Discurso pronunciado por el Dr. Eduardo Héctor Méndez
Acto de colación de grado del día 2 de diciembre de 2016
Buenas tardes a todos. Es para mi un gran honor estar aquí con todos ustedes para acompañarlos en esta ceremonia de graduación y por lo tanto cabe el agrade cimiento a las autoridades de la Facultad que me han designado para este evento. Sobre todo es una gran emoción, pues al igual que ustedes he recibido mi diploma hace algunos años en este mismo recinto. Si Ud. me permite, señor vicedecano, voy a comenzar los saludos protocolares de manera, tal vez, no habitual o tradicional; señalando la presencia primero de los graduados y graduadas, que dentro de escasos minutos serán egresados de esta Facultad de Derecho. Porque el día de hoy es su día. Los jóvenes aquí presentes son lo más importante del día de la fecha y de la presente ceremonia. Por lo tanto, señores graduados, graduadas, bienvenidos; señor vicedecano, señora secretaria académica, autoridades de la Facultad y colegas amigos, bienvenidos.
A pesar de la obviedad, no puedo dejar de resaltar que ustedes han cumplido una etapa más de sus proyectos existenciales. Todos ustedes hoy son la suma de sus proyectos personales. Proyecto personal que no es meramente individual, es social y familiar. Sus familiares y amigos aquí presentes también son acreedores al acontecimiento. Y han pasado diversas etapas, hoy finalmente cumplidas. Y seguramente se llevaran consigo las clases y consejos de profesores y profesoras que marcaron su vida universitaria. Ese algún discurso de carácter ideológico, la excelencia de esta Facultad de Derecho pública tiene bien ganado su prestigio académico. Y, en ese sentido, quería manifestarles algunas cuestiones que no deben olvidar en la vida profesional que hoy muchos de ustedes comienzan.
Primero, no se alejen demasiado de esta queridísima Facultad. Deben actualizarse permanentemente y esta cuenta con maestrías, posgrados y doctorados en todas las ramas del Derecho. Pero tal vez lo más importante es que deben devolver el esfuerzo que han realizado a la sociedad. No olviden nunca que han estudiado en la universidad laica y gratuita. Que la sociedad ha pagado sus estudios. No olviden nunca los principios de la reforma universitaria, ustedes hoy son hijos de esas luchas. No naturalicen el discurso de aceptar como algo dado y cotidiano la gratuidad de la enseñanza. Hubo luchas que han marcado5 la vida política y cultural de nuestro sufrido país. A pesar de ciertos rumores de arancelamiento que se escuchan en otras universidades.
Ello nos lleva a otro punto que quisiera referenciar; y es que deben resinificar y repensar de forma permanente la función de la abogacía. Y permítanme ingresar brevemente en un tema específico de la materia que dicto aquí en este ámbito, que es la filosofía del Derecho. Carlos Coscio, el brillante filósofo tucumano, profesor emérito de esta Facultad reflexionaba siempre sobre la función social del abogado. Y afirmaba, además, que los graduados de la ciencia jurídica deben ser hombres y mujeres comprometidos. Comprometidos significa tener un pensamiento crítico de la realidad. Comprometidos significa, también cuestionar el discurso dominante. Queridos graduados: que no los modele el poder. No acepten lo habitual como una cosa natural. Y frente a cierta arbitrariedad consciente y minusvaloración de los sujetos de carne y hueso, no legitimen una humanidad deshumanizada. No acepten la injustica con la aceptación cancina de que siempre hubo injusticias.
El Derecho debe ser un instrumento para el más débil y para el desprotegido. Coscio enfatizaba la idea de justicia de dar más al que menos tiene. Tan simple como eso. Todos estamos inmersos en una realidad y en este margen latinoamericano profundamente injusto y desigual. Esta misma Facultad de Derecho, hermoso edificio en 1949 de arquitectura grecorromana, está a mitad de camino entre un sector de gran riqueza y una villa como representación de la pobreza. A uno y otro lado. Basta simplemente abrir las ventanas mientras uno dicta su clase para que el alumno advierta esta gran dicotomía entre lo que se le enseña y lo que se percibe como injusto. Pero entonces habrá que enfatizar que el Derecho excede la norma, que el Derecho no es un objeto cosificado. Cuesta explicar al ciudadano que mientras la constitución y las leyes afirman el Derecho a la salud, a la educación y a la vivienda, por ejemplo; observamos cotidianamente personas y niños en situación de calle. Por lo tanto, y en esa misma dirección argumental reitero, no crean que todo el Derecho esta en los códigos. Eso sería caer en un cierto fetichismo legalista. El Derecho es más que códigos y leyes, sería simplista afirmar ello. Ustedes serán el día de mañana como operadores jurídicos los que hacen el Derecho. Cuestionen la idea de que el Derecho es algo tan científico y difícil que está hecho para unos pocos que lo entienden. No es así. Cuestionen sus propios saberes. Al Derecho se lo hace, se lo construye, hay que vulgarizarlo. El Derecho debe ser un instrumento de cambio y un ornamental de crítica frente a lo que no nos gusta. Si tienen ese norte, si tienen esa mirada, les puedo asegurar que aparecerá un espacio y un tiempo jurídico en el cual se entrelazan los intereses, las prácticas sociales, las ideologías y las luchas de carácter social; y entonces todo cobra sentido.
Sepan que detrás de todo conflicto jurídico hay un conflicto social. Es este el escenario de siempre. No es cierto que tengamos ahora o antes una crisis de lo jurídico. El escenario jurídico siempre es crítico, porque es social. Y porque es social, caben las interpretaciones y miradas más conservadoras o más radicales. Debemos y deben ustedes reducir la brecha entre en el mundo de las normas y el mundo de la realidad. El mundo del deber ser es de fácil aprendizaje, y el ser de compresión mucho más compleja. Por ello los invito a esta tarea que no es nada fácil, tengan vocación transformadora, sean sensibles ante el sufrimiento humano, escuchen los problemas de los otros que también son los nuestros. Denuncien los extremismos, denuncien la discriminación, que los movilice percibir una injusticia. Vivencien el sufrimiento del otro, traten de colocarse en el lugar del otro, escuchen y amplíen el espacio democrático, Si hacen ello, la tarea de la Facultad de Derecho a cumplido su deber, no solo de formación, si no de llevar adelante un espíritu crítico. Y si utilizan el Derecho como instrumento transformador, solo cabe esperar una generación comprometida. Es mi profundo deseo, finalmente, como profesor de esta queridísima Facultad de Derecho a la cual amo.
Y cuando muchos de ustedes inicien la actividad docente tengan en cuenta la importancia de ello, desde lo institucional, lo político y lo cultural. Dar las herramientas para que otro reflexione, y de ese modo reflexionar juntos, tal vez sea una de las tareas más nobles que exista. Que sea este 2 de diciembre del año 2016 uno de los mejores días de sus vidas. Lo van a recordar siempre, no tengan la más absoluta duda de ello. Por ello, mis queridos colegas y mis queridos amigos, mis saludos y felicitaciones a todos ustedes. Bienvenidos a este espacio de lucha que es el Derecho y ahora recibirán su diploma. Buenas tardes.