Discurso pronunciado por el Dr. Jorge Bercholc
Acto de colación de grado del día 1 de abril de 2016
Muy buenas tardes, agradezco, como es justo hacerlo y como es costumbre, a las autoridades de la casa. Hoy presidido el acto por el Vicedecano de la Facultad, el profesor, Doctor Alberto Bueres, y por las demás autoridades que acompañan el acto, profesores, colegas, amigos con quienes comparto el escenario.
Es una de esas jornadas que realmente el profesor que tiene, en este caso hoy la tuve yo, la responsabilidad de dirigirme a ustedes para enmarcar el acto formal, simbólico, institucional de entrega del título, realmente es digno agradecer, es una buena ocasión, también para el profesor que tiene esta responsabilidad, esta tarea porque es una de esas ocasiones que ameritan la celebración, ameritan el festejo, ameritan esta reunión porque lo que hoy ustedes van a vivir, la entrega del título que los acredita como abogados graduados en la Universidad de Buenos Aires, en la Facultad de Derecho de la Ciudad de Buenos Aires no es cosa de todos los días. Es uno de esos hechos excepcionales, esos hitos o mojones que van a recordar el resto de su vida, obviamente mientras ejercen la profesión pero también van a recordarlo como hecho social e institucional en sí donde reciben el título que jalona una larga cantidad de horas y de días dedicados al estudio y que están acompañados por parientes, familiares, padres, abuelos, amigos, quienes correspondan en la calidad que estén y que por algo están, han sido convocados seguramente a compartir este acto, porque en alguna proporción que ustedes sabrán, también les corresponde el título que hoy van a recibir aquí. De modo que, insisto es una de esas ocasiones que aún para los un tanto escépticos como yo de las celebraciones y auto celebraciones, este hecho amerita que se celebre, que se disfrute, que se festeje, que se guarde en la memoria, en fotografías, en instantes que van a perdurar por siempre en la vida de ustedes.
Dicho así hasta puede ser tomado un poco como frivolidad. Estaremos aquí un rato, unas horas, luego ustedes posiblemente continúen la celebración con parientes y amigos en algún lugar. Pero lo que hoy se jalona en estas horas o en este rato que vamos a estar aquí reunidos en el acto son alrededor de dos mil días que ustedes han invertido en logar lo que hoy se formaliza cuando les entregan el título. ¿De donde saco los dos mil días? Usualmente la duración de la carrera se calcula en 5 años en condiciones normales, si multiplicamos eso por la cantidad de días de cada año estamos más o menos en dos mil días, que obviamente ustedes no se han pasado los dos mil días aquí dentro pero sí que la actividad de su carrera universitaria, ha sido absolutamente determinante e influyente durante esos dos mil días en todas sus actividades, no sólo a las que involucran a la facultad, sino también en el resto de sus actividades, el tiempo libre utilizado en lo que quieran o puedan, sus actividades laborales siempre han debido estar articuladas con todo los que les ha exigido la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, de modo que hay detrás de esta reunión con profesores, seres queridos, en este salón estupendo que nos propone la Facultad de Derecho, dos mil días que de algún modo los han tenidos ocupados en relación con la Facultad. Pero no sólo con las actividades que les exige la facultad o con todo lo pendiente de sus vidas cotidianas en relación a lo que la facultad les exigía porque también aún en lo que no tenía que ver estrictamente con la facultad, la facultad los ha conceptualizado, los ha contenido. Ustedes además de todos los otros roles que desempeñan en su vida cotidiana, familiares, sociales, culturales, institucionales han sido estudiantes universitarios de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Entonces estos es importante, esto no es de todos los días. No es lo mismo, como dice el cambalache de Enrique Santos Discépolo, hacer una cosa u otra. Ustedes tienen hoy una graduación, una calidad excepcional, son una minoría en nuestra sociedad, una minoría que no los hace disfrutar de privilegios sino que les exige cada vez más responsabilidades.
