Discurso pronunciado por el Dr. Juan Pablo Mugnolo
Acto de colación de grado del día 15 de junio de 2012
Sr. Secretario de investigación, autoridades de la Facultad, colegas, docentes, familiares, jóvenes graduados.
Quiero agradecer a la Facultad el hecho de posibilitarme estar hoy aquí unas palabras en este momento tan particular y ni bien uno recibe esta convocatoria, primero, se pone muy nervioso y indefectiblemente comienza a hacer un recorrido hacia atrás hasta el punto de verme ahí donde están sentados cada uno de ustedes. Y es un lugar interesante para preguntarse, cómo llegamos hasta ahí, cómo llegaron ustedes hasta ahí, como llegue yo hasta ahí. En primer lugar, tratándose de una Universidad pública y gratuita, con mucho sacrificio de nuestra parte, con sus empleos, de sus familiares, hasta financiero.
Hoy a 94 años de la reforma universitaria, también conviene, corresponde destacar que esa gratuidad que facilita, que explica que muchos de ustedes estén aquí hoy sentados, tiene que ver con que además de nuestros padres y del propio sacrificio económico de ustedes, la sociedad toda participó, aportó para que hoy hayan podido llegar hasta acá. Hasta ese señor, ese obrero que recién hoy debe estar llegando a su casa en un barrio marginal, aquí detrás de esta Facultad y que quizás nunca pueda ver llegar a su hijo llegar a la Universidad, ese señor también aportó para que ustedes hoy estén aquí. Eso implica una deuda para con la sociedad y está sentado ahí con ustedes.
Además de sus padres, de la sociedad, de ese trabajador que vive aquí detrás, algo tuvimos que ver también nosotros, los profesores, en acompañarlos en esta experiencia tan linda que es el paso por la Universidad. ¿Y cuál ha sido nuestro intento?, ¿para qué nos forma la Facultad? ¿Para qué nos capacita la Universidad? Para algo muy sencillo pero a la vez, muy arduo y es que ustedes logren conformar, armar, completar un pensamiento propio. Eso es la Universidad pública, para eso trabajamos los docentes en la Universidad pública. Al profesor Monti en la Italia fascista, siendo el Profesor Monti apresado y estando delante de sus alumnos, un policía fascista le pregunta, “¿Usted qué enseña en la Universidad?”. El Profesor Monti le responde: “Enseño a respetar las ideas”, a lo que el policía fascista le pregunta: “Pero qué ideas son las que enseña a respetar?”. El Profesor Monti le responde: “Las ideas de cada cual”. Ese es el espíritu que los docentes tratamos de transmitirles a ustedes y que yo creo que en su bagaje, en su mochila, hoy también traen a estos asientos tan cómodos en los que ustedes tan nerviosos se encuentran. Eso explica un poco el recorrido, el profesor que los acompañó en un recorrido, que la sociedad les permitió recorrer.
Ahora yo sé o creo saber o poder compartir con ustedes, que en realidad la pregunta que ustedes se hacen hoy es: “Qué hago yo acá?”. Perplejos por esa duda sembrada por los docentes, en deuda con la sociedad que les permitió llegar hasta acá, se preguntan: “Qué hago, qué hacemos acá?”. Yo la respuesta no la encontré en ningún jurista ni en ningún sociólogo, la encontré en un poeta, en “el” poeta, en Jorge Luis Borges cuando habla de los justos. Me pareció la respuesta más humana, más cercana que yo les podía dar hoy en este día entre esa pregunta que ustedes se ven hacer: “¿Qué hago acá?”. Y lo que estamos haciendo, jóvenes graduados, colegas, es conformar un colectivo, el colectivo de los justos, que es un club con gente simple que con actos cotidianos alejados de épicas grandilocuentes y de acciones infrahumanas, simplemente con actos diarios, cotidianos, simples, tratan de mejorar la sociedad. Por eso hoy, colegas, chicos, ex alumnos, junto a un hombre que cultiva un jardín, como diría Voltaire, junto a una mujer que agradece que en la tierra haya música, junto al que justifica o quiere justificar un daño que le han hecho, junto a ese otro hombre que acaricia un animal dormido, junto al que prefiere que sean los otros los que tengan razón, junto a todos ellos, un grupo de jóvenes que se ignoran entre sí, recién graduados, sin darse cuenta están salvando al mundo.
Muchas gracias.