Discurso pronunciado por el Dr. Ricardo Rabinovich-Berkman
Acto de colación de grado del día 17 de marzo de 2017
Nobles autoridades de nuestra eterna casa a las que agradezco el honor y la alegría de tener a mi humilde cargo estas breves palabras.
Distinguidos colegas, docentes de la gloriosa Universidad de Buenos Aires, apreciados familiares, amigos y amigas, enamorados y enamoradas de quienes hoy reciben su título académico, hasta incluso aquellos que vinieron para ver de que se trata, o para quedar bien con los graduados y sus familias; en fin; en principio, en médula y en sustancia, queridos egresados y egresadas, hermanos, hijos e hijas de esta facultad bicentenaria, anciana, veneranda por su sabiduría y por su experiencia, pero al mismo tiempo jovencita de minifalda, en cuanto a su arrojo, a su valentía innovadora, y a su atibo sonriente del futuro.
En minutos, en este salón enorme de imponente rigidez totalitaria que cuesta esfuerzo ciclópeos volverlo más amigo, más amable, porque fue concebido para impresionar, y no para abrazar, ha de suceder ante la atónita mirada de todos nosotros un acto místico, es decir, que la realidad material, lo que vemos y oímos, abrirá nuestras mentes al universo misterioso de lo metafísico, de lo mágico si se quiere, con perdón de Harry Potter y la escuela Hogwarts de magia y hechicería. Se abrirá al escenario alucinante que se extiende detrás de la naturaleza que construye nuestros sentidos.
Ese pasaje trascendente, es uno de los efectos principales del arcaico ritual de los juramentos; documentado históricamente en casi todas las culturas humanas, con diferentes formas y consecuencias. Invariablemente sin embargo, se trata de actos solemnes y ceremoniales que tienden a ser públicos.
Todo juramento implica la asunción de un compromiso, de manera muy visceral, que su protagonista declara como parte integrante de allí en más de su proyecto de autoconstrucción existencial, o sea, que las palabras y los gestos del juramento se supone que operan una modificación vital en quien lo presta, por supuesto, a una promesa pública, ritual y solemne aunque no se la llame juramento le caben perfectamente todas estas consideraciones.
Cabe preguntarse entonces, a que se comprometerán existencialmente ustedes ahora, creo que una vez más el viejo y cabalístico número tres se impone, porque se presenta una tríada esencial queridos amigos y amigas, se comprometen a generar y preservar la paz en todas sus formas, se comprometen a mejorar y preservar el planeta y se comprometen a defender hasta el último aliento los derechos fundamentales de todos y de cada uno de los seres humanos.
Al compromiso de preservación institucional, personalmente lo veo derivado de aquellos otros tres, y siempre colocado al servicio de estos, porque mi visión de lo jurídico descansa mucho más en las construcciones sociales y sus bases psicológicas que en las leyes; pero eso depende de cada uno y de la óptica que cada uno adopte, es un momento terrible es este para comprometerse con la paz, la semilla peligrosa de los nacionalismos crece en el mundo, regada por las lluvias beligerantes de la codicia, de las pretensiones hegemónicas, de los imperialismos y de los grandes intereses económicos.
Es una hora difícil para comprometerse con nuestro planeta, el cambio climático con su carga de desastres ambientales y de catástrofes se cierne sobre el futuro de la civilización y amenaza a todo, desde el estado democrático hasta los derechos humanos y en definitiva, la supervivencia misma. Aquellos de nosotros que trabajamos cine y derecho, o televisión y derecho, escuchamos el mensaje que nos manda, el cine del genero post apocalíptico que nos está diciendo, cuidado, cuidado porque este cambio, esta nueva situación climática puede terminar afectando toda la construcción de los derechos humanos y del Estado de derecho.
Para aquellos de ustedes que también son amigos del cine o de la literatura del género llamado post apocalíptico saben lo que estoy diciendo, y si alguno entiende esto, sabe lo que estoy diciendo.
Es por fin una encrucijada compleja a esta para comprometerse con los derechos fundamentales, guerras que no cesan, oleadas interminables de refugiados, discriminación, hambre, prejuicios renovados, fascismo de toda clase, violencia, explotación, desprecio por la vida ajena, por la salud del otro, por su felicidad; ese es el mundo en el que ustedes hoy van a comprometerse en este acto solemne.
¿Qué los lleva hoy a ustedes, pues queridos hermanos y hermanas, progenie flamante de esta bendita Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires a proferir este juramento, esta promesa que están por pronunciar? ¿Y qué los impulsa o impulsará a seguir siempre profundizando, estudiando posgrados, haciendo el doctorado, justamente hoy me toca la honra enorme de entregar un título de doctor aquí en esta ceremonia?.
Yo sé que hay miles de respuestas, 35 años en la docencia me han enseñado que cada corazón abriga una razón diferente, y que casi todas ellas son genuinas y son dignas de respeto, razones para someterse al juramento solemne y tan ansiado que ustedes realizarán esta tarde, pero igualmente deseo y así lo comparto con ustedes que haya en todos un factor común, que los acompañe en este momento inolvidable, la esperanza en que un futuro mejor si es posible, y que ustedes pueden contribuir para conseguirlo.
Muchísimas gracias, y mucha suerte.