Discurso pronunciado por el Dr. Claudio Lutzky
Acto de colación de grado del día 5 de agosto de 2011
Buenos días ¿Como están? Hola.
Cuando las autoridades de la Facultad tuvieron la gentileza de invitarme a dirigirme a ustedes lo primero que hice fue decir que sí y lo segundo fue pensar qué iba a decir. Hay cosas que viene de yuyo, la primera es felicitarlos a todos por el logro de haberse recibido y por el día de hoy donde reciben su título y donde empiezan una nueva etapa de sus carreras y de sus vidas. Es un ritual importante, como dice El Principito: “los ritos son necesarios, porque nos permiten hacer una pausa y valorar lo que hemos hecho y medir lo que nos espera”. Así que es un día muy importante para ustedes y para sus familias y amigos. Mis más sinceras felicitaciones. Es un día importante para la Facultad, porque también es un ritual importante para todos los que formamos parte de ella, esta entrega periódica de diplomas que se hace.
Dado que lo que a ustedes realmente les importa es recibir el diploma que bien se lo han ganado procuraré ser breve, pero dado que tienen que escucharme trataré de decir algo que pueda servirle de alguna utilidad.
Lo que puedo decir es lo que pienso o lo que hago como profesor. También pensando que tal vez les pueda ser útil a alguno de ustedes como reflexión. Tiene que ver con lo siguiente: el rol del abogado y cómo ustedes se verán. No pienso arengarlos a ser ciudadanos modelos y héroes de la patria, esto es común muchas veces en este tipo de ceremonias. Es lindo que eso pase pero yo tiendo a ser un poco más escéptico con eso y tratar de ser más mesurado. Recuerdo en una jura que estuve, en donde el que me tomó la jura dijo que si usted pensó en ser abogado porque lo que le interesa es hacerle el bien al prójimo y hacer justicia debería haber ido a la Cruz Roja, se equivocó de carrera. Yo no comparto eso totalmente, pero sí creo que lo más importante cuando uno obtiene su título y comienza su carrera es hacer el trabajo de uno bien, a conciencia y ser útil para los semejantes. Pero sobre todo haciendo el trabajo a conciencia y bien.
Una de las materias que dicto en esta Facultad se llama “Teoría del conflicto”. Las dictamos un grupo de discípulos del recordado Profesor Remo Entelman, que desgraciadamente falleció hace unos pocos años. ¿De qué se trata esa materia y para qué sirve? Bueno, en nuestros tiempos, por desgracia me parece, está en general asociada la idea del abogado con el juicio, es decir, la manera de procesar los conflictos es naturalmente contenciosa. Por eso en general la sociedad cuando reclama algo, reclama leyes al Congreso, para utilizarlas después como un mecanismo para tratar de forzar situaciones que los que las reclaman consideran justas. Sin embargo, los que acuden, como ustedes verán cuando ejerzan su profesión, los que acuden a verlos muchas veces irán con pretensiones que no están cubiertas por norma alguna. Es decir, la gente para conflictuar no espera saber si la conducta involucrada, si los objetivos en cuestión, están permitidos o no, están prohibidos o no. La gente conflictúa porque tiene objetivos que son incompatibles con los de otra gente y el abogado está percibido como la persona por excelencia para ir a referirle estas cuestiones.
El asunto es el siguiente, con todo el avance que el sistema jurídico significa por sobre la llamada “ley de la selva” o estado de naturaleza como nos enseñaban los contractualistas que vimos en su momento, el recurso a la aplicación de la ley por el Estado, insito un avance como es, no deja de ser un acto de fuerza. Es decir, la adjudicación por parte de un organismo público que por ser del Estado por la vieja definición de Weber implica el monopolio de la fuerza, no deja de ser el resorte a la violencia. Es decir, la aplicación obligatoria de normas aunque se haga por organismos debidamente constituidos no deja de ser un mecanismo violento. Pareciera que es más deseable para las personas que las decisiones las tomen por sí mismos y no por la imposición de un tercero. Pareciera además que los conflictos que se resuelven mediante la adjudicación obligatoria y que se resuelvan es dudoso, precisamente no terminan necesariamente ahí. Por que no se resuelve el conflicto en sí, lo que se hace es declarar un ganador y un perdedor. Pero muchas veces el conflicto en sí no está resuelto porque el perdedor se sentirá perjudicado. Esto se ve claramente en los procesos de familia, pero también se ve en muchas otras cuestiones, cuando el perdedor en un proceso contencioso continúa la guerra por otros medios por así decirlo. O aún cuando eso no pase la relación social que subyacía al conflicto queda irreparablemente dañada. Es beneficioso me parece, creo que coincidiremos todos en esto, para la sociedad que el nivel de conflictividad de esa sociedad sea el menor posible, de manera de favorecer la cooperación. No olvidemos que de las cosas que gozamos en el desarrollo civilizatorio no es otra cosa que el resultado de un proceso milenario de cooperación. Todas las cosas de las que gozamos hoy, los bienes y servicios de los que gozamos, han sido creados y son provistos mediante la cooperación social. Entonces pareciera que la cooperación en sí es un bien a valorar y a defender. ¿Por qué es relevante esto y por qué lo traigo a cuenta? Me gustaría sugerirles humildemente que cuando contemplen su carrera y su función, más allá de las preferencias o las vocaciones particulares de cada uno, se piense no solamente como representantes de alguien por el que hay que pelear, lo cual no está mal porque para eso los van a ir a ver y les van a pagar, sino también a la vez verse como gestores de conflictos y pacificadores, que mediante la negociación procuren primero resolver las cosas por las buenas, antes de recurrir a sus soluciones obligatorias y violentas.