La Facultad de Derecho está a la altura de esto que se festeja hoy, está a la altura hoy brindándole estos excepcionales salones, una ceremonia sentida y emocionante, sino que también ha estado acompañándolos a ustedes con una prestación de la más alta calidad y excelencia durante toda la formación que han tenido. Cuando hablo de alta calidad y excelencia me refiero, claro, a la prestación básica de una Universidad y específicamente de esta Facultad, esto es la calidad educativa que el plantel docente que los ha atendido les ha otorgado. Pero no sólo eso, porque el contexto edilicio, de infraestructura, de recursos, de que todo funcione bien cuando corresponde y como corresponde, ya aquí no sólo esto nos involucra al plantel docente sino que esto involucra a las autoridades, funcionarios y el personal nodocente tanto administrativo como de mantenimiento. Entonces la facultad también ha estado a la altura, la facultad tiene un alto porcentaje de profesores que están designados por concursos competitivos donde se supone que llegan los mejores a través de este mecanismo. Entonces la Facultad les ha dado una prestación de excelencia. Reflejo de esto, esto no es una expresión de deseo o de voluntarismo mío, los rankings más serios de calidad universitaria cuando se ranquean universidades o de facultades cuando se les agrega esa medición, ese ranking y se comparan la performance, la producción de facultades, sitúa a la Universidad de Buenos Aires y a la Facultad de Derecho, en los rankings que les corresponden, en un rango que va de entre las cien a ciento cincuenta universidades y facultades más importantes del mundo. Esto es información, que la pueden googlear perfectamente, producida por instituciones que se dedican a establecer rankings de producción, de performance que toman variables como la calidad del plantel docente, el nivel de graduados en tiempo y forma, la producción en investigación y académica de los docente que integran la Facultad, la cantidad de citas bibliográficas, que traducción de la Facultad o de la Universidad gocen en distintos institutos o producciones científicas del área de pertenencia en el mundo. Ni hablar de que ese rango de entre las cien a ciento cincuenta instituciones educativas más importantes del mundo sitúa a la UBA y particularmente a la Facultad de Derecho al tope, quiero ser prudente, como la primera Facultad y Universidad de Latinoamérica e incluso el mundo de habla hispana, incluyendo España y también incluyendo Brasil, pero siendo prudente y para no sonar arrogante, entre las dos o tres más importantes sin ninguna duda, con absoluta certeza. Entonces esto también es motivo de festejo, no solamente el festejo personal, de los graduados, ésta auto celebración íntima que implica: “Bueno aquí estoy, lo logré. Soy un graduado universitario, he llegado a lograr este objetivo complejo que les ha demandado, para ponerlo en términos que generen impacto, dos mil días de pertenencia como estudiantes en la Universidad de Buenos Aires”. Además lo comparten con sus seres queridos, familia, amigos, que también tienen en este largo camino de cinco años o dos mil días que les ha demandado este esfuerzo también los han apoyado en todas las circunstancias que han debido afrontar en este largo camino hasta graduarse. Pero también hay que festejar, además de la auto celebración íntima de los graduados de en la celebración compartida con sus seres queridos, también hay que tener en cuenta la casa que los ha contenido, que los ha conceptualizado y también es motivo de festejo para ustedes y para sus seres queridos porque no se han graduado en cualquier facultad, en cualquier universidad. Suena tal vez soberbio, arrogante pues seamos arrogantes para bien, no gozamos de privilegios, gozamos por ello de mayores exigencias y mayores responsabilidades. Ser graduado de la Universidad de Buenos Aires y de su Facultad de Derecho implica un grado de calidad en el título que hoy obtienen que los sitúa entre las más importantes facultades y universidades del mundo, y de las más absolutamente importantes dentro del mundo de habla hispana, incluida España, incluido Brasil, que no es de habla hispana pero que obviamente está en influencia en nuestra región. Entonces todos estos son motivos de emoción, motivos de emoción para el profesor que le toca dirigirse hoy a ustedes.
