Discurso pronunciado por la Dra. María Rosa Pugliese
Acto de colación de grado del día 5 de junio de 2009
Buenos días señor Decano, señores autoridades, señores colegas, señores egresados y familiares y amigos que los acompañan.
En primer término quiero agradecer al señor Decano la deferencia de ofrecerme brindar la oración de colación de grados, y la oportunidad de dirigirme a ustedes, en este día especial en la vida de estos queridos alumnos que ya son nuestros colegas, un día de alegría y de nostalgia, y también para mi, porque tengo una antorcha que recibí y que hoy me toca pasar, lo hemos hecho de generación en generación desde que se fundara esta Casa, que en unos años más ya tendrá 200 años!!... el señor Decano fue mi joven y entusiasta profesor de Obligaciones, de quien recibí una formación profunda y a la vez creativa. Hoy debo entregar esa antorcha.
Este es un día para reflexionar sobre el futuro.
Pero no es un adiós de la Casa que los cobijó, son parte de esta Facultad, se han adherido hasta a sus paredes y son los portadores de esa antorcha que mañana entregarán a otros.
Ustedes llevan el sello de la Universidad de Buenos Aires. Sello que se demuestra en la excelencia, en los valores y en la pluralidad que es y debe ser su norte y que exhibirán en las tareas que emprendan, ya sea que elijan abogar, ser parte de alguno de los poderes del Estado, o en cualquier otro trabajo.
Hoy, por mi intermedio, reciben el mensaje de sus profesores, que está apoyado en dos ejes.
Primero: este es un día especial en sus vidas, más allá de este título. Nuestro objeto ha sido formarlos, no sólo como abogados sino para la vida.
Segundo: ustedes son parte de una cultura jurídica y sin darse cuenta han recibido una misión.
Primero, en realidad, después del júbilo de recibir un diploma y festejar, sin contradecir lo expresado, este es un día más en el camino de sus vidas, porque lo importante no es la “posada”, sino el propio camino… y habrá mucha lucha y trabajo, pero lo importante es que lo tengan con alegría.
Esperamos que hayan recibido los instrumentos para que el camino sea una vía donde primen los valores, pues han elegido una carrera importante para ustedes y para la sociedad en la que viven.
Ustedes pedirán o darán justicia…. ¡Qué pesada tarea!, pero a la vez ¡qué rica y fundamental función! Quizás no lo pensaron…
Mañana ya no podrán decir que la justicia que se imparta es mala o regular porque será obra de ustedes.
Segundo, ustedes forman parte de una cultura jurídica en la que se formaron, y si no la consideran apropiada deberán cambiarla. Por eso se los llama y son propiamente desde hoy operadores jurídicos y tienen una misión.
De allí la importancia de la dinámica jurídica, tarea que hacemos los historiadores para que ustedes comprendan que el Derecho no es algo fijo que ha quedado aprisionado en uno o más códigos, sino que el Derecho nace por infinitas vías y resquicios que constituyen formas espontáneas de creación.
Y también es obra de la reflexión crítica y de la práctica de ustedes, sea como abogados, legisladores, jueces o funcionarios.
Ya lo señaló el doctor Héctor Lafaille en 1924 cuando se inauguró en el Palacio de Tribunales el Departamento de Enseñanza Práctica: “nadie confunde ya el Derecho con la Ley escrita, sin olvidar que a la par de la ciencia pura debe aprenderse el arte… y un arte es, por fuerza, experimental, y no se adquiere sino con la práctica”. Y agregó: “la norma escrita debe humanizarse y bajar de las nubes”.
Esa reflexión crítica en torno a la naturaleza de los fenómenos jurídicos y la práctica a que aludimos, provoca cambios. Esto les permitirá considerar nuevas concepciones en la forma de administrar justicia, así como comprender los efectos de la circulación de ideas que se dan en una sociedad.
Por eso, a ustedes les está reservado un rol decisivo en esta tarea apasionante, si cumplen la misión que hoy reciben.
Los abogados hemos perdido un rol protagónico en la construcción formal del Derecho, ustedes deben devolver ese protagonismo. Les pasamos la antorcha, esperamos que uds. la sepan llevar adelante.
Los convoco para ser parte de un movimiento científico crítico y reformador, como personas y como abogados.
Y cuando la carga sea pesada…, vuelvan a esta Casa para seguir aprendiendo.
Y cuando quieran transmitir valores… vuelvan para ser parte de la Carrera Docente… vuelvan para revalorizar los valores que nos hicieron una nación grande, vuelvan para que la antorcha de la justicia brille.
Y, por nuestra parte, los profesores debemos comprender que hay que dejarlos partir para que levanten su propio vuelo… y lleguen más lejos que nosotros…
No sé si tenemos deudas con ustedes, creo que está en la conciencia de cada uno, no se olviden que el facilismo promueve profesionales mediocres, algunos sufrirán por ello, sin duda, y si han tenido algún profesor sin verdadera vocación, les pido perdón por ellos.
Como siempre se ha dicho, la despedida tiene su nostalgia y el profesor quisiera irse con sus alumnos para seguir “sueños fugitivos”, pero no lo hacemos, sino que los acompañamos espiritualmente con nuestro afecto y nuestros mejores deseos para su vida personal y profesional.
Como final, deseo terminar con unas palabras de José Manuel Estrada: “que vuestra conducta sea el reflejo de una universidad que proclama y ejercita valores”.
¡Muchas felicidades!