Discurso pronunciado por el Dr. Tomás Hutchinson
Acto de colación de grado del día 15 de noviembre de 2013
Señor Vicedecano, señora Secretaria Académica, demás autoridades presentes, profesores y profesoras, señores graduados, señores familiares y amigos de los graduados, señoras y señores.
Debo expresar, en primer lugar, mi agradecimiento al señor Vicedecano que me ha encomendado la misión, por sí muy hermosa, de despedir a los graduados que hoy reciben su diploma. Quiero agradecer la distinción que se me ha dado de hablarles a ustedes, queridos colegas, padres, familiares, amigos, en un día de júbilo y de fiesta. Júbilo y fiesta porque hoy es el día de colación de grado de ustedes que han entregado mucho por llegar a este título y hoy se consagra ese anhelo que ustedes iniciaron de hace ya muchos años.
Me distinguió el Vicedecano con esta distinción quizás porque yo soy graduado de esta universidad y también porque fui docente hace muchos años o quizás también porque fue mi compañero de egresado del Nacional Buenos Aires. Es cierto, ustedes miraran a él y a mí en este momento y dirán cómo puede ser, bueno es que a él le costó mucho recibirse por eso es mayor que yo. Pero, mi hija me dijo que no es por eso que te eligieron si no porque el Vicedecano sabe que vos hoy vas a decir las cosas con natura. He elegido insistir en la palabra graduado y no egresado porque no los considero egresados. La Universidad de Buenos Aires es una institución para estar siempre en ella.
Ustedes han transitado un largo camino y hoy han llegado a la meta, el esfuerzo realizado fue grande. Los principales protagonistas indudablemente fueron ustedes pero lo lograron también porque se sintieron acompañados por sus padres u otros familiares que los apoyaron en este emprendimiento. Ahora el esfuerzo de todos se ve coronado con el tan ansiado diploma del que se sentirán orgullosos toda la vida. Recibiendo el diploma han llegado a una puerta que ahora pueden abrir, detrás de esta puerta hay un nuevo espacio en el que entran hoy con decisión y optimismo, y quizás también con miedo. El miedo significa que hay responsabilidad. En el umbral de esta puerta les dirijo estas palabras como una reflexión en voz alta, si la hago en voz alta es porque me mueve una disposición de amistad hacia ustedes aun sin conocerlos personalmente. Es siempre un placer tener estos minutos para expresar qué se siente cuando se entregan los diplomas a los graduados de esta casa. En realidad, ustedes tienen sus propias sensaciones y nosotros tenemos las nuestras que se nutren por ejemplo de mis recuerdos cuando hace un montón de años estaba ahí como ustedes.
Un acto de graduación no es un acto protocolar es una fiesta para el espíritu, una consagración dirigida al amor por las cosas elegidas pensadas como destinos de nuestras vidas. También es un acto colectivo donde la alegría se comparte, se distribuye, se proyecta como agradecimiento y se compromete con futuros imaginables. Por eso este momento tiene para nosotros tanta fuerza intrínseca y la mayor importancia. Pero más allá de eso que tiene que ver con el área especifica de tiempo de cada uno. Hay quienes se gradúan de abogados, de traductores cuya función es mostrar fehacientemente en nuestro lenguaje lo que dice gente como nosotros pero de otros pero de otros medios, lo que requiere no solo un prolijo conocimiento de una u otra lengua sino también de esa gente, sus sentimientos y sus costumbres.
Más allá de todo esto, este acto supone algo así como la apertura de una gran puerta a la sociedad de un número importante de gente que ya está en ella pero que reingresa con una calificación adicional. Esa calificación que da el título universitario y en el caso de ustedes y de muchos que estamos en esta reunión hoy esta calificación supone un privilegio y también una responsabilidad adicional. Están ustedes obteniendo hoy un diploma de grado como fruto de los estudios que pudieron llevar a cabo en la universidad pública de la Argentina. Están sentados, ustedes, porque se han graduado de esta Universidad de Buenos Aires que como todas las universidades públicas del país es una creación que debemos a una generación que aposto a que la educación iba a ser un elemento de desarrollo, que tuvo una visión de la educación que tiende a que todos tengamos acceso a ellas y a que la educación sea gratuita que haya igualdad y propicie una educación laica. Una educación que sólo nos exige un compromiso ideológico por la democracia y por los valores que ella presenta.