Hay algunas paradojas temporales que me vienen a la mente. Pasaron más de treinta años pero me parece que fue ayer que estuve allí sentado como ustedes como graduado y algunas filas detrás mío seres queridos que yo les había pedido que me acompañaran en esa jornada. Y esto lo quiero articular con otra paradoja del tiempo y ya pensando no tanto en lo que ustedes han hecho hasta ahora sino en los desafíos que tendrán que afrontar en el futuro. Porque hoy se han graduado, luego de un gran esfuerzo, luego de esos dos mil días que insisto han vivido que tuvieron frustraciones, enojos, altibajos, dudas, crisis, alegrías, grandes logros, ir viendo como el objetivo se ponía al alcance de la mano, aprendiendo, discutiendo, mejorando su calidad educativa y como personas, y que además los ha influenciado también en sus relaciones personales y en su vida social. Entonces ha implicado un gran y un enorme esfuerzo, a veces acompañado con mayores o menores dosis de talento pero planeando un poco lo que les iba a decir hoy, cito a García Márquez cunado, preguntado por un periodista respecto a de donde sacaba su inspiración contestó: “Bueno, puede ser que algo de inspiración tenga, será un diez por ciento, pero el noventa por ciento de lo que logro escribiendo es producto de la transpiración”. Y vaya si ustedes han transpirado aquí donde han tenido que estudiar, donde han tenido que estar sometidos a rigurosos controles calidad y exigencia que tiene la Ciudad de Buenos Aires. Y digo esto porque entre las cuestiones, entre las paradojas temporales, una es la de que me parece que fue ayer que yo estaba ahí, otra es de que no es cierto de que todo tiempo pasado fue mejor. En algunas cuestiones personales puede ser, los que tenemos ya algunos años sufrimos hoy algunas cosas que no sufríamos tiempos atrás, pero no es cierto que eso ocurra en lo institucional y particularmente en nuestro país. La Facultad de Derecho vive en lo que yo me animo a decir en una especie de época o edad de oro, esto es deseable y era esperable que fuera así, a partir de la continuidad institucional y de la consolidación de nuestro sistema democrático- republicano, que ya lleva treinta y dos años si no me equivoco de continuidad. Pero particularmente los últimos diez o doce años, la Facultad de Derecho ha tenido un desarrollo en su infraestructura, en sus recursos logísticos, en sus recursos informáticos, en la apertura de nuevos salones, de nuevas aulas, de que, como dije antes, todo funciona bien que hace que estén convencidos ustedes de que no todo tiempo pasado fue mejor, de que ustedes se están graduando en la Facultad de Derecho en una época que yo estoy convencido que debe estar de en la épocas más prolíficas y más brillantes de esta Facultad, al menos de esta Facultad, no me extendería a otras unidades académicas que no conozco tanto. Yo les aseguro que esto es así, se refleja en los rankings a lo que hice mención antes, de modo que esto también lo tienen que tener en cuenta y debe servirles también como aliciente cuando ahora en la vida futura que ya les espera como graduados, afronten los discursos tan escépticos, pesimistas que pululan diariamente en medios de comunicación, en la calle y que el ciudadano común se hace carne de ello con cierta superficialidad y ligereza, y que no sólo son patrimonio de este país sino de toda la región y también de países supuestamente más desarrollados que el nuestro y de otras regiones. Hablo de la corrupción generalizada en las instituciones del Estado y particularmente la justicia como valor, el Poder Judicial, que el Poder Judicial es una gran estructura institucional conformada por hombres, todos abogados. Bueno hay habido alguna excepción por allí que donde debía haber algún abogado hace algunos años no había, pero es la excepción que confirma la regla. Y esto no es así, no es cierto y yo lo pondría en otros términos, hoy la libertad de la que gozamos, la visibilidad, la transparencia, la publicidad y los controles a los que están sometidos los gobernantes, no soy ingenuo, soy consciente de que nos queda mucho por hacer y por resolver, y ahí está alguno de los grandes desafíos que ustedes tienen que afrontar, no genera la convicción de que todo tiempo pasado fue mejor porque no se conocían los hechos que hoy se conocen. Todo lo contrario, no se conocían hechos por la opacidad, por la falta de transparencia y publicidad, por la zona de reserva que implicaba la universidad y el poder judicial décadas atrás. Hoy la ciudadanía es consciente de que existe un Poder Judicial, funcionarios estales, agencias estatales que con la mera interposición de un escrito y a veces en algunos procedimientos ni siquiera eso tiene al Estado resolviendo un conflicto con los ciudadanos. Entonces el acceso a la justicia, el acceso a la información, todo esto ha mejorado y se ha desarrollado a partir de la continuidad institucional del Estado de Derecho, de la consolidación de las instituciones de la democracia y la república. Entonces es una mala comparación pensar que porque hoy se conocen, en el caso de que todo lo que se denuncie fuera así, más allá de intencionalidades, hay hechos de corrupción, hay hechos de disfuncionalidades, hay cosas que no funcionan bien, no implica que todo tiempo pasado fue mejor. Implica que hoy lo sabemos, y que hoy no hay espíritus corporativos que encapsulan conductas desafortunadas, delictivas o disfuncionales. Se conocen, se saben, se juzgan y están en la picota del debate público y del debate ciudadano.
Entonces podemos decir que hoy conocemos muchas cosas que no funcionan mal que eran desconocidas tiempo atrás justamente por la falta de visibilidad, transparencia y libertad de la que hoy gozamos. Una dificultad de la que tendrán que afrontar es contradecir este saber común, o este conocimiento vulgar que parece proliferar. Todo tiempo pasado fue mejor, debo reconocer que en algunas cosas tengo mis dudas y algunas cosas tal vez han sido mejores, pero no en lo que estrictamente nos atañe hoy que es la justicia, el Poder Judicial y particularmente la graduación de ustedes en esta Facultad de Derecho.
