Seminario Homenaje a Carlos Santiago Nino
El viernes 29 de agosto de 2003 se cumplieron 10 años del fallecimiento de una de las grandes figuras de nuestro Derecho, el Profesor Dr. Carlos Santiago Nino, y la comunidad académica de la que formaba parte junto con sus discípulos y compañeros, se reunió para rendirle homenaje. La jornada fue organizada por la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, la Revista Jurídica Lecciones y Ensayos, la Facultad de Derecho de la Universidad de Palermo (UP) y la Sociedad Argentina de Análisis Filosófico (SADAF).
En el acto de apertura, el Dr. Raúl Alfonsín se refirió a la figura de Nino, destacando su gran personalidad y la amistad que compartía con quien fue, a su criterio, el más inteligente de sus asesores.
A continuación, el moderador Marcelo Alegre abrió el Primer Panel invitando a los participantes a comenzar con una breve exposición personal sobre los puntos del pensamiento de Nino que consideraran relevantes. Martín Farrell comenzó esquematizando la teoría de la democracia deliberativa de Nino, la cual era entendida como un sucedáneo imperfecto del discurso moral que termina reduciéndose al gobierno de la mayoría. Ahora bien, la democracia podía entenderse en dos sentidos: uno sustantivo y uno formal. En cuanto a lo formal, sería un procedimiento ideal de deliberación que permite arribar a la "verdad moral". Farrell advirtió contra la intolerancia que puede acarrear la idea de una "verdad moral", dado que, alcanzada esta, no hay razón para aceptar el disenso. Consideró que el pueblo se equivoca respecto de sus intereses pero no respecto de sus preferencias inmediatas, por lo que su propuesta se basó en entender a la democracia como un procedimiento que permite revelar las preferencias inmediatas del pueblo.
Por su parte, Guido Pincione hizo referencia a la democracia deliberativa y a las virtudes epistémicas de esta concepción, que se centra en cuestiones morales y no empíricas y, en consecuencia, no se ve afectada por la ignorancia racional del ciudadano. Para ilustrar esto, aludió a una concepción económica de la democracia, en la que se analizan, desde la óptica de un ciudadano racional, costos y beneficios de la inversión en información política.
Carlos Rosenkrantz inició su exposición refiriéndose a Carlos Nino como un liberal igualitario, ya que éste creía que debía promoverse una distribución igualitaria de la libertad o de la autonomía personal. También mencionó la distinción moral que hacía Nino entre acciones y omisiones para terminar concluyendo que, a estos efectos, debemos distinguir entre lo que hacemos como individuos y lo que hacemos como miembros del ordenamiento o sujetos colectivos.
Una vez abierto el debate, Horacio Spector se refirió a Ética y Derechos Humanos y Democracia Deliberativa. Estas dos obras evidencian una diferencia de status en sus afirmaciones, producen un cambio de una concepción monológica de la verdad moral a una dialógica. A su vez, Martín Böhmer introdujo al debate el problema de la representación en la democracia deliberativa. Sostuvo que es difícil lograr que todos los implicados en la decisión estén representados en la deliberación. Agregó que la democracia para Nino era un dispositivo que servía para aumentar la coordinación y disminuir el conflicto.
Luego de varias intervenciones por parte de los integrantes del panel, el Dr. Eugenio Bulygin manifestó su escepticismo con respecto a la verdad moral, la democracia y la deliberación. Para enfatizar su impresión, acudió a su experiencia personal con las decisiones mayoritarias a raíz de la Reforma del Plan de Estudios de la Facultad de Derecho mientras él era Decano.
El segundo Panel se consagró al análisis del tema “Reformas Institucionales y Crisis Social”. Roberto Gargarella propuso analizar esta temática a partir del ideal deliberativo de Nino, discutiendo cómo reconcebir políticamente el modelo de discusión pública en nuestro actual Poder Legislativo. Alberto Dalla Via manifestó que la clave del problema está en los partidos políticos, dado que éstos constituyen el punto de unión entre el Congreso y el Poder Ejecutivo. Esto se ilustra claramente si tenemos en cuenta que el presidente suele tener el rol de jefe del partido oficialista. Ello, sumado a la disciplina partidaria, conlleva a que las contiendas partidarias se trasladen al Congreso. Por su parte, Marcela Rodríguez dijo que, si bien es cierto que existe una fuerte disciplina partidaria, no es tan seguro que los vicios del Congreso estén tan relacionados con los partidos políticos, sino con el diseño institucional. A esto agregó que Nino no hizo tanto hincapié en el análisis del funcionamiento del Poder Legislativo porque era difícil para él contrastar su teoría de la democracia deliberativa con el parlamento argentino: un parlamento que no da razones al aprobar las leyes, en el cual no se representan todos los intereses o priman intereses particulares.
Tanto Martín Böhmer como Agustín Zbar destacaron las preocupaciones de Nino sobre la descentralización del régimen municipal y por el diseño del federalismo con el objetivo de implementar la democracia deliberativa.
Gabriel Bouzat conjeturó cuál hubiera sido la postura de Nino ante la crisis de diciembre de 2001. En su opinión, hubiese aconsejado un gobierno parlamentario a través del Jefe de Gabinete. La solución esbozada responde a las preocupaciones de Nino por favorecer la gobernabilidad y buscar vías de escape para momentos de crisis. Estas inquietudes también fueron resaltadas por Ricardo Gil Lavedra.
El último Panel –coordinado por Martín Böhmer– trató el tema “Tribunal Penal Internacional y Jurisdicción Universal”. Los integrantes conjeturaron cuál hubiese sido la posición de Nino respecto de la actual Corte Penal Internacional (CPI). Laura Saldivia trajo a colación la opinión de Nino sobre la existencia de un foro mundial, apto para juzgar a los violadores de Derechos Humanos. Consideró que el modo en que fue pensada la CPI no hubiese suscitado el pleno acuerdo de Nino, ya que este tribunal estandariza las respuestas ante las violaciones de los Derechos Humanos, otorgando una solución de tipo meramente retributiva. A continuación, Marcelo Ferrante introdujo la discusión sobre el juzgamiento de estos crímenes por tribunales nacionales, extranjeros o internacionales. Su punto de vista generaría posteriormente una gran polémica entre los sentados a la mesa y sería objeto de varias réplicas. Ferrante sostuvo la irrelevancia de la nacionalidad de los jueces en el juzgamiento de los violadores de Derechos Humanos.
Por su parte, Alejandro Carrió criticó el punto de vista de Ferrante diciendo que, por varias razones, no debemos ser indiferentes a la nacionalidad de los jueces que juzgan estos crímenes. Estas razones obedecen tanto a cuestiones de índole práctica –como sería la obtención de pruebas y de testimonios de testigos– cuanto a estándares locales que tiene una comunidad para combatir estas atrocidades. Estimó también que el hecho de que sean los jueces locales los que juzguen es significativo para una comunidad. Alberto Bovino adhirió a esta última idea, manifestando que lo dicho por Carrió es una expresión del valor de la justicia en un Estado de Derecho.
Tanto Gabriel Bouzat como David Baigún criticaron a Ferrante por estar limitando el problema a una cuestión judicial cuando en realidad es un problema político y de construcción democrática. Finalmente, es de destacar en este panel la intervención del Dr. Julio Maier, quien se confesó a todas luces escéptico respecto de la CPI. Para Maier, el principio de territorialidad debe primar siempre, ya que la pena es expresión de la soberanía del Estado-Nación y por ende el territorio no puede ser una variable prescindible del Derecho Penal.
Por Luciana Ricart