Discurso pronunciado por el Dr. Javier Fernández Moores
Acto de colación de grado del día 23 de marzo de 2012
Buenas tardes.
Señor Vicedecano, Alberto Bueres, Señora Secretaria Académica, Silvia Nonna, Señores Miembros del Consejo Directivo, Señoras y Señores Profesores, Señoras y Señores, abogados y abogadas que hoy reciben su diploma.
¿Qué decir en un momento como éste? En primer lugar, felicitarlos pero no sólo a ustedes, graduados y graduadas, sino también a sus familiares y amigos aquí presentes que los han acompañado, apoyado y soportado con todo el sentido de la palabra “soporte” en todos estos años de esfuerzo compartido.
También felicitar al cuerpo docente y no docente de esta Facultad porque cada graduación multitudinaria como ésta demuestra que el esfuerzo no ha sido en vano.
En fin, valga reconocimiento a toda la comunidad educativa porque el logro que hoy nos reúne es el de toda esa comunidad integrada por familias, amistades, docentes y administrativos.
Agradezco especialmente a las autoridades por darme hoy la oportunidad y el privilegio de compartir estas reflexiones, y si me siento triplemente privilegiado y agradecido a la UBA y a su Facultad de Derecho es porque en estas aulas estudió mi padre, quien llegara a ser Juez de comercio. Estudié también yo que al igual que mi padre llegué a ser Juez de comercio y además docente de esta Casa desde hace más de 30 años, que ya ni quiero decirlos. Y estudió mi hija Josefina, a quien hoy tengo la dicha de dirigirme, junto a ustedes, y entregarle su diploma.
¿Qué es hoy ser abogado? ¿Qué significa ser abogado? La respuesta parece simple pero creo que no lo es. No existe hoy una sola manera de ejercer la abogacía. Algunos de ustedes elegirán la carrera judicial, otros trabajarán en la Administración Pública, en asociaciones, en empresas, se dedicarán al asesoramiento externo, redactarán contratos, diseñarán estrategias de negocios y muchos otros litigarán ante los Tribunales en procesos civiles, comerciales o penales. Por fin, habrá también quienes aplicaran sus conocimientos en la función pública y la política, a la que se dedicarán con pasión. Si al salir del edificio lo hacen rumbo a la sala de profesores, pasarán justamente por un recinto que nos recuerda a los Presidentes que egresaron de esta Casa de Estudios.
Un abogado, Mahatma Gandhi, no en vano llamado apóstol de la no violencia, fue artífice de la independencia de su país, la India. Un abogado, Juan Bautista Alberdi, fue quien escribió las bases para la reorganización nacional. Un abogado, Juan Manuel Belgrano, fue quien se puso traje de militar para defender nuestra independencia y nos legó también los colores de nuestra bandera, y como reciben hoy también su título dos abogadas de nacionalidad peruana (que levanten la mano), recordemos también que un gran colaborador del libertador don José de San Martín fue el abogado peruano Manuel Pérez de Tudela y Vílchez, prócer y redactor de la Declaración de independencia de su país.
La lista sería larga, injusta e interminable. Pero si también debemos admitir que muchos abogados se han valido del Derecho para pretender legitimar injusticias, persecuciones, la explotación del hombre por el hombre, es justo reconocer que el título que hoy reciben no es condición suficiente para ser mejores personas. Un sabio jurista uruguayo, Eduardo Couture, nos advertía en unos de sus célebres diez mandamientos de la abogacia: “Tu deber es luchar por el Derecho pero el día que encuentres en conflicto el Derecho con la justicia, lucha por la justicia”. El preámbulo de nuestra Constitución Nacional reconoce como objetivo prioritario el de afianzar la justicia, a la par de promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad, y lo hace para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino, razón por la cual podemos decir hoy con satisfacción que tenemos graduados de otras nacionalidades y nuestra Facultad recibe alumnos de intercambio del mundo entero. También decía Couture: “Ten fe en el Derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana, en la justicia como destino normal del Derecho, en la paz como sustituto bondadoso de la justicia, y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay Derecho, ni justicia ni paz”. Recuerden cuando luchen por todos esos valores, que lo harán por sus convicciones pero también porque esos mismos valores los estudiaron como alumnos de la UBA, y procuren devolverle a la sociedad lo que la sociedad les dio.
Nada más. Muchas gracias.