Ahora, insisto, esto es una ocasión que amerita el festejo, que amerita que lo celebren, que amerita que ustedes estén felices, contentos, esa satisfacción íntima de graduado, profunda, esa satisfacción relajada “he llegado aquí”. No hay ninguna sorpresa hoy para ustedes, saben desde hace unos cuantos meses que habían terminado la carrera que eran abogados y que faltaba este hecho simbólico, institucional, formal de entrega del título, pero que merece la pena disfrutarlo. Pero no se duerman en los laureles, no les quiero arruinar la jornada ni el fin de semana, además supongo que ustedes ya están en guardia desde que se han recibido, desde que han empezado a desempeñar, o continuado desempeñando los roles que venían desempeñando durante su carrera. Hay algunas cuestiones también que los tienen que poner en guardia respecto de las nuevas exigencias que van a tener ya como abogados graduados, y en este caso también la Facultad de Derecho los seguirá conceptualizando y los seguirá conteniendo en la medida que ustedes adviertan que esto es necesario.
Me vienen a la mente un par de citas clásicas, a pesar de que suelo decirle a mis alumnos que le demos a los clásicos un merecido descanso y que produzcamos nuevos conocimientos porque tenemos nuevos problemas y nuevos desafíos. Pero ahora contradiciéndome a mí, como antes contradije a Discépolo, los clásicos vuelven como espectro y tienen ese poder excepcional de antipasión, nos entendemos mejor mucho tiempo después de los enunciados que han enarbolado. Entonces pienso en Marx, esto es un concepto no es una cita política, cuando en 1848 en el Manifiesto Comunista, dice: “Todo lo sólido se desvanece y se vapora en el aire”. Marshall Berman, ciento veinte años después hizo un libro con ese título y muchos filósofos críticos de la modernidad y postmodernidad o que describen los complejos efectos de esta época insisten con esto de que “todo lo sólido se evapora y se desvanece en el aire”.
¿Y qué significa que para ustedes? ¿Qué pertinencia tiene acá en la Facultad de Derecho? Yo les voy a contar, ustedes han estudiado y se han graduado con un Código Civil y con un Código Comercial y ahora van a trabajar como abogados, y aquellos Códigos que ustedes estudiaron durante larga cantidad de horas ya no existe. Existe otro Código, Código funcionado y con enorme cantidad y calidad de novedades, nuevos institutos, nuevas categorías. Casi hay que estudiar de nuevo, y el problema todavía no empezó, todavía falta la construcción jurisprudencial, que se da más o menos caótica, contradictoria y compleja de todos los tribunales interpretando las nuevas normas y los nuevos institutos que están en juego.
Este es un desafío, que también lo tenemos los que, como en mi caso, somos publicistas y hacemos derecho político, teórica del estado, derecho constitucional, estudios institucionales. Nosotros hablamos, generalmente teníamos las tradicionales categorías de primera y segunda generación, pero hoy ya se habla de derechos de tercera y cuarta desde hace algunos años, y también de quinta y sexta generación. Y para que esto se complique un poco más hay sobrerrepresentaciones y sub representaciones en distintos colectivos sociales que para observarlos no hace falta viajar al África o al norte argentino, o algún otro lugar que suponemos subdesarrollado. Lo tenemos en la misma ciudad, diferenciado por 5 o 10 minutos en auto, o 15 minutos a pie. Ustedes se paran en alguna ventana de la Facultad y miran hacia el rio, verán la Villa 31 posiblemente. Ahí tenemos indicadores socioeconómicos culturales de tercer mundo. Si miramos por las ventanas que dan a la ciudad, veremos una de las zonas más bonitas, desarrolladas y cuidadas de la Ciudad de Buenos Aires con indicadores socioeconómicos culturales de primer mundo. Y esto lo tenemos en el mismo espacio. ¿Qué tiene que ver esto con los derechos de distintas generaciones? Que conviven en el mismo espacio geográficos individuos, sujetos individuales o colectivos sociales, que gozan de estos derechos de cuarta o quinta generación, conviven con otros enormes colectivos sociales que todavía tienen en crisis y no debidamente consolidados sus derechos de primera y segunda generación. Entonces esto es un coctel explosivo, un coctel complejo, pero hoy podemos describirlo, podemos entenderlo, lo conocemos, y ahí tenemos una excepcional tarea por delante. Y ustedes que son graduados universitarios, que integran una minoría capacitada de la sociedad, se les va exigir más responsabilidad, y más y mejores respuestas a estos problemas que nos presenta nuestra sociedad actual con algunos agravantes todavía, insisto