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Año XIX - Edición 347 29 de octubre de 2020

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Mujeres mayores de América. Pasado, presente y porvenir de sus derechos

  • Nota de Tapa

El pasado 12 de octubre comenzó el seminario internacional "Mujeres mayores de América. Pasado, presente y porvenir de sus derechos", que organizan en conjunto el Seminario Permanente de Investigación en Derecho de la Vejez (UBA), el Curso Profesional Orientado sobre Derecho de la Vejez (UBA), Global Alliance for the Rights of Older People, el Centro de Investigaciones en Derecho de la Vejez (UNR) y la Maestría en Derecho de la Vejez (UNC).

Para comenzar, se llevó adelante la mesa inaugural que contó con la participación de Marcelo Alegre y Luciana Scotti (A. L. Gioja, UBA), Isolina Dabove (CONICET/UBA) e Isabel Lovrincevich (GAROP/UBA). Coordinó Natalia Martínez (UBA).
En primer término, Marcelo Alegre indicó que “el tema es de suma urgencia e importancia porque incluye el impacto de la pandemia a los más vulnerables y lo que también es tan importante como eso: el impacto de las políticas públicas que se han seguido en la pandemia. Todavía es demasiado temprano para evaluar qué salió bien y qué salió mal pero no es demasiado prematuro llegar a una conclusión aunque sea preliminar de que la calidad de nuestras políticas públicas frente a la pandemia está en relación directa con la calidad de nuestras democracias, de nuestras instituciones constitucionales y de nuestro debate público”.

A su turno, Luciana Scotti expuso: “Es para mí un placer acompañarlos en estos temas tan complejos y delicados, en donde evidentemente la vulnerabilidad de los adultos y las adultas mayores claramente es un tema que hoy está sobre la mesa como posiblemente nunca antes. La situación de la pandemia dejó expuestas una serie de dificultades y de ciertas medidas y políticas que se adoptaron a su respecto y que han sido, alguna de ellas, tan polémicas”.

Por su parte, Isolina Dabove manifestó una serie de agradecimientos y expresó: “Nuestro propósito en relación con el seminario ha sido generar un espacio de intercambio entre países sobre los derechos y libertades en la vejez desde la experiencia, la vivencia y la mirada de las mujeres mayores de nuestra América, específicamente de América Latina. También queremos analizar estratégicamente el escenario anterior a la pandemia, durante la pandemia y el que esperamos ver al porvenir en un mundo que necesita reinventarse”.

Asimismo, expresó: “Esperamos poder entablar un diálogo muy rico no solo para nosotras y nosotros, sino al porvenir y más que nunca en el marco de una Convención como es la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores que es pionera porque es única dentro de los sistemas regionales y dentro del sistema universal de los derechos humanos sino porque también está articulada con el enfoque de género”.

Acto seguido, Isabel Lovrincevich sostuvo que “debemos comenzar a ver las ventajas que nos dejó el hecho desafortunado de esta pandemia: el tema de la vejez y del envejecimiento se puso en la agenda mundial y esa es una realidad que no podemos dejar pasar”. Y resaltó: “La pandemia puso en evidencia que el envejecimiento poblacional es un hecho irreversible. Existen en el mundo 700 millones de personas mayores de 65 años y para el año 2050 se va a duplicar esta cifra”. En este marco, agregó que “la pandemia nos mostró que los avances de los derechos conquistados para la causa de las personas mayores eran frágiles dado que no habían sido acompañados por políticas públicas con perspectiva de edad”. Y puntualizó que “el eslabón más discriminado de la cadena de la vejez es la mujer mayor porque es víctima de una doble discriminación: por ser mujer y por ser vieja dentro de una vejez feminizada”.

Luego se realizó el panel "A la conquista de derechos y de la no discriminación" en el cual disertaron Nelly Minyersky (Argentina), Paula Arraigada (Argentina) y Águeda Restaino Marchese (Uruguay). Coordinó Perla Goizueta (UBA).
Nelly Minyersky
comenzó diciendo: “Cuando hablamos del camino a la conquista de los derechos humanos y cuando me preguntan ‘por qué usted ha dedicado parte de su vida a luchar por los derechos de los niños y de las mujeres’, creo que no es fácil decir cómo se va formando uno (...). Como dice Freire no se aprende tanto por lo que nos enseñan, sino por lo que nos va mostrando la vida. Creo que es una de las cosas para recuperar que podemos prestar a las personas mayores. Tenemos el plusvalor de que podemos ser ejemplo”.

