Discurso pronunciado por el Dr. Alfredo Ernesto Abarca
Acto de colación de grado del día 7 de junio de 2013
Debo confesarles que cuando se me planteó hablar en este acto, no sabía como hacerlo porque para mí implica un momento muy emotivo a la vez que un gran honor al ser el último profesor que escucharán en su carrera de grado.
Lo emotivo es porque en este podio, hace largos años (más de los que quisiera) con abundante pelo y sin canas, recibí del entonces decano mi título de abogado, con mis padres orgullosos y felices de ver a su hijo recibirse al igual que ustedes, señores invitados, que están asistiendo a este acto. Hoy, además de hablarles, también voy a tener el orgullo de entregarle a uno de mis hijos ese título.
Estos hechos me llenan de agradecimiento a esta muy prestigiosa Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
De las muchas cosas que se me ocurrieron decir en este breve momento asignado, la primera de ellas es: ¡felicitaciones! para ustedes por haber logrado este merecido título porque todos sabemos de los esfuerzos que han hecho para lograrlo, las horas estudiando, las noches sin dormir, la privación de muchas cosas para que este día llegara.
En unos momentos, cuando yo deje de hablar, prestarán juramento por aquello que más quieren y respetan y las autoridades universitarias le entregarán el diploma que los acredita como abogados pero ese juramento no es un mero trámite. Es el compromiso que asumen para el ejercicio de nuestra profesión.
Ustedes, a partir de hoy, van a ser un instrumento indispensable para lograr justicia en este mundo complicado y conflictivo y para ello se necesitan valores y condiciones especiales.
Necesitarán ética en el pensamiento y la ética en la acción. Pronto verán que es un tema recurrente en el ejercicio de la profesión. Ejercerla con responsabilidad y dedicación sin dejarse tentar por la corrupción sistémica que nos rodea, actuar con dignidad hacia sí mismos y defender los derechos y la dignidad de sus clientes, es esencial . Vivirán en el medio del conflicto para encontrarle una solución pero esta solución debe ser justa, de otra forma no sirve para ustedes ni para la sociedad.
Y también un gran esfuerzo diario que implica batallar permanentemente, viviendo en y para el conflicto de los demás que confían en su abogado. El esfuerzo para seguir estudiando y preparándose jurídicamente lo que nunca es suficiente sin quieren ser abogados de verdad.
La ética, la dignidad y el esfuerzo los hará fuertes y valorizarán el juramento que en unos momentos van a prestar y el título que van a recibir.
La ética sin esfuerzo es estéril y el esfuerzo sin ética, realmente, una porquería.
A partir de ahora van estar obsesionados por otras cosas, sepan disfrutarlas, sepan asumir la obligación personal y social, sepan trabajar con ética y dignidad aunque no sean debidamente retribuidos y sientan frustraciones. En ello, va el prestigio de su persona y del título que no debe bastardearse nunca aunque vean otros que lo hacen y se enriquecen obsenamente.
Ahora que finalizo estas palabras, las autoridades de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, les hará entrega de un merecido diploma que los acreditará como abogados, hónrenlo con su juramento y su acción.
Yo, siendo el último profesor que les habla, los vuelvo a felicitar y como soy un abogado veterano que está llegando al final del camino, quiero darles la bienvenida a la profesión honrosa y fascinante que han elegido.
Gracias.