Discurso pronunciado por el Dr. Carlos Francisco Balbín
Acto de colación de grado del día 15 de abril de 2016
Señor Vicedecano de la Facultad de Derecho, señora Secretaria Académica, profesores aquí presentes, egresados, familiares.
Para mí es un motivo de enorme placer poder compartir este momento con todos ustedes. Permítanme recordar, en parte, un cuento de Ray Bradbury cuyo título es "La noche oscura". En ese texto el protagonista se pregunta sobre el tiempo y su significado y llega a conocer la respuesta sobre el tiempo a través de los olores. Yo creo que en esta tarde, aquí, reunidos en la Facultad de Derecho es posible que nosotros, también, olamos el Derecho.
Cuando uno se pregunta qué carrera estudiar seguramente la siguiente pregunta es qué es el derecho y, quizás, tras 5 o 6 años de haber estado aquí, en esta Facultad, volvamos a preguntarnos nuevamente, y en este contexto, qué es el Derecho.
En este camino de construcción de la respuesta sobre esta pregunta, creo que es necesario permanentemente actualizar el contenido de aquello que nosotros hemos estudiado y definimos como Derecho. Y también es necesario reforzar las ideas y el razonamiento sobre el Derecho, y fundamentalmente el método. Cualquier trabajo jurídico debe apoyarse en el pasado y mirar fijamente al futuro. No se trata simplemente de repetir leyes y fallos, sino de pensar teorías capaces de dar respuestas a las demandas sociales en términos justos. En otras palabras, no debemos volver sobre los caminos ya recorridos, sino intentar encontrar otros nuevos. Y es probable que los caminos ya existan; es común decir y escuchar que ya todo está dicho o quizás todo recorrido, sin embargo el modo de combinar esos caminos es, quizás, infinito y depende, sin duda, de la creatividad del intérprete. El derecho debe dar luz sobre el desafío más relevante de nuestro tiempo, esto es, las desigualdades y cómo crear herramientas jurídicas capaces de nivelar e igualar.
Quisiera agregar, también, que en los últimos cursos de esta Facultad he decidido y persistido en la idea de dedicar los primeros minutos de clase a leer junto con mis alumnos uno de los textos de Borges, Funes, el memorioso. Pues este texto refleja con realismo el sinsentido de memorizar y de huir del pensamiento reflexivo. Dice Borges, respecto de Funes: “Había aprendido sin esfuerzo el inglés, el francés, el portugués, el latín. Sospecho, sin embargo, que no era muy capaz de pensar. Pensar es olvidar diferencias, es generalizar, abstraer. En el abarrotado mundo de Funes no había sino detalles”. Al fin y al cabo, Funes muere en el cuento de Borges, pero nosotros estamos vivos y corremos el riesgo de aburrirnos y pauperizar el Derecho. Es necesario, por tanto, descubrir el lado creativo de nuestro conocimiento, enriquecerlo y enriquecernos. Ciertamente, el desafío supone riesgos, incertidumbres y desencuentros, pero paradojalmente es el único sendero que nos permite adentrarnos en el mundo misterioso y fascinante del Derecho. Los invito, entonces, a los nuevos abogados a descubrir o redescubrir nuestra vocación por el Derecho.
Dos reflexiones finales. La primera, el reconocimiento a los abogados que están por detrás de los abogados que hoy egresan, me refiero claro a los padres, hermanos, parejas, hijos y amigos que ayudaron a construir esta realidad que nosotros disfrutamos. Y, en segundo y último término, recordarles que esta es su casa y que por tanto, siempre las puertas van a estar abiertas para recibirlos nuevamente.
Muchas gracias.