En general eso no me parece que esté demasiado hecho carne en nosotros, cuando nos recibimos y cuando iniciamos nuestra profesión. Nosotros tenemos una ley de mediación obligatoria, pero dado que la filosofía de la negociación no ha cuajado todavía masivamente me parece en los abogados, para muchísima gente la mediación es nada más que un obstáculo incómodo que hay que saltar antes de ir a litigar. Y aún antes de la mediación, el abogado mismo de parte tratando de resolver y proteger los intereses de su cliente, negociando y no peleando. Con todos los recursos que tenga a su disposición y sin descartar desde luego jamás el recurso a la ley y a la aplicación de la ley por el Estado. Pero cuanto más fácilmente y más rápido y pacíficamente resolvamos nuestros conflictos, nos ahorramos recursos, nos ahorramos tiempo, nos ahorramos desgaste, etcétera, etcétera. Y además, me parece y ahora sí vamos a nuestro rol como ciudadanos, además de ser útil para nuestros clientes y en mi opinión mejorarnos a agregar esa filosofía y esa experticia, mejorarnos como profesionales, creo que es algo que nuestra sociedad necesita fuertemente. La República Argentina ha sido siempre un país muy conflictivo y lo vemos hoy, estamos muy peleados todos. Las discusiones son muy agudas y muy agresivas ¿No? No tiene sentido, ustedes tendrán sus posiciones políticas de preferencia y yo tendré las mías, no importa eso. Pero precisamente no tiene sentido pensar quien empezó porque esa no es la manera de resolver un problema. La manera de resolver un problema es decir: bueno estamos acá, como lo resolvemos por las buenas y nos peleamos un poco menos ¿No?
La Argentina hace menos de un siglo era uno de los países más ricos del mundo y está visto como una de las futuras potencias mundiales. Hoy es un país más conocido por sus índices de pobreza y sus crisis periódicas que por otra cosa. Los estudiosos del mundo todavía se preguntan cómo es posible que la Argentina haya implotado de esa manera. Tal vez una de la razones sea la dificultad que tenemos de convivir y de cooperar. Esa enorme propensión que los argentinos tenemos a pelear y a no coexistir. Entonces, me parece, ya cerrando y para ir a lo importante que es la entrega de los diplomas, me parece que es valioso tanto como abogados como en su condición de ciudadanos y por eso me permito molestarlos con estas sugerencias, ustedes piensen también en la posibilidad desarrollar su práctica y sus aptitudes personales de una manera más componedora, negociadora, que de una manera litigiosa o contenciosa. Esto, y hablando de nuestro país, es una frase de los evangelios que introdujo la discusión política hace siglo y medio, la frase dice algo así como “una casa peleada consigo misma no puede sostenerse”. Y a nuestro país le pasa generalmente eso, somos una casa peleada consigo misma. Mas allá de las diferencias que son necesarias estamos muy peleados con nosotros mismos y eso nos entorpece, porque nos quita tiempo y nos quita energía y nos quita capacidad de cooperar ¿No? Me parece que como ciudadanos es bueno que reflexionemos sobre eso, que tratemos de debatir o discutir de manera más pacífica y sobre todo como profesionales creo que el procurar resolver las inquietudes de nuestros clientes y las pretensiones de nuestros clientes de la manera más pacífica, rápida y limpia posible también será una contribución a nuestros clientes y a la sociedad en general, y nos hará mejores profesionales.
Espero no haberlos aburrido demasiado. Les agradezco la atención y una vez más les deseo mucha suerte para sus carreras.