No hay casa de estudio en la Argentina que ofrezca esta enorme variedad de pensamiento, de doctrina, de aproximaciones. Este es el verdadero lujo de esta casa de estudios, muchos profesores plurales donde no hay un pensamiento único, los dogmas de una cátedra se rebaten en la de al lado y los profesores de una misma cátedra discrepan. Recuerdo que como alumno lo veía mal, porque dependiendo de quién me tomara examen era lo que tenía que decir pero hoy me di cuenta de que no hay pensamiento único ni en el derecho, ni en la ciencia, ni en la vida por eso aquí rige de manera importantísima la libertad de cátedra. Todos los profesores dictan sus materias, las enseñan y las difunden de acuerdo a creencias, sus doctrinas y sus ideologías.
Yo les voy a dar consejos, no soy quien para dar consejos, solamente quiero hacer algunas reflexiones que son producto quizás del dominio público de la literatura que yo he leído o de algún pensamiento que he sacado de algún lado. Pero esto para que lo tengan en cuenta cuando ejerzan la profesión, la judicatura o lo que fuere. Ante un caso, no trate de buscar rarezas. Los casos raros son los más infrecuentes. No apresurarse ni entrever opinión hasta tener todos los elementos de juicio. Evite la adivinación, no tenga ideas preconcebidas, sea cauto con lo que está de moda, reflexione dos veces antes de una absolución, la solución única es una rareza, no sea demasiado afirmativo y solemne, es expresión de inexperiencia, no confunda estar al día con estar en el aire, una forma de estar al día es recordar el pasado, hable poco de lo que sabe y nada de lo que no sabe. A medida que pase el tiempo piense más en su criterio sobre los problemas jurídico que sobre lo que dicen los otros, el cliente debe ser para el abogado una persona, no un expediente, tampoco debe ser un mero expediente para un juez, necesitará un año para una hora de síntesis, y les pido por favor siendo abogados jueces no aparezcan por televisión, si son abogados es una falta de ética, si son jueces no son prudentes pero hay gente que ve una luz y hace declaraciones. Yo estoy convencido que de noche cuando van a buscar agua a la heladera y abren la puerta y prenden la luz, hacen declaraciones.
La abogacía debe ser pagada pero no monetizada. No se puede conjugar abogado y escéptico. Mire siempre hacia arriba, luche contra viento y marea. Vuele siempre hacia lo alto, vuele, se podrán cortar las alas pero seguirá viviendo. No se ocupe de las criticas aviesas, son como las moscas, sólo se detienen en la basura. Si nunca ha sido elogiado ni calumniado, se asemeja a una momia que camina. Cada uno dicta una parte de su propio destino con la fuerza de su voluntad, de su capacidad y de sus sentimientos. Si le cuesta un gran esfuerzo admirar la obra de los otros póngase en guardia, algo de su espíritu anda mal. Utilice ambas manos, la derecha para mantener firme el ganado y seguir trabajando, la izquierda para guardar alguna lágrima cuando el dolor o la traición lo afecte. Vaya con riendas tensas y refrenando el vuelo porque no es lo importante llegar sólo ni pronto sin llegar con todos y al mismo tiempo. Jerarquía no es poder sino responsabilidad. Sistema, amigos, sistema. Empiece por contar las piedras, luego contará las estrellas. Misión trascendental del educador es desarrollar alas en los que tienen manos y manos en los que tienen alas. Sólo trabajando se enseña a trabajar, sólo estudiando se enseña a estudiar. Fray ejemplo es el mejor predicador. No le encuentren problemas a las soluciones. Trate al fracaso y al éxito como lo que son, dos impostores, hay que dejarlos de lado. Como decía Confucio:”Si amas lo que haces, nunca será un trabajo. Aun que tengas toda la ciencia, si no tienes caridad no serás nada en la vida”.
Les deseo éxito, les deseo que sean felices. A festejar este día y mañana a asumir la responsabilidad de ser abogado.
Muchas gracias.