Discurso pronunciado por la Dra. Noemí E. Goldsztern de Rempel
Acto de colación de grado del día 11 de mayo de 2007
Señor Decano, señor Vicedecano, señor Secretario Académico, señor Secretario de Investigación, señores miembros del claustro docente, familiares y amigos de los graduados y muy especialmente noveles colegas:
La invitación del señor Decano que me honra en lo personal y agradezco también en lo institucional por demostrar espíritu democrático, pluralista y de inclusión al convocar a una consejera representante del claustro de profesores por la minoría, me permite estar aquí hoy para en nombre de la Facultad, despedir a un grupo de alumnos que cierra un ciclo en esta, su Casa y darle la bienvenida al mismo tiempo a un grupo de colegas que comienza a transitar el ejercicio de la profesión elegida.
Hoy es día de colofón y de apertura.
Es día de conclusión porque con esta ceremonia culmina el ciclo de estudios para obtener el título de grado. Un ciclo que encierra trabajo duro, esfuerzo, ahínco, tesón. Detrás del diploma que en unos instantes tendrán en sus manos hay horas de estudio, hay noches sin dormir, hay exámenes y mas exámenes, hay temas aprendidos con pasión y otros no tanto, hay cursos muy buenos y otros no tanto…hay tanto que es imposible recrearlo en estos breves minutos.
Entre el alumno novato que subió por primera vez la majestuosa escalinata de nuestra Facultad sin saber donde quedaban las aulas hasta el novel abogado que la bajará esta tarde con el ansiado rollito de cartón fuertemente apretado, ha transcurrido una parte importante de sus vidas. Y muchos hemos tenido la suerte de acompañarlos en este transcurrir. Por un lado los profesores, que pretendimos dejar en ustedes mucho más que los conocimientos técnicos, teóricos y prácticos propios de cada una de nuestras materias. Pretendimos transmitirles el amor a la profesión, el orgullo de ser abogados, la pasión por hacer lo que se eligió, la satisfacción por cumplir con el compromiso asumido. Y sobre todo han estado acompañados por sus familias. Mamás, papás, abuelos, esposos, hijos, hermanos, novios, algunos de ellos presentes en este Aula Magna y otros sólo en el recuerdo, estuvieron cerca de ustedes, los acompañaron haciéndoles mas fácil el arduo camino en la búsqueda del logro final y hoy son parte del festejo entusiasta por la concreción del sueño común y el arribo a la meta.
Pero hoy, también, es día de inicio, de inauguración.
Hoy estrenan su título de abogados. Lo utilizarán en diferentes ámbitos. Serán jueces, profesores, académicos, legisladores, diplomáticos o ejercerán la profesión liberal en la actividad privada o en la administración pública. Pero todos tendrán en común el orgullo de ser egresados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, la más prestigiosa de nuestro país. Y el privilegio que les otorga esa distinción los compromete con ustedes mismos y con la sociedad.
Los compromete con ustedes impulsándolos a ir siempre tras la búsqueda y la aplicación de la justicia, manteniendo innegociable la responsabilidad de defenderla a ultranza así como al derecho y a la libertad.
Los compromete con la sociedad, ante quien deberán rendir cuentas de vuestra gestión. Son deudores de esa sociedad que paga y financia esta universidad pública, gratuita, pluralista y democrática y a la que le deben el ejercicio honesto de su profesión. No olviden nunca la deuda contraída, la que irán cancelando honrando el título que recibirán, actuando éticamente, con conciencia social y compromiso permanente con los valores más elevados de la República.
Finalmente, que el día de hoy no sea el último que pasen en esta querida Facultad. Vuelvan a ella. Como estudiantes de posgrado, como investigadores, como docentes, como graduados o simplemente a utilizar su biblioteca y recrear en la mirada de los que en ese momento se estén graduando los ojos brillantes que hoy lucen ustedes.
Mis felicitaciones para todos.