Discurso pronunciado por el Dr. Fernando Caparrós
Acto de colación de grado del día 7 de octubre de 2016
Señora Decana Dra. Mónica Pinto, señor Consejero Directivo Dr. Leandro Martínez. Señores profesores, señores graduados, señoras, señores.
Sean todos ustedes bienvenidos a esta Facultad. Como digo siempre, mi muy querida Facultad, la Facultad de todos nosotros, una de las más importantes del mundo. Y sean todos bienvenidos para ser testigos y participes de un acto trascendental, el acto de colación de grados. ¿Trascendental para quién y por qué razón? Para todos nosotros. Para nuestra casa de estudios porque tiene la satisfacción de reconocer a través del diploma que ustedes recibirán el resultado final de varios años de formación y capacitación de cuyo proceso ha participado toda la comunidad educativa de esta unidad académica. De manera decisiva, el personal docente. Pero también el personal nodocente, sin cuyo auxilio sería imposible emprender semejante tarea. Y lógicamente, los encargados de deliberar y tomar las decisiones necesarias para llevar a buen puerto las diversas carreras de grado.
Este acto resulta trascendental también para la sociedad. En tanto los espera como nuevos profesionales para que se coloquen en situación de servicio volcando en ella toda la formación y los conocimientos adquiridos hasta ahora. Para sus familias, que los han acompañado y estimulado de todas formas en el esfuerzo que ustedes realizaron y que imagino, habrán sentido junto a ustedes todas las venturas y las desventuras propias del ciclo que ahora se cierra. Pero este acto resulta trascendental, mis queridos graduados, fundamentalmente para ustedes. Para uno y para cada uno de ustedes. La entrega del diploma es un signo, un hecho simbólico de algo que evoca una carrera de largo aliento, de sacrificio, de abstenciones, de ausencias, de incertidumbres, de algún que otro desencanto; pero también de alegrías, de ilusiones, de satisfacciones, de convicciones que finalmente han podido cristalizar. El título que van a recibir de nuestras manos representa conocimientos adquiridos, por supuesto. Pero cuidado. Simboliza así mismo mucho más que eso. Ideas y conceptos acerca del modo de interpretar esos conocimientos. De pensar en este mundo globalizado en el que han nacido y les ha tocado vivir cuáles son los medios y cuáles, en cambio, los fines; sin confundir unos con otros.
Dicho de otro modo: si es la economía y el mundo financiero los que están al servicio del hombre o, por el contrario, si es este último el que debe sujetarse a los dictados de la economía.
A partir de hoy la universidad les confiere un grado dentro de ella. Señores graduados, la mayoría de ustedes pasará a formar parte imprescindible de la denominada cultura jurídica. A la que habrán de contribuir con sus particulares puntos de vista, teorías y doctrinas. Enfoques estos que habrán de delinear el modelo de justicia que están dispuestos a sostener en esta hora, cualquiera sea el punto de la operación jurídica o profesional en el que hayan decidido trabajar o colocarse. Está en sus manos reinterpretar cuál es el lugar que el ser humano habrá de ocupar para el derecho y cual el papel que habrá de llevar el estado como el garante de la sociedad toda.
Son las personas humanas las encargadas de elaborar el derecho y por tanto de establecer en él una idea de justicia. Un derecho que no debe ceñirse a una simple herramienta o instrumento formal, desprovisto de todo valor y proclive a satisfacer los meros requerimientos coyunturales o de simple utilidad. Tienen en sus manos, en cambio, la enorme posibilidad de reescribirlo o de reinterpretarlo. De imprimirle una visión integradora de los valores humanos, impregnada por la filosofía que anida en cada uno de los derechos fundamentales. De otro modo corremos el riesgo de que las leyes, cualquiera sea su jerarquía, terminen convirtiéndose, parafraseando a Lasalle, en una hoja de papel. Porque como decía aquel autor, se hallan y tienen necesariamente que hallarse irreversiblemente a merced de la supremacía de esos factores de poder organizado condenadas sin remedio a ser arrolladas por ellos.
Ojalá nosotros sus profesores hayamos sabido transmitirle la importancia de estos valores y que mancomunadamente podamos contribuir a la construcción de un mundo más justo. Siempre sostuve que no estamos aquí para despedirlos en este cierre de ciclo, sino para darles la bienvenida a otra etapa nueva y maravillosa que se les abre a partir de hoy y que no tiene más límites que los de su propia capacidad. Queridos graduados, siéntanse en su casa, esta es su casa, la casa de todos nosotros. Sigan frecuentándola para continuar formándose y adquiriendo conocimientos, para seguir discutiendo ideas, para integrarse más aún a la vida académica. Sea desde la docencia o sea desde la investigación. Aquí estaremos todos nosotros para aguardarlos con los brazos abiertos.
Felicitaciones entonces, bienvenidos y hasta muy pronto.
Muchas gracias.