Por otro lado, contó: “Desde muy niña fui viendo qué era la discriminiación, qué era algo que suena injusto, que una cultura o un grupo se tome el derecho de calificarme como indeseable. Haber pertenecido a este grupo me fue constituyendo en alguien para quien era totalmente natural la solidaridad, no como algo voluntario sino como lo que corresponde”. También compartió: “Peleé por muchas leyes con el derecho de familia que todas tenían que ver, en última instancia, con los derechos humanos de las mujeres. Esto que conocemos como perspectiva de género se habilita con fuerza como instrumento para cambiar esta sociedad a través del derecho. Entonces, ahí es como se aunó la profesión como un instrumento valiosísimo para tener el conocimiento y la experiencia que nos da la Facultad de Derecho con los ideales de una”. Y resaltó: “La lucha por los derechos de la mujer va a repercutir ineludiblemente en un mejor vivir de las mujeres mayores. No es una cosa parcial: es dignificarnos y considerarnos iguales”.

Paula Arraigada comenzó diciendo que “nosotras, a pesar de que para la franja etaria deberíamos ser jóvenes, tenemos un envejecimiento prematuro porque tenemos un promedio de vida de 35 años. Nosotras hemos denominado a eso como una masacre sistemática que ha dado como resultado un genocidio por la baja expectativa de vida que se da por una decisión directa o indirecta del estado con el acompañamiento silencioso de la sociedad, que fue direccionado para disciplinarnos y castigarnos por nuestra definición identitaria”. Y agregó que “el aparato estatal mediante las fuerzas de seguridad, que fueron las principales manos ejecutoras para disciplinarnos por nuestra rebelión ante la identidad binaria, fue la mano más fuerte que contuvo y contiene los crímenes que pasamos no solamente las mujeres travesti-trans de Argentina, sino las mujeres travesti trans de toda Latinoamérica”.

Por otro lado, planteó que “el sistema educativo es plenamente binario y no abre una conciencia libertaria para poder comprender que hay una manifestación de otras identidades y que esas identidades hay que darles un acompañamiento con amor y libertad”. Y sumó: “El sistema de salud ha sido poco amigable con lo que no comprendía. Así crecimos y así vivimos. Nosotras tenemos un pasado pero también tenemos un presente donde las características aún hoy se reproducen”.

Hacia el final, expresó: “Cuando se habla de las personas adultas mayores generalmente no se habla de que nosotras a los 45 años ya somos viejas porque nuestros cuerpos envejecen más rápido por la vida que nos toca y por la marginalidad”. Y concluyó: “Queremos una época plena donde todos, todas y todes puedan gozar de estabilidad”.
Águeda Restaino Marchese expresó: “Este seminario se trata de hacer un intercambio entre los países de América Latina y el Caribe hablando sobre los derechos y libertades desde mi propia vejez, mi experiencia, mi propia mirada sobre la mujer vieja y cómo hemos venido desempeñando nuestras movilizaciones sociales, analizando desde antes y durante la pandemia por el COVID-19 una emergencia mundial que puso en evidencia el edadismo y su visión asistencialista”. Y manifestó: “Desde hace muchos años vengo tomando el tema del envejecimiento y la vejez como propio. Siento que la vejez la debemos asumir y hablar de ella nosotras mismas. Si bien se debe mirar de forma transversal para que no quedemos aislados, la sociedad toda debe analizar y profundizar en el tema de la vejez, pero nadie mejor que el que la transita sabe cómo nos ven, quiénes somos y cómo queremos que nos vean”.

A continuación, comentó que “si bien Uruguay ha sido un país que se ha destacado por las movilizaciones sociales a través de sindicatos, organizaciones estudiantiles y de jubilados más que nada reivindicativos, recién a partir de 1990 comienzan las instituciones sociales en defensa de las personas mayores con un enfoque integral”. Y puntualizó: “Con la experiencia y junto a los movimientos feministas trabajamos para lograr que se inserte un sistema nacional de cuidados, logramos incidir en la rápida aprobación de la Convención Interamericana de Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores, llegando a fines del 2019 con un hito importante para la sociedad toda: un reconocimiento de parte de la OEA por el trabajo y conjunto del Instituto Nacional de las Personas Mayores (Inmayores) y la Red Nacional de Organizaciones de Personas Mayores (Redam)”.

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