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Año XV - Edición 264 21 de abril de 2016

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Encuentro de Derechos Humanos con Diana Maffía

Experiencias y desafíos en la promoción de la Igualdad de Género

  • Nota de Tapa

El pasado 5 de abril en la Sala Vélez Sarsfield tuvo lugar un encuentro de derechos humanos con Diana Maffía, doctora en Filosofía, Directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, docente e investigadora con especialización en materia de Igualdad de Género.

Tras las palabras introductorias del director del Centro de Derechos Humanos, Martín Sigal, Diana Maffía destacó que la dictadura iniciada en el año 1966 “fue una marca muy fuerte en relación con los riesgos que se corren”. En este sentido, recordó el asesinato de Cabral y Bello. “Ese asesinato nos conmovió porque sentimos que podía ser cualquiera de nosotras. Esa sensación de la arbitrariedad y la represión, el hecho de que expresar las propias ideas o hacer ciertas propuestas de cambio político podía ser un riesgo de vida fue una constatación extraña”, desarrolló. Adicionó que en esa época poseía una inclinación por el rechazo al sistema de producción capitalista y la sociedad de consumo, además de un acercamiento a la ecología. De esta manera, hizo alusión a que existen movimientos actuales que tienen sus raíces en las décadas de los ’60 y los ’70, “que para mí eran compromisos de tipo político, pero el activismo político en general se expresaba en agrupaciones y se expresaba en un debate acerca de si la lucha debía ser armada o no. Yo era pacifista, estaba en contra del uso de las armas para el cambio político”, añadió.

Prosiguió diciendo que el último representante de la dictadura de 1966-1973 fue Lanusse. La proscripción de Perón había dado lugar a la resistencia peronista y se consideraba que políticamente esa resistencia representaba la reivindicación democrática y de la clase trabajadora. “Desde mi punto de vista, la organización de los sindicatos peronistas era muy fascista y había que hacer la organización de los trabajadores de otra manera”, consideró. Explicó además que Lanusse era un liberal. “Estábamos en dictadura pero tenías profesores y profesoras que participaban en movimiento de izquierda”, remarcó. Más tarde, afirmó que cuando Perón muere queda entronizada en el gobierno la derecha peronista. “Creo que ese fue un momento de caída siniestra”, resaltó.

Más tarde, se refirió al tránsito entre democracia a dictadura y después a la recuperación de la democracia, “dos tránsitos muy extraños donde había ciertas continuidades. Uno piensa hay un corte brutal, y no, los cortes ideológicos son mucho más complejos y muchas veces establecen esas continuidades”, expresó. Subrayó que los militares, al romper el orden legal, se preocuparon mucho por mostrar que las situaciones que iban resolviendo estaban basadas en leyes que la democracia había dictado. “Un problema muy importante si analizamos derechos humanos es el de la periodización, cuándo se ponen los comienzos y finales de ciertos procesos. Cuando se dice el 24 de marzo va a ser feriado porque es el Día de la Memoria, es la memoria del 24 para adelante y la pérdida de la memoria del 24 para atrás (…) Estos proceso de periodización iluminan y hacen sombras”, señaló.

Entre otras cuestiones, examinó que hay dos corrientes filosóficas que están en el origen de la subversión: el marxismo y la filosofía analítica, porque las dos discuten el orden natural. “La idea de que hay un orden natural es una idea muy fuerte, porque es una apelación a un dogma. Alguien que no acepta que debe haber una fundamentación dogmática o que trata de revertir ese presunto fundamento, es subversivo, en el sentido de que subvierte, da vuelta, el orden natural. Esa era la idea de las corrientes filosóficas que eran peligrosas, las dos estaban excluidas de la universidad”, remarcó. Posteriormente, resaltó que en los 80 ingresó al CONICET como becaria, donde “tuve la constatación de que las diferencias de género eran relevantes para la carrera de investigador”. Por otro lado, puntualizó también que había observaciones filosóficas respecto a las mujeres que eran “tremendas”. “El hecho de que nuestra naturaleza nos aislaba de funciones como la política o la ciencia”, ejemplificó. También expresó que la división entre lo público y lo privado, propia de la modernidad, que les dice a las mujeres que su ámbito es el privado “también nos dice a las mujeres, aquellas de ustedes que pongan un pie en el ámbito público son cuerpo disponible para cualquier varón, porque si están en el ámbito privado son propiedad de un varón, pero si están en el ámbito público, son propiedad colectiva de cualquiera”. La idea de que las mujeres que trasgreden esa visión de lo privado y lo público se ponen en riesgo hoy se sigue viendo. Hacia el final de su ponencia, Maffía manifestó que su manera de intervenir políticamente es la docencia.