Discurso pronunciado por el Dr. Esteban Righi
Acto de colación de grado del día 19 de octubre de 2012
Buenas tardes a todos, señora Decana, demás autoridades presentes, futuros abogados, señoras y señores.
Quiero en primer lugar agradecer a la decana de esta casa, Dra. Mónica Pinto, que haya pensado que soy persona apropiada para dirigirme a estos jóvenes, que a partir de hoy son nuestros colegas.
Tengo claro que son los principales protagonistas de este acto, sin embargo no son los únicos, estoy seguro que en cada juramento sus familiares y amigos tendrán una emoción similar a la de ustedes. Necesito que me admitan que no estoy haciendo una frase de circunstancia. Me consta que hoy cuando le entregue su título a una joven abogada, su familia vivirá el acto como propio, y sé también que cuando otra joven reciba su diploma, su abuelo que está aquí estará orgulloso de su nieta. De modo entonces que tengo evidencia suficiente como para fundamentar esta primera afirmación.
Tengan la seguridad que esta no es una despedida. Hace muchos años, me niego a confesar cuantos, yo estaba sentado allí donde están sentados ustedes ahora, y como es evidente sigo estando aquí. Me pasaron muchas cosas pero esta siempre fue mi casa. Estoy seguro que a ustedes les pasará lo mismo, les pasará a los que ejerzan la abogacía, a quienes les pido me admitan una pequeña reflexión.
Los abogados pueden ser censurados por la forma cómo ejercen la profesión, es legítimo criticarlos por la forma cómo ejercen. Lo que no es legítimo es criticarlos por la persona a la que asistan, representen o patrocinen. Desde luego existirán límites éticos cuando les ofrezcan un caso para defender pero la ética es individual, en consecuencia ustedes deben ser los únicos protagonistas de esa decisión. Jamás admitan que los identifiquen con sus clientes. Como eso no va a suceder y van a recibir críticas injustas, van a necesitar un lugar donde se los entienda, se los comprenda, se los contenga. Ésta es la casa a la cual pueden acudir. Consiguientemente, no tienen que vivir este acto como una despedida.
Otros de ustedes serán jueces y estarán obligados a tomar decisiones. La judicatura genera muchas satisfacciones, pero también problemas. Déjenme enunciar uno: el derecho no es una ciencia exacta, en ciertos casos suele existir, lo que podríamos llamar, un prejuzgamiento social, y el prejuzgamiento social es inevitable consecuencia de la libertad de expresión. El problema que van a enfrentar, cuando deban decidir un caso, se presenta una situación en la cual de acuerdo a derecho tienen que resolverlo de alguna manera y eso va a contrariar la opinión pública. Es probable que en esa situación sean maltratados, es probable que necesiten un ámbito que los contenga. Esta casa es ese ámbito, acá nos entenderemos perfectamente.
A quienes se dediquen a la investigación y a la docencia, no necesito decirles que nos vamos a seguir viendo. Lo único que les pido es que tengan un buen recuerdo de sus maestros. El mejor homenaje que pueden hacerles es contradecirlos, nunca los sigan acríticamente. Puedo dar testimonio de esa necesidad, voy a pedir disculpas para refugiarme en mi disciplina. Yo pertenezco a una generación de penalistas que tiene prestigio académico, los nombres no los voy a dar pero ustedes los conocen. Puedo asegurarles que las generaciones más jóvenes de penalistas contienen juristas que saben mucho más que nosotros, de modo entonces de lo que se trata es de que no nos sigan acríticamente, sino de que hagan su propia tarea.
Para terminar permítanme que los felicite por que hayan terminado la carrera, que los convoque a seguir preservando esta casa y les aseguro que hay mucha tarea pendiente.
Muchas gracias y los felicito a todos.