Discurso pronunciado por el Dr. Gustavo Naveira de Casanova
Acto de colación de grado del día 22 de marzo de 2013
Buenas tardes a todos los presentes, y en especial a las familias de quienes hoy reciben su título profesional.
Cuando hace unos días la Decana me transmitió su invitación a que tomara la palabra para dirigirme ahora a todos ustedes, luego de aceptar con mucho gusto la tarea, pensé en qué tenía para decirles, y en cómo decírselo.
Lo primero que quiero hacer es transmitirles cierta tranquilidad con relación al cómo: lo que diré lo diré de manera breve. Igualmente, les quiero advertir que deben desconfiar -por lo general- de quienes comienzan advirtiendo que serán breves, y más de quienes lo hacen diciendo que serán “extremadamente” breves.
Con relación al qué, lo que me parece oportuno es reflexionar sobre algunos pocos aspectos que se conjugan en este momento.
Uno, el ámbito de nuestra Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Que es pública, laica y "gratuita", siendo esto último algo engañoso, porque de gratuita no tiene nada, porque nada hay gratis en la vida. Nuestra Universidad se sustenta con recursos provenientes de rentas generales. Es decir, no es arancelada ni se cobra directamente a sus usuarios.
Nuestra facultad debe seguir siendo aprovechada por ustedes. Por amor a ella -que seguramente lo tienen, aunque a veces descrean de él- pero también por conveniencia, ya que fue y sigue siendo un ámbito propicio para organizar el saber de cada uno. Hay montones de cursos, carreras de posgrado, conferencias, jornadas, y demás ámbitos de debate y capacitación que permiten incrementar el caudal de su capacitación profesional. Y muchos espacios de esparcimiento y recreación.
Nuestra facultad es un ámbito amable e inclusivo. Y lo hemos hecho entre todos, con el esfuerzo colectivo de muchísimas personas, que por suerte pensamos distinto. Y respetamos esa forma de pensar.
Dos, la culminación de la carrera de grado de cada uno. Al respecto, se podría decir, como en los chistes, que tengo dos noticias, una buena y otra mala. La buena es que en unos momentos les entregarán el título profesional y que podrán matricularse en los colegios de abogados para ejercer su profesión. Y la mala es que con eso no creo que les alcance. Y digo “no creo”, para ser prudente, porque les aseguro que no alcanza, porque el Derecho es algo vivo, mutable, cambiante, y que requiere de permanente actualización y pensamiento. Por eso, creo que es útil pensar que la finalización de la carrera de grado es una etapa más, importante por cierto, pero no la culminación del saber. Se abre una etapa más importante todavía, que es la de la vida profesional y sus retos, desde cualquiera de las perspectivas en que les toque desempeñarse.
Tres, la familia y los afectos. En este momento, que seguro que es valioso para cada uno de quienes están por recibir su respectivo título, también lo es para la familia y para los afectos de cada uno de ustedes. El apoyo, la paciencia, el esfuerzo que han realizado hasta el momento, también debe ser festejado por ellos, y con ellos.
No seré el primero en recordar aquí lo que hace la madre de un queridísimo amigo mexicano, el Doctor Miguel de Jesús Alvarado Esquivel. Esta señora, llamada Adelaida, tuvo 8 hijos, nacidos en un pueblito llamado Santa Clara, del Estado de Durango, en México. Y a todos, con bastante esfuerzo, les dio estudios terciarios, algunos de ellos universitarios, y hasta de posgrado.
Ahora vive en Durango, la capital del Estado homónimo. En la sala de su casa, además de los típicos adornos y elementos de ornato, tiene una pared en la que están expuestos y colgados todos los diplomas obtenidos por los hijos (algunos originales, y otros en copia), y los exhibe con mucho orgullo, y siempre destaca que una parte de cada uno de ellos le pertenece.
Y sin duda es así, y sin duda es así que ocurre en el caso de todos y cada uno de ustedes.
¿Recuerdan que les dije que sería breve? Creo haber cumplido.
Les deseo buenas noches, y que tengan felices festejos.