Discurso pronunciado por el Dr. Agustín Gordillo
Acto de colación de grado del día 1 de junio de 2012
Señora Decana de la Facultad de Derecho, señores consejeros, señores profesores, queridos colegas, familiares todos.
Me era imposible no acordarme de que yo estaba en ese lugar del año 59, hace poquito tiempo nomás. En aquel entonces decíamos, los compañeros, que estábamos en la cabeza del ratón y que pasábamos ser la cola del león. No se lo crean. Todavía estoy en la cola del león, yo creo que a la cabeza del león no se llega nunca. Y una de las primeras cosas que tenemos que aprender es que no hemos terminado de estudiar, estamos empezando a estudiar. El título habilitante no es una patente de corso pero dice que podemos ejercer la profesión pero para ejercerla de verdad, tenemos que estudiar y trabajar muchísimo cada caso, mucho más que lo que lo hicimos en la Facultad. No menos, más. Y aquel que no estudie cada día, cada caso más que lo que estudió en la Facultad, no estará prestando un buen servicio a sus clientes.
Ustedes van a necesitar clientes para vivir. Conviene que sepan un verso veneciano de 1610 que dice: “para hacer juicio hace falta: bolsa de banquero, paciencia de ermitaño, tener derecho, saberlo exponer, encontrar quién se lo quiera dar y deudor que pueda pagar”. Todo esto hay que tenerlo presente todo junto cuando uno da un consejo a un posible cliente. No pensar solamente cuánto cobro de este bolsillo de banquero, sino qué va a decir de mi después que pasen los años y no hayamos podido ejecutarla sentencia, ganando el juicio.
Recuerdo una vez, me vino a ver una abogada joven, que me planteaba el problema de un juicio, y yo le digo: “bueno, calculo que eso llevará más o menos entre 12 y 15 años”. Quedó tan estupefacta que se levantó y se fue sin despedirse, pobre, anonadada. Y la verdad es que he terminado juicios de 35 años. Cuando alguien me ofrece un juicio hoy, le digo: “disculpe, no tengo edad para tomar juicios, tendría que pensar que voy a vivir 200 años”. Uno dice: “¿siempre así?” No siempre así, por supuesto. Pero bueno, tienen que aprender a calcular el tiempo en años que les va a llevar y tienen que tomar conciencia de que en pocos días tienen que resolver si toman o no el asunto, en pocos días más tiene que empezar a delinear cómo van a afrontar el caso, ver toda la jurisprudencia, ver toda la doctrina, pensar, consultar, reflexionar, matarse y después seguir un curso que quizás no ha sido el mejor, y ese seguirlo por años y años.
Es una profesión sacrificada, pero también es una profesión linda, en la cual si uno se da cuenta que lo principal son los hechos y que los juicios se pierden o ganan por la prueba uno aprende e cada caso algo nuevo sobre los hechos y esto implica conocer distintas disciplinas. Si es un caso de mala praxis, habrá que enterarse cuál fue la enfermedad que fue mal tratada, mal diagnosticada, mal medicada, lo que fuere. Si es un caso de accidente de trabajo, lo mismo, o un caso de choque. En cualquier caso que tengan, van a tener una cuestión de hecho que estudiar y saber, por lo menos, a la par del perito. No por cierto para ser mejores que el perito, sino para poder defender bien ante el juez la pericia, si le sirve o no le sirve.
En definitiva, creo que es una profesión hermosa, creo que hay que tomarla como un don de dios y del destino. Creo que no tenemos que olvidar nunca que el fin último de nuestro trabajo es el de hacer justicia, lograr la paz entre los hombres, pero al mismo tiempo hay sobre todos nosotros una enorme responsabilidad que es la de estudiar cada día muchísimo más que lo que hemos estudiado antes. Muchas gracias y muchas felicidades.