Discurso pronunciado por la Dra. Adelina Loianno
Acto de colación de grado del día 25 de septiembre de 2015
Señora Decana, Doctora Mónica Pinto; señor Subsecretario Académico, Doctor Lucas Bettendorff; gracias por convocarme a compartir este momento desde aquí. A los familiares de nuestros, ahora, ex alumnos, bienvenidos. Y finalmente a los protagonistas de la jornada, los recientes egresados, unas pocas palabras de despedida y de bienvenida.
Sobre el futuro, lo que ahora comienza, creo que no nos corresponde hablar a quienes fuimos sus profesores. Es la vida de ustedes, cada uno la vivirá con las expectativas propias poniendo el esfuerzo personal para llegar a los objetivos que se pusieron en mira y que guiaron estos años de estudio. Sólo desearles éxito, que se cumpla lo que han esperado y para lo que han trabajado.
Nosotros ya hicimos nuestra parte, lo mejor que pudimos, pero no duden que fue siempre con pasión por transmitirles lo poco o mucho que la experiencia nos ha dado. Pero hoy que nos dejan quiero que la mirada para lo que aquí han vivido, porque no sólo ha sido tiempo de leer, explicar normas jurídicas y los fenómenos sociales que la generan. Ha sido sobretodo, tiempo de análisis, de crítica, de interpretar la realidad, de descubrir que el Derecho es mucho más que un código, que la Constitución es mucho más que un catálogo de ilusiones, un texto de ideales.
Compartirán seguramente conmigo que no son los mismos que aquel día que vinieron a inscribirse, pero no me refiero a los años de vida personal, me refiero a lo que ha sucedido en el interior de cada uno de ustedes a través de estos años de estudios. Este es un ámbito donde realmente se vive diariamente el aire de libertad, de entrecruzamiento de ideas, las diversidades, donde más que aprender Derecho, se descubre la importancia del disenso, del respeto a la opinión del otro, valores esenciales para el crecimiento personal y el desarrollo de una sociedad. Pensamos distinto y así lo manifestamos, convivimos día a día con otras ideas, venimos de diversos lugares, discutimos, nos entusiasmamos, nos enojamos, nos amigamos. Aquí se aprende en la práctica, qué es la democracia, y me parece que eso es una de las cosas más importantes que nos llevamos del paso por la Universidad.
Muros afuera, la realidad muchas veces parece desmerecer los valores que se van haciendo carne en nuestros espíritu, el Estado de Derecho, la centralidad del hombre, la progresividad de los Derechos Humanos, el respeto a la Constitución, el respeto a la ley. Este es el desafío para todos ustedes, cruzar el puente entre el desaliento y el descreimiento, y ponerse al servicio de la sociedad para ser la mejor y más justa realmente, de verdad, con las herramientas adquiridas aquí, pero no sólo con ellas, sino también con los valores asumidos desde mucho antes que pisáramos la Universidad, valores que nos vienen desde nuestras familias que hoy nos acompañan, de nuestras educación, de nuestro contexto.
Y unas palabras finales sobre el orgullo y el honor de ostentar un título de la UBA, que es lo que se van a llevar hoy. No nos hace mejores, nada de eso, pero bueno, esta es la Universidad pública más prestigiosa de la Argentina, y eso no sólo nos otorga una etiqueta de calidad, que debemos honrar obviamente. A partir de ahora, ustedes tienen otro deber, un deber que los compromete a devolver, cada uno desde su puesto de vida, el esfuerzo que la sociedad hizo para permitirles a ustedes y permitirnos a nosotros estar aquí y transitar estas aulas. Ese es un deber para siempre y creo que tendrán que recordarlo, es un poco mi consejo y lo que espero en cada éxito profesional que venga. Cada uno de esos éxitos es un poquito el resultado de ese esfuerzo de toda una sociedad que nos está permitiendo estar aquí.
Bienvenidos al ruedo y muchas felicidades.