada; sólo se les exigió el esfuerzo, el afán y el deseo inquebrantable de avanzar en su formación personal y profesional.
Esta casa es uno de los mayores ejemplos del respeto a los valores democráticos, propios de un Estado de Derecho.
Está en todos ustedes, a partir de hoy, en hacer extensivo esas premisas a los distintos ámbitos donde desarrollen sus funciones.
Sepan que, en manos de muchos de Uds. estará el de promover un país más justo, así como el de garantizar los derechos de sus padres, abuelos, hermanos y amigos que están aquí acompañándolos, esperemos haberles dado los instrumentos necesarios para ello.
Y ahora sí y para terminar, los convoco a todos uds., de ahora en más, a trabajar en el gran desafío que nos es común, de restituirle a nuestro pueblo lo que es suyo.
Mis más sentidas felicitaciones Graduados.