Discurso pronunciado por el Dr. Juan Antonio Travieso
Acto de colación de grado del día 6 de abril de 2009
Señor Vicedecano, autoridades de la Facultad, profesores, amigos. Buenos días a todos y todas.
Este es un momento emotivo y reconozco que me siento invadido por dos sensaciones. La primera de alegría y felicidad por la graduación de hoy que corona una vocación. Pero también este es un momento muy triste para nuestra Facultad. En primer lugar, porque hemos perdido a un amigo, a un hombre que ha hecho muchísimo por nuestra Facultad de Derecho. No quisiera amargarles este momento tan importante para ustedes, para los egresados y para sus familias y amigos al terminar una etapa y comenzar una nueva. Pero sí quiero de todos modos hacer presente en esta reunión a todos aquellos que han hecho tanto, como profesores, Decanos y constructores de lo mejor de nuestra patria.
En primer lugar, mi recuerdo emocionado es para Andrés D’Alessio, con quien tuve el honor de compartir más de 8 años en el Consejo Directivo junto con nuestro querido Decano Atilio Alterini. Las obras que se hicieron y que se hacen en la Facultad fueron y son titánicas. Este mismo techo que hoy nos cobija fue obra del enorme esfuerzo hecho por el Consejo Directivo de esa época, y la reconstrucción y modernización de toda una estructura envejecida. Recordemos también la fuerza académica de nuestra Facultad con la presencia en todos los ámbitos de nuestro país y del mundo. Nuestros alumnos han obtenido premios en diversos concursos que nos llenan de orgullo, con fuerza, talento, y creatividad.
Mi recuerdo emocionado para estos hombres porque fundamentalmente los profesores trabajamos en la inspiración, ilustración y orientación, pero básicamente en valores y principios. Nuestra tarea fundamental es la de generar a través de nuestra acción y nuestros ejemplos, valores y virtudes.
En estos días hemos tenido una expresión superlativa de los valores y virtudes de una personalidad que egresó también de la Facultad de Derecho. Me refiero a nuestro Presidente Raúl Alfonsín.
¡Qué feliz que me siento evocando al Presidente Alfonsín! ¡Qué feliz me siento habiendo participado de las calles tapizadas con nuestras lágrimas y con nuestra emoción de poder acompañar como lo hicimos en vida, hasta el último momento a nuestro gran Presidente Alfonsín. Hoy en día las encuestas empiezan a reconocer al Dr. Alfonsín como uno de los más importantes estadistas que ha tenido la Argentina en el siglo XX y XXI.
No hay que dejar de olvidar el legado que hemos recibido. Suele suceder que no valoramos en vida a los grandes y luego nos lamentamos mientras las fotos del pasado nos recriminan la indiferencia.
Por eso, he rescatado las palabras de los discursos de despedida al Dr. Alfonsín que en realidad vinculan como en un cordón de plata la tarea de nuestro querido Decano Andrés D’Alessio.
Una de las palabras más recurrentes ha sido la necesidad del diálogo. En esta Facultad, los profesores cuando transmitimos valores y principios, nuestro primer objetivo es afirmar el valor del diálogo, del intercambio y de la crítica sistemática y científica, junto con el valor de escuchar al otro. Eso fue lo que Alfonsín entendió siempre. El diálogo viene acompañado con la tolerancia, que no es aceptar al otro distinto sino participar en una experiencia de vida creativa, fecunda. El diálogo no es aceptar al diferente sino convivir con el que es diferente.
Diálogo y tolerancia nos llevan sin dudas a otra palabra que se ha pronunciado en estos días y que me inspira: la libertad. Sin ella es imposible generar ningún tipo de desarrollo en un país. ¡Qué gran recuerdo que tenemos de la libertad que se desarrolló durante la presidencia del doctor Alfonsín! No hubo ninguna acción que pueda empañar el ejercicio de la libertad en todos sus aspectos porque a través de la libertad se construyen las instituciones. No hay posibilidad de instituciones ni de calidad institucional sin el ejercicio amplio, e irrestricto de la libertad. La clave de esas instituciones, en las que Alfonsín siempre creyó y que también los profesores hemos transmitido, es que el vector para poder operar en este diálogo, tolerancia y creatividad son los partidos políticos.
Los partidos políticos son la clave para poder generar todo este nuevo aspecto, que está reflejado en la Constitución Nacional. Pero juntamente con ello, lo que se ha tratado de inspirar, en gran parte con las ideas de Raúl Alfonsín, ha sido el valor de la militancia en los partidos políticos, en las ONGs, y consiste en defender aquellas cuestiones por las cuales nos conmovemos, que son los valores, principios e ideales.
Hubo un momento que viví cuando se decía que la Facultad era sólo para estudiar. La verdad es que la Facultad es un ámbito propicio para crear y para construir entre todos y con todos el futuro de nuestra patria. Acá se milita, la militancia es fundamental, y es un ejemplo que recibimos del doctor Alfonsín.
Cuando fue derrocado el doctor Arturo Illia un grupo de amigos nos miramos a los ojos y nos preguntamos: “¿y ahora qué?”. Illia había sido un ejemplo de austeridad, de honradez, de estadista igualmente no valorado. Pero en realidad éramos muy pocos, porque lamentablemente no se había podido transmitir el gesto y la idea de la democracia que se pudo obtener con la acción de Alfonsín que también generó la paz.
No hay ningún discurso, ninguna expresión de Alfonsín que implicara el ejercicio de la violencia o la guerra. Todo lo contrario. Recordemos cuando se solucionó el conflicto Austral en el que todos pudimos votar en la afirmación de la paz. También Alfonsín construyó los primeros pilares e inspiró la integración, que se materializó en el Mercosur.
Otras palabras fueron valoradas y rescatadas. Nos referimos al principio de legalidad y por supuesto a los Derechos Humanos, que partir de 1983 se presenta en la Argentina no como una asignatura pendiente sino como una asignatura vigente, en favor de los derechos de las personas.
Todo esto está enlazado con dos grandes conceptos que Alfonsín profundizó: la República y junto con ella la puesta en acción de los valores republicanos, división de poderes, pluralidad, difusión y libertad de los actos de gobierno, etcétera.
En síntesis Alfonsín puso en marcha a la República con el ejercicio pleno de la democracia.
Debemos reconocer, pues, que el gran impulsor de la democracia en la República Argentina ha sido el Presidente Alfonsín y todos nosotros, que también participamos de este esquema y luchamos por ella, porque todavía nos queda mucho por hacer.
Todos estos conceptos que estamos expresando son los que constituyen un Estado de Derecho, que es el sometimiento absoluto de la política al Derecho y eso fue lo que aprendimos de Alfonsín y de D’Alessio.
Es por eso que, terminando mis palabras, yo quisiera que de alguna forma participemos de ese rezo laico que nuestro Presidente Alfonsín expuso en todas las calles y plazas de nuestra patria.
Es mi deseo que en silencio o de viva voz me acompañen en estas palabras que seguro constituyen el objetivo de nuestro futuro como graduados y como ciudadanos. Alfonsín decía hoy y siempre lo que dice la Constitución Argentina.
Esa fue su misión porque en definitiva lo que hizo Alfonsín fue constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para nosotros, para nuestra posteridad y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.
Muchas gracias y felicitaciones.