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Año IV - Edición 67 19 de mayo de 2005

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Presentación del nuevo Manual de Derecho Penal de Zaffaroni, Alagia y Slokar

  • Nota de Tapa

El pasado 28 de abril, se presentó en el Aula Magna el nuevo Manual de Derecho Penal (Parte General) del hoy Ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación y Profesor Titular de esta casa, Dr. Eugenio Zaffaroni, en co-autoría con otros dos profesores de esta Facultad: Alejandro Alagia y Alejandro Slokar. Este Manual es la primera versión renovada del ya famoso libro homónimo del año 1977.

La presentación del acto estuvo a cargo de la Dra. María Cecilia Gómez Masía, y contó con los distinguidos comentarios del profesor Antonio Beristain (Catedrático de la Universidad del País Vasco) y del Procurador General de la Nación, Dr. Estaban Righi.

Enrique Beristain destacó del libro la suma claridad en la exposición de las ideas y la impronta personal que le aportan sus autores. Asimismo, resaltó con énfasis el enfoque central que el libro hace sobre la figura de las víctimas, cambiando el eje del Derecho Penal que hasta ahora se colocaba sobre la comunidad.

Con preocupación, reconoció que el derecho penal es un genocidio en marcha y que los penalistas están atrapados en un sistema del que no pueden escapar porque si lo hacen todo puede ser peor. En ese sentido, señaló que el texto es revolucionario no porque trate de buscar un Derecho Penal mejor, sino por proponer algo mejor que el Derecho Penal.

 Volviendo a su comentario inicial, Beristain sostuvo que el epicentro del derecho penal de mañana serán las víctimas y no los delincuentes. Y desde una postura jesuita, concluyó en que el desafío del derecho penal es que la compasión y el amor puedan más que el poder, para lo que será necesario concebir un “sentido positivo del sufrimiento”. Indemnizar y dignificar a lavíctima, en palabras de la ONU, y agregar conocimiento psicológico, sociológico y un espíritu festivo, son las metas para el derecho penal futuro.

Acto seguido, tomó la palabra Esteban Righi quien comenzó haciendo algunas aclaraciones. Primeramente, quiso dejar en claro que Zaffaroni es el jurista que más ha influido en el derecho penal argentino de su generación. En esa línea, sostuvo que hay un antes y un después de Soler y un antes y un después de Zaffaroni, pero rescató que este último es un gran defensor del estado de derecho, mientras que de Soler “no siempre se puede decir lo mismo”.

También valoró la honestidad intelectual de los autores, porque a diferencia de otros manuales de Derecho Penal, en éste hay una correlación entre la legitimación de la pena y la teoría de la pena; y hay una buena dogmática, lo cual hace previsibles las soluciones.

Como novedoso, el manual tiene una crítica a la prevención general positiva, defiende un derecho penal de acto,y para tal criterio propone un sistema procesal acusatorio. “El manual define la pena de una manera descriptiva y niega la teoría del pecado”, explicó Righi. Para los autores la pena no tiene función positiva alguna y es por eso que el jurista debe acotar el territorio de lo punible a un espacio mínimo.

 En este último sentido, si bien los autores bregan por la reducción de la violencia estatal, más aún elaboran un programa para reducir la pena, y esto a costa de romper algunas coherencias internas de tipo racional. Para cerrar, Righi polemizó con algunas ideas del Manual, en cuanto sostuvo que hay herramientas que ayudarían a reducir la punibilidad pero que los autores descartan. Ejemplificó señalando que el Manual acota la teoría de la expectativa del rol, y mantiene el elemento volitivo del tipo, entre otras cosas.

Finalmente, fue el turno de Eugenio Zaffaroni quien respondió a Righi diciendo que con sus co-autores entienden que el acotamiento dentro de la dogmática debe ser lo más racional posible.

Seguidamente, graficó al nuevo manual como recibir a un hijo y despedir a otro. Explicó que la dedicatoria del libro seguirá siendo, como en 1977, a Manuel de Rivacoba porque él sigue estando presente en sus estudios. Y comentó también que este nuevo lanzamiento le genera cierta nostalgia forzosa del manual viejo, recordando los lugares y momentos en que redactaba aquel de 1977, que contó con 19 reediciones y reimpresiones en Argentina, dos reediciones mexicanas, una peruana y cinco ediciones del libro adaptado al derecho penal brasilero.

Argumentó además que ahora hay otros pensadores con los cuales discutir, y eso llevó a que viera la necesidad de renovar el texto. Sostuvo en ese sentido que es muy injusto que no se discuta sobre lo nuevo con los alumnos porque se pierde la posibilidad de tener un contacto real con la sociedad actual. Reafirmando sus posturas realistas, manifestó que si se quiere cambiar el mundo, hay que entender que el mundo es lo que es y no lo que queremos que sea. Para esto, insistió en que no hay que dejar de lado la globalización ya que es hoy un fenómeno esencial del nuevo poder planetario.

Para terminar, expresó que escribir un manual es una enorme responsabilidad, incluso mayor a un tratado por el deber de síntesis y de certeza que ello implica. A partir de allí aseguró que el manual queda abierto a repensarlo a partir de las preguntas de los estudiantes.