Discurso pronunciado por el Dr. Gabriel Ignacio Anitua
Acto de colación de grado del día 13 de diciembre de 2013
Señoras y señores, señora Decana y profesores, estimados egresados recientes de nuestra Facultad, abogados, traductores públicos, profesores y procuradores. Reconozco estar orgulloso en este lugar, es un honor haber sido invitado a formularles estas breves palabras y participar así de este festejo y juramento.
Soy un invitado aunque también soy huésped porque esta casa es la mía hace unos 25 años, pero también soy invitado porque esta casa es de ustedes que desde ahora forman parte del claustro de egresados como así también lo es de profesores y de estudiantes. Pero no sólo ello, si no que esta casa también lo es de todos los otros y otras presentes que representan así al resto de la sociedad argentina.
A todas y a todos les agradezco y entiendo que deben agradecer también los egresados quienes en este momento festejan la consecución de un objetivo que los llena de orgullo pues da cuenta de importantes esfuerzos y meritos individuales pero, por lo que ya he dicho de la naturaleza pública de esta Universidad pública, también es producto de importantes esfuerzos colectivos, sociales y sobre todo proporcionalmente de aquellos por tener tanto menos ni siquiera tuvieron oportunidad de hacer ese esfuerzo de hacer ese esfuerzo que ustedes y sus familias han premiado hoy con la entrega del título. Esto implica una muy importante responsabilidad social, un compromiso que este acto ritualiza con un formato que es de los más antiguos en la tradición jurídica, el del juramento. Ese compromiso impone muchas y diferentes responsabilidades, destacaré una estrictamente vinculada con el trabajo, con las herramientas jurídicas y con una especial sensibilidad sobre el derecho que sé que esta facultad les ha proporcionado. La reflexión sobre ella es urgente y es de lacerante actualidad pues el derecho significa lo contrario o en todo caso la sublimación de la violencia. Cuando gana la violencia, cuando hay muertos, cuando todo ello sucede y se debe a factores humanos es que el derecho ha fracasado.
Al asumir diferentes roles jurídicos en funciones públicas pero también en funciones privadas, ustedes deberán lidiar principalmente con conflictos, algunos de ellos también violentos, conflictos interindividuales, conflictos sociales. Deberán hacerlo de modo que pueda darse la superación de dicho conflicto y no me refiero a la solución de los conflictos, porque algunos de ellos lamentablemente no podrán tener nunca una solución, pero sí hablo de una superación, una redefinición de aquellos conflictos, aquello que permita a cada una de las partes volver a integrar el conjunto comunitario del cual forman parte y en un marco de armonía y de convivencia. Una tarea fundamental que asumirán es la de ser instrumentos de civilización, instrumentos de no violencia, instrumentos de pacificación. Pero la paz es falsa sin contenidos materiales como los de la libertad y los de la igualdad. El compromiso que ustedes efectuarán con la democracia y con la justicia, entendida como lo contrario de toda forma de arbitrariedad, se relaciona con ese objetivo pacificador, las defensas de las garantías y de los derechos de nuestra constitución, nos obliga a intentar ser integrantes de una sociedad igualitaria que permita así que los conflictos tengan un mecanismo concreto a la hora de encontrar esa superación, aquel que dan las propias reglas de la democracia que en su horizontalidad nos permite ser efectivamente libres.
Este juramento o promesa que brindarán hoy es un acto de palabra y es un acto de sacrificio, ya que importa implícitamente la renuncia a realizar determinados actos. Como ya he dicho y desde muy antiguo prestar juramento es tomar un riesgo en tanto uno se expone a una amenaza, de no cumplirlo. Pero también es una afirmación de seguridad, ante la inseguridad del propio libre albedrío. Su compromiso con los valores jurídicos, patrióticos y hasta trascendentales los obliga a devolver esto que la sociedad argentina espera de ustedes, los obliga a intervenir y actuar en la sociedad. Pero esta práctica requiere de un constante diagnostico para hacer, hay que conocer, conocer la naturaleza de los conflictos y las mejores salidas o soluciones. Lo que está implícito en esta afirmación es que si bien estamos festejando un logro y por ello este es un acto o punto de llegada también el compromiso asumido hoy los obliga a continuar. A continuar estudiando, a continuar luchando, a continuar buscando aquellas herramientas que les permitan no sólo crecer como profesionales sino también ser esos instrumentos de superación de los conflictos para poder vivir en una sociedad democrática y sin arbitrios. Esta casa que es la de ustedes se ofrece y a si mismo se compromete a brindarles la posibilidad de esa continuación. Lo seguirá siendo en lo que hace a la formación tanto en la capacidad técnica como en la conciencia social, en lo que hace a la preservación y enriquecimiento de la cultura jurídica, en lo que se vincula con el desarrollo de la investigación sobre la intervención jurídica y política, y en ayudar también a encontrar soluciones para los problemas que así se perciban. En todo eso, ustedes pueden y deben participar pues forman parte ya de esta comunidad que como he dicho está involucrada con la sociedad en su conjunto.
Futuros profesionales del derecho, los felicito y les deseo mucha suerte. Confiamos en ustedes.
Muchas gracias.