Discurso pronunciado por el Dr. Gabriel Rolleri
Acto de colación de grado del día 22 de agosto de 2014
Sr. Vice Decano, Sra. Secretaria Académica, autoridades de la casa, profesores, familiares, amigos y, especialmente, graduados y graduadas, que en breves instantes recibirán el título que tanto han esperado.
En primer lugar, agradezco la cálida invitación que me ha distinguido con el privilegio y con el honor de ser quien pronuncie unas palabras alusivas a esta nueva colación de grados, no solo como profesor sino también como ex-alumno y graduado de esta Facultad, que algunos años atrás también estuvo sentado en el lugar donde hoy lo están uds.
Queridos graduados, quiero felicitarlos por el logro alcanzado, y decirles que este, no pretende ser un discurso de despedida, todo lo contrario, intentan ser unas sinceras palabras de bienvenida.
Hoy no culminan una carrera, comienzan una nueva etapa, hoy se abre ante ustedes un enorme abanico de posibilidades y la manera en la cual la honrarán en su ejercicio profesional, como abogados, legisladores, magistrados, notarios, funcionarios públicos, docentes o investigadores y en ese desempeño será indispensable mantenerse actualizado en forma permanente y, si es posible, profundizar esos conocimientos que han adquirido, a través de programas de actualización, especialización o maestrías.
La Universidad representa el nivel más avanzado del proceso educativo, y si bien las casas de altos estudios han ido generando cambios a través de los años, los valores y los principios de sus integrantes, son permanentes e inclaudicables y será ese vuestro deber, su nuevo desafío, luchar por fortalecer esos valores, en los cuales se han formado.
Este diploma no es una simple cartulina. Detrás de ella se esconden muchas historias de vida, enormes esfuerzos realizados y un sacrificio cristalizado, no solo por uds., sino por su familia y sus afectos, quienes los han acompañado en todo este intenso camino, hecho que se comprueba solo con observar la cantidad de seres querido que se encuentran en este recinto.
Seguramente muchos de uds. tendrán el privilegio de ser los primeros abogados de la familia o lo que es mejor, quizás cuenten con el peso de ser sus primeros profesionales, algunos provenientes de clases sociales obreras que han podido cumplir ese sueño, porque su carrera fue desarrollada en una Universidad Pública Argentina, una Universidad gratuita, no arancelada, participativa, plural y abierta a toda la sociedad y a sus diversas necesidades.
Queridos alumnos, Uds. egresan de la mejor Universidad del país y una de las más prestigiosas del mundo. Me permito ser reiterativo, pero no puedo dejar de contarles que nada menos que 15 presidentes constitucionales argentinos, han egresado de esta Facultad de Derecho, acontecimiento único respecto de las casas de altos estudios de todo el mundo.
Pero más allá de eso, es importante recordar que esta celebración, porque no es otra cosa que una gran fiesta, debe remontarse a algunos años atrás, cuando por primera vez llegaron a este imponente edificio, y me permito invitarlos a ponernos un poco nostálgicos, recordando ese inolvidable momento.
Una variada gama de alternativas estaban a su disposición, desde el majestuoso salón de los pasos perdidos hasta la imponente biblioteca silenciosa, pero también una hemeroteca, una piscina, el gimnasio, una guardería infantil, institutos y departamentos por doquier, gente practicando deportes, un banco, una farmacia, librerias, mesas de agrupaciones políticas, banderas, afiches, puertas y más puertas.
¿Acaso habían entrado a otro galaxia? Y uds. ahí, parados, preguntándose que estaban haciendo en ese curioso lugar. Luego de haberse perdido, seguramente, poco a poco se fueron acomodando, empezaron a encontrar las aulas al mismo tiempo que su destino, el camino se iba abriendo y el sol del entusiasmo alejaba las sombras de las dudas, miedos e inseguridades. Se dejaron seducir por esta hermosa carrera y así se fueron afirmando y proyectaron su porvenir, el mismo que los trajo hoy hasta este lugar.
Poco a poco fueron conociendo a sus docentes y las numerosas aulas, que albergaban compañeros de todas las edades, sexos, religiones, credos, nacionalidades, diversidades políticas y estratos sociales, que más tarde se convertirían en sus amigos, su camada, su grupo de pertenencia y en donde cada integrante, alumnos, profesores y autoridades, podían expresarse con plena libertad de opinión.
Luego vinieron los infaltables fallos, decenas, cientos de ellos pasaron por vuestras retinas, y después llegaron los casos prácticos, más tarde las monografías y las toneladas de fotocopias, las cuales, algunas de ellas serán, seguramente, sacrificadas en un no muy lejano asado familiar.
Conocieron curiosos términos y frases que jamás olvidarán y los identificará por el resto de sus vidas y que solo uds. comprenderán, como “la pecera”, un paraje realmente curioso, carente de agua, peces y escualos, pero nutrido de muchas resmas de papel y toner, “la parlante” espacio muy alejado de emitir música o agradables sonidos, “una promoción” que no era precisamente ningún 2 x 1, ni tampoco gozaba de importantes descuentos, siglas como “CBC, CPC y CPO” que no representaban a ningún complemento vitamínico, y un “club del fallo” que carecía de carnet y, lo que es peor, donde no se desarrollaba ninguna actividad deportiva.
Queridos graduados, jóvenes entusiastas, no de edad, sino de espíritu, en uds. depositamos todas nuestras esperanzas, porque serán quienes conserven la fuerza motivadora y el espíritu de la inquietud, el entusiasmo, la iniciativa, la rebeldía y la perfección, en la búsqueda de la verdad y de los cambios que se avecinan.
El magistral José Ingenieros, enseñaba que para el perfeccionamiento humano son inútiles los tímidos, que viven rumiando tranquilamente, sin arriesgarse a tentar nuevas experiencias; son los innovadores los únicos eficaces, descubriendo un astro o encendiendo una chispa. Podrá ser más cómodo no equivocarse nunca que errar muchas veces, pero sirven mejor a la humanidad las personas que, en su inquietud de renovarse, por acertar una vez, aceptan los inconvenientes de equivocarse mil.
Y allí estarán uds., los jóvenes innovadores, sirviendo a las generaciones venideras, y sepan que cuentan con toda nuestra confianza.
Les deseo un futuro venturoso, les agradezco muchísimo la atención prestada y los felicito de todo corazón.
Muchas gracias.