Discurso pronunciado por el Dr. Daniel Roque Vítolo
Acto de colación de grado del día 19 de junio de 2009
Señor Decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, Prof. Emérito Dr. Atilio Aníbal Alterini; Señores Secretarios; Señores Miembros del Consejo Directivo de esta Facultad; Señores Profesores; Queridos graduados que hoy reciben su título profesional; Señoras y Señores:
Hoy es un día especialmente grato e importante para la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires porque, una vez más, tiene la satisfacción -y el orgullo- de poder entregar nuevos diplomas y títulos habilitantes a quienes hasta el día de ayer formaban parte de su claustro de alumnos. El claustro de alumnos de esta Facultad en la cual me formé, y de la que hoy soy orgullosamente docente y directivo.
Es también un momento especialmente emocionante para mí, por tener el privilegio de haber sido invitado para dirigirme a Uds. en esta ceremonia de graduación.
¿Cómo describir este momento? Hoy, un grupo de mujeres y hombres que escogieron -cada uno a su tiempo- esta Universidad pública, colocando en ella su confianza, y brindando a la misma su tiempo y su esfuerzo, para poder llegar a la ansiada meta de obtener un título profesional, ven sus sueños convertidos en realidad.
Este es el logro de un esfuerzo común y con varios protagonistas; es el esfuerzo de una Facultad generosa y prestigiosa; es también el esfuerzo de alumnos responsables, estudiosos y trabajadores, y es además -sin lugar a dudas- el esfuerzo de las comunidades familiares que conformadas por madres, padres, esposas, maridos, novios, novias e hijos brindaron -en cada caso- a quienes hoy reciben su título profesional, la ayuda, el apoyo, la contención y el acompañamiento a lo largo del camino de su carrera universitaria.
También es un día feliz para la República Argentina pues, cuando buscamos un denominador común a la solución de la problemática de una determinada nación -y muy especialmente si se trata de un país como el nuestro- emergente y en vías de desarrollo, siempre encontramos que no existe otro denominador que no sea la educación. Éste es el norme valor intangible de una comunidad: el potencial transformador que surge de la combinación de la investigación, el conocimiento y la experiencia.
De allí deriva la importancia que tiene la educación en el avance económico, social y cultural de toda sociedad y su primacía como columna vertebral de todo programa destinado al avance y progreso de una nación. Y es de especial relevancia para esta ceremonia de graduación que, además, en este caso la educación superior se haya llevado a cabo en el ámbito de las Ciencias Jurídicas.
La Universidad representa el nivel más avanzado del proceso educativo, y las Universidades han cambiado notablemente desde que se fundaron en la Edad Media hasta nuestros días. Se han transformado, de pequeñas comunidades de profesores y alumnos, en organizaciones complejas que realizan variadas funciones y en las que conviven grupos con intereses diversos. Por eso, el concepto de Universidad ha sido dinámico, y probablemente lo seguirá siendo.
Sin embargo, los valores y los principios de los miembros de la Universidad, las virtudes de las personas y las virtudes de los estudios son permanentes. Y el deber de los universitarios es luchar porque prevalezcan estos valores sobre presiones y problemas circunstanciales.
Uds. queridos graduados, han sido, son hoy, y esperamos que sigan siendo en el futuro, parte de esta institución y aspiramos a que mantengan los valores en los cuales se han formado y que Uds. han contribuido a fortalecer:
Los vislumbramos artífices y exponentes de la preservación de la Universidad como una institución seria y respetable, a la que la sociedad recurrirá, como hasta ahora, con confianza y seguridad, porque sabe que uno de sus principios es servir a esa sociedad con honestidad y desinterés.
Al haber culminado sus estudios, Uds. son hoy Procuradores, Abogados, o Profesores en Ciencias Jurídicas; servidores y constructores del Derecho; y desarrollarán su profesión quizás en la actividad privada, en la magistratura, en el ámbito público o del Estado, tanto como profesionales liberales, o bien integrando organizaciones económicas, comerciales, sociales, o entes de bien público.
No importa donde el destino los lleve. Allí, donde Uds. ejerzan su profesión y pongan en práctica sus conocimientos, habrán de recordar que, como decía Ihering, la finalidad del Derecho es la paz, y el medio para lograr la paz es la lucha contra la injusticia; y el camino de la lucha contra la injusticia es la causa inagotable por la libertad, el respeto y la dignidad del hombre.
Bienvenidos a la arena de esta lucha. Son Uds. -queridos graduados- los nuevos gladiadores.
Desde su labor de Abogados, Procuradores o a través de la transferencia de Conocimientos Superiores, por haber cursado los estudios superiores en Ciencias Jurídicas, serán parte de los constructores del mañana.
Detrás de las puertas de esta Facultad está su desafío: el mundo. Un mundo globalizado -para bien o para mal- en el cual el grito ahogado de millones de hombres y mujeres requieren, de quienes han sido formados en la Ciencia del Derecho, una labor fecunda, para construir una sociedad más justa, en la cual impere la regla de la ley y pueda hacerse realidad la verdad profunda de la Justicia.
Dentro de algunos instantes, cuando crucen el umbral, a la salida, encontrarán los más osados desafíos, y los acecharán quienes no creen en el Derecho ni en la Justicia; muchos de ellos intentarán sorprenderlos, desalentarlos, y hacerles abandonar la idea de que es posible un mundo mejor erigido sobre los valores de los cuales Uds. son portadores.
No teman: han sido preparados suficientemente para tamaño desafío, y sus maestros afirmamos que están listos para el combate.
Luchen con todas sus fuerzas por sus ideales, pero con la lealtad y la nobleza de quienes han hecho del Derecho su vocación y su destino; como se los hemos enseñado a lo largo de estos años.
El Derecho es un arma enorme que, en manos de quienes han sido formados para ejercerlo se convierte en la herramienta del artesano que cincela una realidad cuya cara mas expresiva es la Justicia.
Queridos graduados: confiamos en Uds. y creemos en su destino.
Pero les pedimos una última actitud. Cuando bajen las escalinatas de esta histórica Facultad, antes de cruzar la calle, o de transitar sonrientes y felices ese pintoresco puente -que curiosamente lleva el nombre de mi padre, Alfredo Roque Vítolo-, giren por un momento la cabeza y, den una nueva mirada a nuestro edificio. Al fijar la imagen en sus retinas, recuerden que ésta sigue siendo para todos Uds. siempre su casa., y que aquí estaremos -también siempre-, nosotros y quienes nos sucedan, para recibirlos, para apoyarlos, para acompañarlos, y para invitarlos a que participen de nuestra vida universitaria como graduados, en el perfeccionamiento de posgrado, o para que se incorporen como docentes en las cátedras.
Gracias por elegirnos. Felicitaciones a todos Uds., a sus familias, y a quienes tendrán el privilegio de vincularse con Uds. en esta nueva etapa que hoy comienzan como graduados universitarios y profesionales.
No los olvidaremos. Y nosotros esperamos que Uds. tampoco nos olviden. Nuevas felicitaciones y… una vez más gracias.