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Año IV - Edición 81 22 de diciembre de 2005

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III Encuentro Nacional del Ministerio Público de la Defensa

  • Nota de Tapa

Dos acontecimientos de incalculable trascendencia para el mundo jurídico argentino tuvieron lugar nada menos que en el Salón de Actos de nuestra Facultad de Derecho. Por un lado, se llevó a cabo el III Encuentro Nacional del Ministerio Público de la Defensa que, bajo la consigna “Defensa Pública – Derecho del Pueblo – Obligación del Estado”, reunió a defensores, fiscales y magistrados para fortalecer la tarea de garantizar una eficaz organización de la justicia en nuestro país. En ese marco, recibimos la grata visita de uno de los juristas más respetados y admirados, el Dr. Luigi Ferrajoli, autor de la sublime obra Derecho y Razón.

Semejante suceso fue organizado coordinadamente los días 23, 24 y 25 de noviembre por la Defensoría General de la Nación, la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional y la Asociación Civil de Magistrados/as y Funcionarios/as del Ministerio Público de la Defensa de la República Argentina. A su vez, el Encuentro fue declarado “de interés nacional” por la Secretaría de la Presidencia de la Nación, el Consejo de la Magistratura y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

La alta concurrencia se aprestó con la asistencia de ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, magistrados de la justicia federal y local, fiscales, defensores, docentes y funcionarios públicos nacionales, provinciales y extranjeros.

El acto de apertura estuvo a cargo del Dr. Víctor E. Hortel, Presidente de la Asociación Civil de Magistrados/as y Funcionarios/as del Ministerio Público de la Defensa de la República Argentina, el Dr. Luis María Cabral, Vicepresidente de la Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional y la Dra. Stella Maris Martínez, Defensora General de la Nación Sustituta.

Para comenzar, el Dr. Hortel invitó a los defensores presentes a reflexionar sobre las razones que ha generado que se conviertan en protagonistas tan importantes institucionalmente. “Debemos darnos cuenta de que no somos actores secundarios sino que tenemos una función esencial como último bastión en defensa de la libertad de marginados y excluidos”. Instó así a no ceder el lugar conquistado y a seguir fortaleciendo la institución. Con profunda convicción, Hortel calificó como “arte” la tarea de la defensa pública, donde valen el compromiso, la pasión, el amor y la creatividad materializados.

Por su parte, el Dr. Cabral manifestó estar complacido de formar parte de la justicia de los derechos humanos constitucionalmente establecidos. “Luchamos porque las cárceles se conviertan no en simples lugares de depósito sino en lugares de detención de personas humanas”. Pidió que se brinde una mayor capacitación para fiscales y defensores y que se logre definitivamente la instauración del juicio acusatorio donde el juez sea un tercero y se dé mayor preponderancia al fiscal y al defensor.

Finalmente, la Dra. Stella Maris Martínez exigió que el reconocimiento de la labor de la defensa se concrete a través de una estructura firme y dotada de recursos suficientes.

Aprovechando la presencia de colegas de todo el país, sostuvo que “debe haber una red única y cohesionada donde cada defensor pueda apoyarse en sus colegas”. A su vez, explicó que, como operadores de los derechos humanos, los defensores deben enfrentar el poder punitivo del Estado porque es tan importante asistir al acusador como defender a la defensa. “Nuestra obligación central es asumir que somos un servicio público para los ciudadanos”.

A continuación, la Dra. Martínez presentó al Dr. Luigi Ferrajoli como un “numen inspirador para la defensa pública”. Florentino y graduado en Jurisprudencia en la Universidad de Roma en el año 1962, fue juez durante 10 años y luego optó por dedicar toda su vida a la docencia. Fue rector y docente en la Universidad de Camerino y actualmente enseña Teoría General del Derecho en la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad de Roma III. En su paso por nuestro país, recibió el título Honoris Causa por la Universidad de Lomas de Zamora y por la Universidad de La Plata; lo que se suma al otorgado en 1997 por la Universidad de Buenos Aires.

Con un uso valiente del español, Luigi Ferrajoli agradeció profundamente la invitación de nuestra Facultad para participar del encuentro. “La introducción de la defensa pública representa uno de los aportes más significativos de la experiencia jurídica”, manifestó convencido y calificó esta labor como “un modelo de civilidad para el mundo” porque es una típica institución de garantía, dirigida a asegurar efectividad o por lo menos a reducir la inefectividad del modelo acusatorio.

Adentrándose en lo suyo, Ferrajoli dio a entender que hoy resulta una obviedad en la teoría decir que el proceso penal se legitima a través de una cognoscitividad verificatoria (la comprobación de ciertas hipótesis —o alegatos— por parte del juez). Sin embargo, explicó que no todos se dan cuenta de que este sistema sólo puede sostenerse sobre un conjunto de garantías penales y procesales. Trazando un paralelismo con la actividad científica, el maestro italiano describió a las garantías procesales como “reglas epistémicas” que permiten probar la correcta aplicación del proceso.

“La desigualdad penal es la más odiosa” —sentenció— porque, según argumentó, ésta se agrega a las desigualdades económicas y sociales y, principalmente, porque devela las connotaciones clasistas de la justicia, sobre todo la penal.

Realzando la labor de los funcionarios presentes, Ferrajoli remarcó que “la garantía de la defensa es fundamental para acercarnos al debido proceso”. Citó textualmente a autores clásicos como Bentham, Filangieri, Carrara y Lucchini, “símbolos de la tradición garantista en materia de la defensa penal”. Pero por sobre todo, trajo a colación a Karl Popper, padre del refutacionismo, quien sostenía que sólo podía ser verdadera una afirmación en tanto soportara ser sometida a refutaciones permanentes. “La garantía de defensa es la posibilidad principal y necesaria de poder refutar las hipótesis del fiscal”, indicó en ese sentido.

De allí dedujo que en cada causa debe haber un defensor eficaz, pero que además sea público, puesto que es la publicidad la que puede garantizar una suficiente credibilidad en la función judicial. “El ministerio público latinoamericano no tiene parangón con el simulacro de defensa de oficio europea, que sólo tiene una mera función burocrática”.

De esta manera, destacó la figura del defensor público argentino, dado que éste se encuentra “de pie” frente al magistrado y goza del mismo prestigio.

Para concluir, Ferrajoli dijo: “la defensa es, creo, más importante que la labor judicial”. Por eso, elogió la evolución que se está dando en nuestro país por la cual “la función judicial deja de verse como una corporación unificada para presentarse como una confrontación de partes que garantizan la refutabilidad”. Compartió nuevamente la gran satisfacción que le produjo esta visita y vislumbró que esta actividad es, sin dudas, una experiencia que debe divulgarse en pos de la consolidación definitiva del garantismo penal.

Momentos previos al comienzo del encuentro, en diálogo con Derecho al Día, Luigi Ferrajoli manifestó la gran satisfacción que le produjo estar presente en la Argentina participando de un evento tan trascendental que hace al mejoramiento de la calidad de la justicia argentina. Ferrajoli indicó que el instituto de la Defensa Pública es desconocido en Italia y, por tanto, admitió que hay mucho por aprender de la experiencia argentina y latinoamericana.
En la reunión estuvieron presentes los Dres. Atilio Alterini, Eugenio Bulygin y Alberto Filippi.