Seminario Permanente sobre Historia de la Facultad de Derecho
El Dr. Levaggi comenzó recordando al profesor italiano Enrico Ferri, pionero estudioso de la criminología y director del Instituto de Derecho Penal en la Universidad de Roma. Ferri se destacó por lograr que Italia tuviera un código penal de corte positivista y fue amigo de Lombroso y Garófalo, entre otros. Por aquellos años, tempranos 1900, Argentina era un país que estaba sorprendiendo a la comunidad académica por sus avances científicos y la adopción casi a ultranza del positivismo penal. De ahí que un grupo de penalistas positivistas argentinos, discípulos del profesor italiano, decidiera traer a Ferri, quien rápidamente se interesó en hacer el viaje dada la importancia y la reputación que la Argentina tenía por aquellos años.
La visita de Ferri a la Argentina no pasó desapercibida, ya que era renombrado el carácter político que tenía, y no fue desacertada la descripción que se hiciera de él como un hombre de “intachable presencia”. De este modo Ferri quedó invitado en calidad de Profesor Extraordinario de nuestra Casa de Estudios.
Ahora bien, según comentó Levaggi, el carácter político de la personalidad de Ferri hizo que su visita se constituyera en una crítica indirecta a ciertos sectores de la política argentina. Por un lado, Ferri reconocía los desarrollos impresionantes que tenía la Argentina en ese momento, en comparación con los demás países de Latinoamérica.
Un testimonio de esto era que la primera escuela de antropología jurídica del mundo fuera fundada en nuestro país. Pero por otro lado, Ferri, entre otras cosas, desacreditaba al Partido Socialista Argentino, argumentando que “no tenía razón de ser”. Levaggi explicó que eso no agradó a los socialistas, pero esto no constituyó una merma en el cariño que los profesores y sobre todo los estudiantes le profesaban.
Al final de su itinerario, este penalista italiano también brindó varias conferencias en el famoso teatro Odeón de la capital, en donde solían dar discursos magistrales las personalidades destacadas. Posteriormente, ya fallecido Ferri, la hija del maestro, a través del embajador de la República Italiana en nuestro país, hizo entrega del manuscrito sobre las conferencias que Ferri diera en nuestra Casa de Estudios, y que se conserva actualmente en nuestra Biblioteca, como una de sus joyas mas preciadas.
La otra figura destacada que pasó por nuestra Facultad fue el español Rafael Altamira, profesor de Historia del derecho de la Universidad de Oviedo, quien al contrario de Ferri mantenía posiciones socialistas y progresistas. Lo trascendental de esta visita, según Levaggi, se debió a que se trató de la primera experiencia de un programa exclusivo de intercambio pedagógico-académico entre universidades de Latinoamérica con la Universidad de Oviedo. La primera universidad que invitó al profesor Altamira en el marco de este novedoso programa de intercambio fue la Universidad de La Plata, puesto que su presidente era nada más y nada menos que Joaquín V. González. “Ni bien Altamira se enteró de la propuesta la aceptó sin hesitación”.
Altamira llegó en un barco a vapor inglés en el año 1909 a las ocho de la mañana; “... apareció inverosímil, con las barbas juvenilmente blancas, teniendo para esa época 43 años, con el nudo grande de una corbata blanca a rayas verdosas, rematada con una moneda de oro que hacía las veces de cabeza de alfiler” (según palabras de Joaquín V. González). Sin embargo, esa presencia casi almidonada, cambió radicalmente cuando entró en contacto con alumnos y profesores. Pues él conversaba mucho con los estudiantes, y en esas épocas de las clases magistrales en donde todavía se mantenía la distancia entre catedráticos y alumnos, eso resultaba una innovación. “Altamira vino a modificar esta modalidad de enseñanza introduciendo el diálogo entre el profesor y el claustro estudiantil”.
La particularidad de la visita de Altamira fue que el maestro peninsular no visitó nuestra casa como conferencista sino para dar una clase a un público especial, referida a los alumnos. Esta cita apareció en el diario del naciente Centro de Estudiantes de la época, en una carta que escribió su presidente. Finalmente, Levaggi comentó que en el año de la visita, los alumnos celebraron por vez primera el Día del Estudiante e invitaron al profesor español para que diserte en la celebración. “Esto demostraba el gran cariño que le expresaba el claustro de alumnos, y que por supuesto no era para menos”.
Derecho al Día agradece la colaboración de Lucio Rolfo para la preparación de esta nota.