Discurso pronunciado por la Dra. Mónica Witthaus
Acto de colación de grado del día 9 de septiembre de 2005
Señor Decano, Señora Secretaria de Relaciones Institucionales, Señor Secretario Académico, autoridades, señores profesores, nuevos colegas, abogados, traductores públicos, calígrafos, señoras, señores; agradezco profundamente al Decano Doctor Atilio Alterini por darme la oportunidad dirigirles estas palabras.
Antes que nada quiero felicitarlos porque el día de la fecha implica, por un lado, la culminación de un camino; el premio a un esfuerzo, dando final a una etapa ardua pero también fecunda que los lleva a ser lo que son: abogados, traductores públicos, calígrafos. También es el inicio de otra, que se abre ante ustedes como un camino desconocido, como un reto, como una propuesta a ser y a hacer.
Ustedes tienen el privilegio de egresar de una de las más prestigiosas y respetadas facultades de Latinoamérica; por cuyas aulas y salones han pasado muchos de los más conocidos profesores, no solamente de nuestro país sino del mundo entero. Cabe mencionar a profesores de la talla de Genaro Carrió, Alchourrón, Bulygin, Cueto Rua, Vernengo, Salvat, Llambías, Borda, Alterini, Highton de Nolasco, Fernández Madrid, Soler, Jiménez de Asúa, Maier, Etcheverry, Cabanellas, Alegría, Fargosi, Ray, el premio Nobel Saavedra Lamas. Nos han visitado Hans Kelsen, Francois Chabin, recientemente Gómez Segade y Carl Schmitt. Los egresados de nuestra Facultad se han destacado y se destacan como doctrinarios que analizan y critican las leyes como legisladores y codificadores que le dan vida y como magistrados que las aplican. Varios profesores de esta Casa integran hoy tribunales internacionales y nuestra Corte Suprema. Nuestros estudiantes se destacan en concursos de altísimo nivel internacional como las competencias Philip Jessup y Jean Pictet, entre otras.
Tampoco puedo dejar de destacar lo que es a mi modo de ver el elogio más importante que podemos hacer a nuestra Casa de Estudios: la libertad. Uno de los más altos e inalienables derechos del hombre, uno de los principios de la revolución francesa al reivindicar libertad, igualdad y fraternidad, convertido aquí en libertad de cátedra. Esa libertad con mayúscula que permite que coexistan bajo el mismo techo pensamientos de todas las orientaciones con la sola exigencia de su nivel académico. En esta convivencia respetuosa de ideas diferentes, la que mediante la discusión fecunda que solamente puede darse en el marco de la libertad, permite llevar a un nivel de excelencia ante el esfuerzo de intentar convencer al contrincante –nunca enemigo– de la validez del propio punto de vista. Sin esto, sin la discusión sincera, profunda, somos meros repetidores, ni profesores ni estudiantes, solamente una lamentable caricatura.
En esta respetuosa convivencia de lo distinto, donde como en el ideal kantiano cada uno debe obrar de modo tal que el libre uso del arbitrio puede coexistir con la libertad de cada uno, es esta la base de los estados democráticos modernos, lo que diferencia a los verdaderos estados civilizados de las meras republiquetas. De este modo, nuestra Facultad refleja lo que es, una de las mayores riquezas de nuestra Argentina, tierra prometida de sucesivas olas inmigratorias, de lo que son clara muestra los muchos idiomas en que se gradúan nuestros traductores. Un crisol en el que se amalgaman orígenes, culturas, ideas, creencia y cosmovisiones diferentes. El derecho, que ustedes han elegido como profesión y como destino es aquél que, como técnica de motivación social, debe tener por finalidad ser la garantía de este ideal, tan caro a todo ser humano para que este pueda hacerse realidad. La responsabilidad de todos los ciudadanos aparece pues aumentada en todo los que, como litigantes, magistrados, legisladores o profesores nos manejamos con tan augusto instrumento. Los traductores públicos al tender puentes entre diversas lenguas, y con ello entre las diversas culturas que en el mundo globalizado coexisten en un espacio único, representan una colaboración imprescindible.
Como decía Werner Goldschmidt al caracterizar al derecho internacional como el derecho de la tolerancia, el derecho es y debe ser instrumento para la paz, para el respeto, para la convivencia, para la libertad en este atribulado mundo de hoy. Que lo sea, depende también de ustedes, esta es su misión y su responsabilidad.
Nuevamente mis cálidas felicitaciones y que puedan desempeñar con éxito el camino que han escogido.