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Año III - Edición 57 21 de octubre de 2004

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Nils Christie: Una Sensata Cantidad de Delito

  • Nota de Tapa

El prestigioso criminólogo escandinavo Nils Christie visitó el 7 de septiembre pasado nuestra Facultad con motivo de la presentación de su libro “Una sensata cantidad de delito”.  El acto contó con la presencia de los profesores Julio Virgolini y Eugenio Raúl Zaffaroni como oradores, y con las distinguidas palabras del autor.  Christie es profesor de Criminología de la Facultad de Derecho de la Universidad de Oslo, y es autor de numerosos artículos científicos y de alrededor de 12 libros entre los que se destacan “Los límites al dolor” y “El control del crimen como industria”. Su particular interés ha radicado en el análisis del crecimiento de la prisonización en los países más industrializados.

Julio Virgolini destacó inicialmente que el profesor visitante pertenece al grupo minoritario “pero no pequeño” de intelectuales que desean reducir el sistema penal. Agregó que la presente se trata de una obra de criminología crítica, pero por sobre todas las cosas, es un texto bellísimo escrito con un corazón que se sensibiliza frente a los sentimientos humanos. A su vez, destacó que el autor definió alguna vez al sistema penal y a su tan mentado castigo como el reparto intencionado de dolor. En esa línea, Virgolini sostuvo que hablar de “crimen” supone cerrar cualquier otra alternativa conceptual contingente que logre explicar un supuesto “comportamiento desviado”. Es decir, que la utilización de la tipología penal o del término “delito” es un modo de reprimir las múltiples circunstancias complejas indeseadas de la sociedad a una lingüística simplista. Tras su lectura del libro, comentó que está escrito sobre la base de experiencias europeas y tomando también como centro el sistema estadounidense, al que Christie describió alguna vez como el campeón mundial del delito y el castigo. El discurso único de lo punitivo para el Dr. Virgolini elimina lo valioso de las experiencias sociales y reduce todo lo que puede ser un obstáculo en el mundo a la categoría de crimen o delito. Según su valoración, Argentina hoy dispone de ese sistema nocivo de pensamiento, donde la violencia reducida al crimen resulta una gran falacia “porque la violencia es mucho más que eso; la exclusión social también es violencia”. Finalmente, Virgolini sugirió que el sistema judicial argentino se enfrentó en su historia con tres grandes desafíos: el primero fue el de parar la represión y las desapariciones de la dictadura militar, pero fracasó; el segundo fue tratar de controlar la corrupción de los 90, donde tampoco se logró nada; ahora, el desafío que propone es el de “proteger el derecho de los excluidos”. Así, destacó el libro de Christie como un instrumento con suficientes argumentos y sensaciones para solucionar ese tema y abrir la mente a nuevas ideas.

Zaffaroni, por su parte, prefirió definir al autor como un minimalista y no como abolicionista del sistema penal. Reparando en esos términos, señaló que la coincidencia de aquellos con el lenguaje de los tiempos de la esclavitud no es mera coincidencia porque ya los romanos le quitaban la condición de ciudadano al infractor. “Siempre la prisión está relacionada con la esclavitud, con hacerle perder a la persona la condición de ciudadanía”. Zaffaroni explicó que el problema que se le presenta a Nils Christie en su loable intención de reducir el delito a una sensata cantidad, es que el autor mismo descubre que todo lo que escapa o es extirpado del discurso penal, no tiende a desaparecer sino a disfrazarse en otros discursos. El problema para Zaffaroni no es tanto el derecho penal como lo es el poder punitivo. Entonces inquirió al auditorio: ¿Es posible hablar de una sociedad sin poder punitivo? En respuesta adujo que él también prefiere el minimalismo puesto que el abolicionismo resulta algo imposible de concebir en nuestros días. Sostuvo que pertenecemos a una civilización que concibe el tiempo de una forma lineal, a la manera de la flecha de tradición positivista, vinculada con el progreso indefinido. “Nietzche decía que la venganza es la venganza contra el tiempo, contra aquello que pasó y no puede volver a ser”. Zaffaroni también se refirió al incipiente Derecho Penal Internacional y advirtió que la internacionalización del proceso penal no va a dejar de ser selectiva. Finalmente comentó un ejemplo de Christie sobre la necesidad de aplicar el sistema penal a los grandes genocidas, y destacó que siempre debe ser preferible el juicio, como un modo de contener simbólicamente el deseo de venganza generalizado, ya que así se prioriza evitar la catastrófica y traumática barbarie.

Para cerrar la presentación, Nils Christie admitió que no entiende por qué el delito existe y que de hecho no cree que eso realmente exista. “¿Existe el crimen?” se preguntó. Lo que sí existe es el acto que no nos gusta, pero “¿es inteligente denominar lo que no nos gusta como delito?”. Así, Christie sostuvo que en la realidad los actos malos existen en grandes cantidades pero que su idea es que la mayoría de esos actos no sean considerados como crímenes. La pregunta que inquieta al autor es cuándo resulta suficiente esa sensatez. Por eso, sugirió que esa una cuestión que debe ser resuelta por la sociedad toda. Por otra parte, destacó que en Europa se están comenzando a ver alternativas con la aplicación del sistema de conciliación como modo de solucionar conflictos penales. En esa línea, alentó a menguar los conflictos a través del diálogo. En este sentido, agregó que las víctimas del 11 de septiembre podrían negociar una solución directamente con Bin Laden. Finalmente, dejó en claro que el derecho penal de cada país es como un libro de las ideas que se profesan en ese lugar; por eso invitó a sostener el pensamiento como un modo de defender y arraigar una filosofía de vida más feliz.