Discurso pronunciado por la Dra. Griselda Capaldo
Acto de colación de grado del día 3 de junio de 2016
Señora Secretaria Académica de la Facultad de Derecho de la universidad de buenos aires, Dra. Silvia Nonna, señores profesores de esta casa e invitados, colegas que en esta colación de grado recibirán sus diplomas, familiares y amigos.
Es un placer dirigirme a ustedes en un día tan especial en sus vidas. Porque hoy verdaderamente están en un punto de inflexión, al partir del cual se alejan definitivamente de la etapa estudiantil e ingresan a la vida profesional. Es un final de ciclo, con todo lo que eso significa y conlleva emocionalmente, familiarmente y socialmente. Atrás quedan los años durante los cuales abrigaron el sueño de ser abogados. No solo ustedes, estoy segura que también sus familiares, cónyuges, hijos, amigos. Cada uno de ustedes ha tenido el privilegio de formarse en esta universidad pública y gratuita de la que han egresado tantos hombres y mujeres que a lo largo de la historia cumplieron un rol destacado en el país. Ahora, el turno de dar lo mejor de sí es de ustedes, para que de ese modo sigan escribiéndose nuevas páginas que enaltezcan el prestigio de nuestra Facultad.
Ahora tienen por delante una nueva etapa más difícil que la anterior. Porque ahora, esta profesión que han abrazado los interpelará como nunca antes han sido interpelados. Los interpelará para que desde la profesión sean hombres y mujeres de bien, que no escatimen esfuerzos en la búsqueda de la justicia y la verdad.
Con el marco de este imponente salón, saldrán por la puerta principal los futuros abogados. Que optarán por el ejercicio profesional, o por ser jueces o árbitros, o consultores, o quizás investigadores científicos del CONICET, o diplomáticos o empresarios. Incluso quizá, algunos de ustedes regresen a esta casa que los acogió durante 5 o 6 años para ser profesores, y en un progresivo, lento, pero, necesario recambio generacional, pasen a ocupar el lugar de aquellos que en su momento le impartimos conocimientos y valores. O, tal vez, vuelvan para seguir formándose en posgrado.
No sabemos qué harán. Lo que sí sabemos es que el cincel con que labraran su futuro está en sus manos, pero también de ese cincel que empuñen depende el futuro de la Nación. No lo olviden. Cualquiera sea el destino profesional que ustedes aspiran a darle a sus vidas, por favor, háganlo con honestidad, con sentido común, con generosidad, con entrega fervorosa. No duden en darse, con un fuego íntimo que los consuma para hacer el bien y para satisfacer el logro del valor justicia. Sean conscientes, por favor, de la importancia que la abogacía tiene para alcanzar el bien común, el orden y la paz social. Para garantizar los valores de la República y para garantizar la democracia.
Porque como decía Eduardo Couture en sus conocidos Mandamientos del Abogado: “Lucha. Tu deber es luchar por el derecho. Pero el día que encuentres en conflicto el derecho con la justicia, lucha por la justicia”. Esta opción exige por parte de ustedes una gran dosis de honestidad y de ética. No hagan decirle a la ley lo que la ley no dice, aunque esa adulteración sea lo que más le convenga a los intereses de sus clientes. Porque detrás de cada mentira y de cada manipulación de lo legal o de lo procesal, hay un tejido social que se quiebra. Hay una convivencia social que se enferma. Hay una confianza que se pierde, hay un virus que se expande como pandemia.
Ciertamente todos somos responsables por males y errores que generan nuestras acciones y omisiones. Pero más responsables aún somos los egresados universitarios, porque eso nos hace portadores de un entrenamiento mayor en la conciencia crítica y, por ende, tenemos una mayor capacidad para discernir el bien del mal.
Les ruego que graben en sus memorias las reflexiones de Confucio escritas en las Analectas. Él dice: “Coloquen la virtud por encima de todo, adiestren vuestra capacidad de llevar a la práctica los conocimientos adquiridos, cultiven el desarrollo polifacético, tengan sentido práctico y celo por el trabajo. Que de aquello que hagan resulten beneficios para los demás, no solo para ustedes. Cultiven el estudio y la reflexión”, y él agrega: “que esa reflexión esté libre de cuatro defectos: la conjetura infundada, la generalización, la terquedad, y la creencia en la propia infalibilidad”.
Por eso, desde el lugar que ocupen en su profesión, amen el bien. Porque ese bien volverá a ustedes, a su profesión, a su presente, pero, fundamentalmente, se proyectará al futuro de sus hijos. Estoy segura que eso es lo que sus padres y nuestra Facultad más desean para ustedes. Los felicito nuevamente por el sueño que hoy alcanzaron y deseo que sean felices en la ruta.
Gracias.