Discurso pronunciado por el Dr. Carlos D´Alessio
Acto de colación de grado del día 27 de octubre de 2006
Sr. Decano, Sr. Vicedecano, Sres. Profesores, familiares de los graduados que hoy nos acompañan, colegas.
La Facultad me ha delegado esta grata tarea de representarla en esta fiesta. Esta fiesta de ustedes, que culmina una etapa muy importante en sus vidas, y emprenden otra llena de posibilidades. Fiesta de sus familias que los han apoyado a lo largo de su carrera, sobre todo de sus padres que viven esta graduación como la concreción de su proyecto personal y lo hacen con toda justicia porque son los que han puesto las bases sin las cuales este logro hubiera sido imposible. La Facultad los felicita pero no los despide, porque espera que ustedes elijan esta casa a través de sus actividades de posgrado y de investigación como el lugar donde desarrollar el proceso de formación permanente que a partir de hoy deberán emprender. También la Facultad en esta oportunidad, les exige un compromiso. Todos nosotros hemos disfrutado de esta Facultad abierta y pluralista, en la que para estudiar no necesitamos otra cosa que nuestro propio esfuerzo. Mantenerla y hacerla crecer es nuestra responsabilidad. Ejercida desde la docencia, cuyos primeros estamentos de la carrera docente algunos de ustedes ya deben estar recorriendo. También lo es haciéndonos responsables de su conducción. Ya que el sistema democrático que impera en esta universidad nos permite ejercer este gobierno de la universidad, ya sea de los claustros de los graduados o de los docentes.
Ustedes salen hoy con una serie de conocimientos sobre los cuales irán construyendo su saber profesional, y lo harán con su experiencia. La cual no significa repetir las mismas cosas, esto es rutina, sino aportar y elaborar soluciones creativas ante las distintas situaciones que se les vayan planteando, apoyándose en lo que ya han hecho anteriormente.
Como en toda profesión manejarán técnicas, técnicas que cada vez utilizarán con mayor eficacia. Pero el ejercicio profesional carecería de sentido, si se limita a un simple tecnicismo y pierde de vista cuál es el objetivo final, que en la profesión de los abogados no es otra, que lograr que para los argentinos, el estado de derecho no sea una frase retórica, sino una realidad cotidiana. Y esto no es fácil en una sociedad enferma de poco respeto a la ley. Enfermedad que se manifiesta de los más diversos síntomas. Desde manipular principios constitucionales en función de intereses personales, hasta impedir que nuestra universidad pueda elegir sus autoridades de acuerdo con sus reglas estatutarias, hasta violar las más elementales reglas que a veces dificultan la convivencia. Y lo peor es que esta enfermedad tiene el peligro de convertirse en crónica, y como tal pensarse que nada puede hacerse para mejorarla. Si bien revertir este estado de cosas, es compromiso de todos los ciudadanos, mucho más lo es de quienes hemos elegido a la ley como materia prima de nuestro trabajo.
Yo los invito a encarar la vida profesional, con este objetivo, y les deseo que en ella no logren sólo el éxito efímero de los beneficios materiales, sino la felicidad más profunda, de sentir que dedican su vida a algo que los apasiona, y que puedan sentir de aquellos a quienes ustedes atiendan, la satisfacción, porque gracias a su labor, para ellos la justicia ha sido una realidad.
El camino que ustedes han elegido no es el más fácil. Pero les aseguro que vale la pena recorrerlo.
Mucha suerte.