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Año IV - Edición 77 27 de octubre de 2005

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Seminario Jean Monnet – Europa como Proyecto Político

  • Nota de Tapa

Hacer la Europa parece ser una buena frase que, a diferencia de lo que podría significar en su versión americana, resume bastante bien el proyecto que subyace bajo la Unión Europea. Sin embargo, la falta de unanimidad sobre la ratificación de una Constitución común parece haber detenido —al menos momentáneamente— toda esa gran aventura. Dada esta suerte de perplejidad frente al fenómeno, y a fin de visualizar algún futuro posible, la Secretaría de Investigación de nuestra Facultad invitó al Dr. Antonio Remiro Brotons (Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Autónoma de Madrid) para que disertara sobre Europa como Proyecto Político, en el marco del Módulo Jean Monnet (Comisión Europea), dirigido por el profesor Guillermo Moncayo. La actividad, que revistió la forma de seminario, tuvo lugar los días 26 y 27 de septiembre en el Salón Rojo de la Facultad.

El Dr. Remiro Brotons armó su exposición en tres partes: La identidad europea y sus límites, El proyecto político de la Unión Europea, y La Unión Europea y el mundo alrededor. Todo ello en torno a dos ejes principales: la candidatura de Turquía para ingresar a la Unión y la situación de la Constitución europea.

Nuestro invitado comentó que fue la situación de Turquía la que hizo aparecer en escena la cuestión de la europeidad; algo que hasta ahora jamás se había planteado en torno a la Unión Europea. Antes, los límites se definían fácilmente: Turquía no podía admitirse como  miembro por su violación histórica y sistemática a los derechos humanos dentro de su territorio. Desde que Turquía solicitara por primera vez su participación en 1959, se le ha pedido siempre un mayor compromiso político, que evolucionara hacia un respeto definitivo de las minorías y de la democracia. Sin embargo, nunca se aducían cuestiones de identidad o geográficas.

Turquía en los últimos años se esforzó por mostrar su modernización política y por eso el Consejo Europeo decidió abrir la negociación por la candidatura. Aparentemente, la Unión Europea no tendría ya demasiadas excusas para negarle el ingreso y la obstaculización mediante nuevas exigencias podría ser tomada como la ruptura de promesas de años. Como se vio reflejado en los sondeos, muchos ciudadanos —sobre todo en Francia— se muestran reacios a aceptar nuevos países que podrían implicar una mayor competencia en la demanda de subsidios sociales. Incluso, la mano de obra barata de los países ingresados en el 2004, despertó el alerta de las sociedades más celosas del bienestar económico.

A todo esto, el Dr. Brotons duda que Europa pueda encontrar argumentos sólidos para negarle hoy la entrada a Turquía a la Unión Europea. Según él, sólo dos premisas aparecen como las más sostenidas: que Turquía está en la periferia —o afuera— de Europa y que la cultura árabe predominante en el territorio turco poco tiene que ver con la cultura tradicional europea. Esta reivindicación identitaria a dos puntas abre el siguiente interrogante: “¿Qué es ser europeo?”.

Desde el punto de vista geográfico, se dice que Europa es el viejo continente que va desde el Océano Atlántico a los Montes Urales. Ahora bien, desde que Grecia se enfrentó a los persas, históricamente los límites territoriales fueron variando. Y ahí está el argumento más fuerte que tiene Turquía: la geografía del continente europeo es arbitraria y, por tanto, falsa. Pero las contradicciones no se agotan allí, puesto que la Unión Europea le ha permitido el ingreso a Chipre (país asiático) y le ha negado la candidatura a países supuestamente europeos como Moldavia, Ucrania y Belarús.

En cuanto a los elementos culturales, también hay disputas. Están quienes piensan que existe una identidad europea primordial y quienes sostienen que en realidad la identidad cambia con el tiempo. El problema de concebir una cultura primordial es que ésta no puede decirse cristiana —como quisieran los conservadores— porque en ella existen muchos elementos árabes. Por el contrario, los constructivistas piensan que la Unión Europea puede crear una propia identidad que no esté atada a la historia. Lo cierto es que el tema de la religión, que en las constituciones europeas se aborda de formas totalmente diferentes, fue tamizado a través de cierto espíritu occidental que ostenta la democracia y el estado de derecho como valuarte. La conclusión a la que llegó el Dr. Brotons es que evidentemente no hay una Europa ontológica y que cualquier decisión que se tome sobre Turquía será decisiva e irreversible en la futura concepción del europeismo.

En cuanto a lo político,  explicó que si bien el proyecto constitucional hoy está detenido y se espera una prórroga para su ratificación, Europa es algo que siempre está en marcha, en constante proceso de construcción. Pero quizás el problema más grande que está sufriendo la Unión desde lo político es la falta de definición de una estructura jurídica concreta. Hasta hoy, el mejor modelo al que pudieron aspirar los tratados europeos es al de “unión más estrecha”; un mote que permite no tener que definir ninguna categoría política tradicional como el federalismo o la cooperación intergubernamental (que son esencialmente las concepciones en pugna). El inconveniente de utilizar esta terminología es que impide concebir a la Unión Europea como persona jurídica. Incluso, el Dr. Brotons reparó en que los líderes de la Unión sólo han podido ser hasta ahora sujetos poco comprometidos con algún tipo de convicción política, porque es la única manera de que no explote la tensión entre los que prefieren una mayor integración y los que defienden una distancia considerable entre los Estados. La pregunta es cuánta diversidad de posturas podrá soportar el proceso político que se intenta conformar.

Finalmente, el profesor invitado pasó revista sobre algunos interrogantes que plantea el texto de la Constitución europea. Lo más importante es que posibilita la transformación definitiva de la Unión en una persona jurídica. Sin embargo, hay un apego primario que podría resultar nocivo en el futuro y es que la Constitución es vista como el producto de un tratado. En ese sentido, tiene algunas pretensiones de perpetuidad poco realistas; es poco claro el sistema de retirada de los países; y se atiene a un sistema de reforma, a través de la unanimidad, que puede dificultar la ejecutividad y la superación de las coyunturas.