que no les quiero arruinar la jornada. Pero la cuestión del desarrollo de derechos, la constitucionalización de Tratados Internacionales no sólo sirven para ornamentar constituciones, sino que gracias a la libertad de la que gozamos y a la continuidad del sistema político institucional vigente, la democracia y la república, los ciudadanos exigen operatividad de esos derechos que están en las constituciones que muchas veces son sancionados o reglamentados en normas infraconstitucionales pero muchas veces no. Entonces tenemos, además, que la ciudadanía reclama y clama por que esos derechos que están en las constituciones sean operativos y le den respuestas a los problemas de la vida cotidiana. Y aquí también tendrán ustedes enormes exigencias y enormes responsabilidades para dar respuesta, porque fíjense ustedes que muchos de estos colectivos sociales, que reclaman estos nuevos derechos, no encuentran respuestas debidas en las instituciones, en los partidos políticos, entonces aparecen todo tipo de ONG (Organización No Gubernamental), en lo mejor de los casos con personería jurídica, en muchos otros no, y aparecen piqueteros, asambleístas y todo tipo de organización espontánea que clama por derechos, y ahí ustedes tienen una responsabilidad y un desafío excepcional. Por ello disfruten, celebren pero sepan, y ya lo deben saber, que deberán seguir transpirando para que no nos ocurra aquello que nos advertía el famoso jurista uruguayo, Couture: “Sigan estudiando. Cada día que pasa y que ustedes no sigan capacitándose serán un poco menos abogados que hoy”. Debo confesar que cuando era estudiante pensaba que Couture exageraba, y decía: “No me parece que la cosa sea tan así, tan cambiante”, posiblemente por cierta pereza que me habrá dado en algún momento de mi carrera como estudiante. Pero una vez más los clásicos y su poder anticipatorio, esto que dijo Couture hace unos sesenta años al menos, hoy se entiende absolutamente, y vivimos en una sociedad apasionante por los cambios, por el dinamismo, por la intensidad de los cambios pero que también nos somete a desafíos excepcionales y ustedes, como abogados recibidos de una casa de altos estudios reconocida en el mundo por su excelencia, tienen ante sí enormes desafíos. Pero también sepan, y con esto termino, que la Facultad de Derecho, una vez más, está a la altura de las circunstancias. Y yo les digo que no soy funcionario de la Facultad, soy profesor desde que me recibí y fui desarrollando todas las escalas propias de la carrera docente, realmente lo digo porque estoy feliz de comprobarlo día a día. La Facultad de Derecho tiene hoy alrededor de tres mil quinientos estudiantes extranjeros de posgrado, especialidades y doctorado, además de los que tenemos, que no conozco el número, de graduados. No han oído mal ni me he equivocado, alrededor de tres mil quinientos estudiantes extranjeros cursando estudios de especialización, posgrado y doctorado aquí en esta casa, se los habrán cursado ustedes por los pasillos cuando vienen algunas etapas del año en grandes cantidades. Y no son estudiantes improvisados, hay abogados que meramente ejercen su profesión en forma liberal, pero también hay jueces de los más altos tribunales, cortes supremas y tribunales constitucionales de muchos países, fiscales, profesores, decanos de facultades extranjeras, militares de alta graduación, he tenido alumnos que son generales de ejército en sus países y además son abogados y vienen a estudiar aquí. Esto también está denotando la excepcional capacidad que les da la Facultad de Derecho, el altísimo grado de excelencia que la Facultad de Derecho ha alcanzado también en el ámbito de posgrado, en el ámbito del curso de doctorado. Sean conscientes de esto, la facultad los puede seguir conteniendo, los puede seguir conceptualizando en los nuevos desafíos que ya como abogados graduados van a tener. Esto es seguir estudiando, seguir perfeccionándose porque todo lo sólido se desvanece en el aire rápidamente porque deberán seguir transpirando, como dijo García Márquez, Edison, Franklin y unos más que descubrí cuando preparaba esta charla, y también para que no se cumpla eso de Couture que cada día que pase sin que se capaciten serán menos abogados.
Celebren, la ocasión los amerita. Realmente los felicito, ha sido un gusto para mí tener la ocasión de dirigirme a ustedes pero rápidamente sepan que los esperan, y esto también es atractivo, nuevos desafíos cada vez más exigentes y más exigentes por la calidad que ustedes tienen como graduados de esta facultad. Los felicito una vez más a todos y gracias por haberme escuchado.
Buenas tardes.