Programa: Los estudiantes vamos a los juicios

Fundamentación

La construcción de la memoria sobre el período más trágico de la historia argentina es, sin lugar a dudas, una empresa difícil. Se trata, en definitiva, de la memoria sobre una etapa que colocó a la sociedad en un límite extremo dada la transgresión de principios éticos que fundamentan la existencia y preservación de una comunidad. ¿Qué decir al respecto? ¿qué recordar? o, más aún ¿qué legar a las jóvenes generaciones?

Toda memoria implica una narración y toda narración conlleva un sentido que hace a la continua reconstrucción del lazo social, a la permanencia en tiempo y espacio de una comunidad. La memoria resulta, por lo tanto, un conjunto de experiencias fragmentarias y desordenadas a las que se les otorga “sentido”.

En esta perspectiva, la experiencia genocida de la última dictadura cívico militar a la que se vio sometida la sociedad argentina en su conjunto ha dejado fuertes improntas en su imaginario colectivo, en sus prácticas políticas, sociales y culturales, en las formas de pensar su pasado y de pensarse a sí misma.

Al mismo tiempo, resulta necesario advertir que aún la sociedad no ha construido una imagen colectiva de aquel pasado y el espacio de la memoria social de ese período se revela habitado por múltiples sentidos.

Quizás, porque lo específico de la memoria es que sea “abierta”, sujeta siempre a debates, sin líneas finales, constantemente en “proceso de construcción y revisión”.

Estamos ante un momento histórico en el que la problemática de la memoria se ha convertido en una preocupación política y cultural, ya que hace a la forma en que una sociedad une sus fragmentos de realidad inmediata con su pasado reciente y sus representaciones colectivas determinando así su pertenencia a una comunidad.

En la actualidad nos encontramos en materia de políticas de memorialización1 en presencia de dos sensibilidades complementarias: una que pone el acento en la singularidad de la víctima y, la otra, en la memoria.

La víctima se encuentra en el candelero de la escena política y académica actual (en la “antropología del sufrimiento”, la psicología del testimonio, las modernas tendencias criminológicas-criminología del daño social – “harm approach”-, en el derecho internacional de los derechos humanos a través de los diversos sistemas de protección internacional, entre otros) 2.

En términos de los sentidos socioculturales, el paradigma de los derechos humanos trae consigo un cambio muy importante en el marco de interpretación de la violencia: lo que antes se interpretaba como represión o aun eliminación de los “perdedores” de las batallas políticas fue tornándose unas décadas después en un sentido común que lo interpreta como “violaciones a los derechos humanos”, noción que supone la universalidad de la noción de “sujeto de derecho”. Este pasaje interpretativo tuvo y tiene consecuencias, ya que implica la centralidad de la “víctima”.

En este contexto el derecho, a través de los procesos penales contra los responsables de los crímenes de lesa humanidad aparece como un escenario privilegiado para la comprensión de estos hechos, a la vez que se constituye como una herramienta eficaz para revertir las consecuencias reorganizadoras de las prácticas sociales genocidas a las que se vio sometido nuestro país.

En 2013, cumplimos 30 años de democracia y este año se cumplirán 30 años de la creación de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas CONADEP, cuyo trabajo invalorable sentó las bases del histórico Juicio a la Juntas Militares (1985) y 10 años de la recuperación por parte del presidente Néstor Kirchner del predio de lo que fuera el CCDTyE Esma, hoy sitio de memoria

Por su parte, la Universidad de Buenos Aires, sostiene desde hace décadas un compromiso por la irrestricta defensa de los derechos humanos y ha cumplido un rol fundamental en el proceso de Memoria, Verdad y Justicia de nuestro país.

Siguiendo las recomendaciones del informe final oportunamente confeccionado por la CONADEP, donde sugiere la enseñanza obligatoria de los derechos humanos en los centros educativos del Estado, el apoyo a los Organismos de Derechos Humanos, entre otras, esta Facultad incorporó al Plan de Estudios aprobado en 1985 para la carrera de Abogacía, en el Ciclo profesional Común, la materia Derechos Humanos y Garantías y además oportunamente aprobó materias obligatorias para distintas orientaciones del Ciclo Profesional Orientado relacionadas con los derechos humanos.

Desde una perspectiva histórica que rescata, a partir de la recuperación del estado de derecho, el camino de la Justicia en democracia, entendemos que la concreción de este Proyecto que permitirá acercar a los estudiantes universitarios a la experiencia histórica y excepcional que se viene desarrollando en los diversos tribunales de nuestro país, será un aporte más en la proceso colectivo de construcción de Memoria Verdad y Justicia.


1 - Las políticas de memorialización incluyen, entre otros, los memoriales, monumentos, museos y otras marcas territoriales, los archivos de documentos y la recolección de testimonios en archivos de historia oral, los catálogos de producciones culturales (ej, cine, fotografía), las fechas de conmemoración.

2 - El desarrollo del DIDH tiene un contexto histórico concreto: se debió a la necesidad de protección de las víctimas de graves violaciones de DDHH que acudieron a los sistemas de protección internacionales cuando la justicia nacional les dio la espalda. Marcelo Raffin ha sostenido que: “…después de haber analizado un número considerable de transformaciones y derivaciones engendradas por las violaciones a los DDHH de las dictaduras del cono sur de América, y el giro caprichoso de los acontecimientos siniestros de los regímenes autoritarios, fue, indirectamente el alimento, el refuerzo y el apoyo de una tendencia muda pero firme, de un trazo que comenzaba a dibujarse desde hacía algunos años en una palabra, de algo que estaba en el aire y en el espíritu de los nuevos tiempos, que podría denominarse “dimensión mundial o global de los DDHH”.