Discurso pronunciado por el Dr. Atilio A. Alterini
Acto de colación de grado del día 26 de diciembre de 2005
En este acto voy a entregar sus diplomas a profesores regulares, consultos y eméritos de esta Facultad. Lo haré, como es habitual, en esta colación de grados, para que quienes fueron sus alumnos puedan testimoniarles su admiración y su gratitud.
Los profesores regulares de la Universidad de Buenos Aires son designados por concurso de antecedentes y de oposición, y renuevan periódicamente sus designaciones también por concurso. Al concluir su carrera, algunos son designados profesores consultos o profesores eméritos. Como educadores, son lo decía Bertrand Russell- “los guardianes de la civilización”
Profesor es un sustantivo derivado del latín profiteri, y significa quien profesa, quien declara, quien habla. Maestro, de magister con la misma raíz del adjetivo magno que implica grandeza- es quien dirige, quien enseña. El filólogo y político español del siglo XIX Roque Barcia destacó que “en lo antiguo maestro era el grande de la sociedad”, y que en tanto el profesor habla, el maestro enseña, por lo cual el profesor es discurso, y el maestro es autoridad.
Es que educar deriva de ducere, de conducir, y la función de enseñar implica la conducción de los alumnos. Con palabras del educador norteamericano William Arthur Ward: “El educador mediocre habla. El buen educador explica. El educador superior demuestra. El gran educador inspira”.
Ustedes, jóvenes graduados, han tenido el privilegio de contar con estos grandes educadores, que han actuado desde la ejemplaridad, porque se han guiado por aquella máxima de Voltaire: "Los ejemplos corrigen mucho mejor que las reprimendas".
Ustedes, jóvenes graduados, han sido formados por sus maestros en la búsqueda de la verdad. En el libro VI de La República Platón predicó en ese sentido que “es menester que el verdadero amante del saber tienda, desde su juventud, a la verdad sobre toda otra cosa”. Pero, a la idea clásica de verdad como “hallazgo o conquista definitiva”, se le opone -decía Risieri Frondizi- la verdad “como búsqueda, como proceso creador ininterrumpido”, y este proceso creador es el que ha constituido la base de su formación en esta Facultad.
Mantengan enhiestos los valores que han asimilado. Enaltezcan en su desempeño profesional los pilares fundamentales de la educación que recibieron, con la ética de los derechos humanos, la democracia, el desarrollo sostenible y la paz fundada en la tolerancia y en la justicia.
Disfruten el privilegio de haber cursado su carrera en esta prestigiosa Universidad Pública, de haber transformado la información en conocimiento creativo, de haber afirmado la autonomía y la responsabilidad moral de cada uno de ustedes.
Honren también el compromiso de reconocimiento a la familia y a los afectos, que los han acompañado y que los acompañan.
La familia ha sido núcleo de contención, base de apoyo y de sostén. El denominado Efecto Pigmalión implica hacer realidad una expectativa y deriva de una historia de la mitología. Pigmalión era un príncipe de Chipre y quería la mujer perfecta para casarse. Comenzó a esculpirla en un bloque de piedra, y la moldeó según la imagen que él tenía de lo que debía ser la perfección. Así esculpió una estatua, cuya belleza superaba aún a su propia imaginación, y de la cual fue enamorándose. Entonces Venus, la diosa del amor, dio vida a la estatua haciendo así realidad los deseos de Pigmalión.
Las expectativas elevadas de la familia casi siempre producen ese Efecto Pigmalión y llevan así a la profecía autocumplida, que hace referencia a cuánto puede lograr la esperanza firme de que se obtenga un resultado, a cuánto influye lo que se espera de alguien para que éste lo realice efectivamente.
Ustedes han realizado esas expectativas elevadas que fueron compartidas con la familia y con los afectos, que fueron impulsadas por la familia y por los afectos. En la obtención de los diplomas que enseguida les entregaré, seguramente han tenido mucho que ver todos los parientes, padres y madres, abuelos y abuelas, cónyuges, parejas, novios y novias, amigos y amigas, a veces hasta los propios hijos. A todos les rindo, como ustedes y con ustedes, el más cálido homenaje.
Jóvenes graduados. Sigan ligados a esta Facultad, en el posgrado, en el doctorado, en la carrera docente. Los tiempos que corren no consienten la inercia, y la formación debe ser continuada cada día, para atender a las nuevas realidades sociales, culturales, económicas, legales, jurisprudenciales. La formación permanente es el único mecanismo idóneo para que los conocimientos que adquirieron no se amorticen con gran velocidad.
Este fin de año es tiempo de novedades. Para todos nace la esperanza de un año nuevo. Para ustedes concluye una etapa y comienza otra. Al despedirlos, formulo el deseo esperanzado de que en la nueva etapa se colmen todas sus aspiraciones, de que se cumplan todos sus anhelos de desarrollo profesional, y de que comience con felicidad el año 2006, que será el primero en que desempeñarán sus nuevos roles.