El Premio Nobel de la Paz, Dr. Mohamed El-Baradei, fue distinguido por la UBA como Doctor Honoris Causa
Con una gran concurrencia a la ceremonia, el 28 de noviembre pasado tuvo lugar en el Salón Rojo de nuestra Facultad el acto que distinguió al Premio Nobel de la Paz, Dr. Mohamed El-Baradei como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Buenos Aires. Mohamed El-Baradei es abogado por la Universidad de El Cairo, Doctor en Derecho por la Universidad de Nueva York, y Doctor Honoris Causa por las Universidades de Nueva York y de Maryland (Estados Unidos de América), Americana de El Cairo (Egipto), Libre Mediterránea de Bari (Italia), Soka (Japón), Tsinghua de Beijing (China), Técnica de Bucarest (Rumania), Politécnica de Madrid (España), de Florencia (Italia) y Nacional de Cuyo (Argentina). Desde 1997 es Director General del Organismo Internacional de Energía Atómica. En 2005 recibió el Premio Nobel de la Paz por sus "esfuerzos por prevenir el uso de la energía nuclear con fines militares y garantizar que la energía nuclear con fines pacíficos sea usada en la forma más segura posible".
En la ocasión estuvieron presentes acompañando al homenajeado, el Secretario de Ciencia y Técnica de la UBA, Dr. Hugo Sirkin (en representación del Rector de la Universidad); el Decano Dr. Atilio A. Alterini, el Vicedecano Dr. Tulio Ortiz, y la Embajadora, ex Viceministra de Relaciones Exteriores de la Nación y actual Directora General de Asuntos Nucleares, Dra. Elsa Kelly quien tuvo a su cargo la Laudatio, en cuyo trascurso dijo: "El Presidente de la Comisión Nobel, Profesor Ole Danbol Mjos, en el discurso de presentación del Premio Nobel de la Paz 2005 expresó que “En el régimen internacional de no proliferación nuclear es el OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) el que controla que la energía nuclear no sea mal utilizada con propósitos militares, y el Dr. El-Baradei se ha constituido en un tenaz defensor de nuevas medidas tendientes a fortalecer dicho régimen. En momentos en los que los esfuerzos para el desarme se encuentran en un callejón sin salida, cuando existe el peligro de que las armas nucleares puedan extenderse hacia países o grupos terroristas, y cuando otra vez el poder nuclear en el campo militar aparece jugando un rol cada vez mayor, esta tarea tiene una importancia incalculable”.
Seguidamente, el Dr. Hugo Sirkin hizo entrega del diploma al Dr. El-Baradei, quien, luego del agradecimiento, compartió una conferencia sobre “La seguridad en un mundo cambiante”.
En primer término, expresó: “es para mí un gran honor recibir este título Honoris Causa por parte de la Universidad de Buenos Aires, una institución de prestigio mundial en cuanto a su excelencia académica que ha producido no menos de cuatro ganadores del Premio Nobel; uno de ellos fue Carlos Saavedra Lamas”. En 1936 Saavedra Lamas obtuvo el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos incansables como Ministro Argentino de Relaciones Exteriores para poner fin a la Guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia.
“Saavedra Lamas condenaba todas las formas de acción agresiva e insistía en que los cambios territoriales que se producían como consecuencia del uso de la fuerza nunca deberían ser aceptados por otros países. Esto sentó precedente para un nuevo principio básico internacional acerca de la adquisición ilegítima de un territorio por la fuerza. Este principio se aplicó por primera vez en el Tratado de Río de Janeiro sobre la No-agresión y Conciliación de 1933, también a veces denominado el Tratado de Saavedra Lamas. Como abogado, siento un profundo respeto por esta contribución efectuada por este gran alumno de vuestra universidad que ha de perdurar en el tiempo” -agregó.
En ese sentido, indicó que como en la década del 30, hoy en el siglo XXI, la búsqueda de la seguridad sigue siendo una preocupación excluyente para muchos pueblos y naciones. Pero los pueblos y las naciones varían considerablemente en cuanto a la manera en que perciben cuál es el aspecto de la seguridad y que falta en sus estrategias para lograrla. Para miles de millones de personas, la prioridad es “asegurar” las necesidades básicas para la supervivencia: la comida, el agua, el refugio y el cuidado de la salud. Para otros, la prioridad es “asegurar” otras libertades fundamentales: la libertad de expresión, la libertad de culto y la libertad de no sentir temor. Aún entre los Estados, la seguridad tiene diferentes significados y prioridades. Para algunos, es el logro de una paridad o superioridad económica o militar, para otros, es la proyección de poder e influencia, y aún para otros, la resolución de agravios y disputas.
Para El-Baradei, sin tener en cuenta qué aspecto de la seguridad se encuentra en consideración, la situación global en la actualidad, constituye un panorama de fracaso en muchos frentes. “Si nos enfocamos hacia la búsqueda de asegurar las necesidades básicas, nos sorprende la persistente falta de equidad en la distribución global de la riqueza. Los contrastes son rigurosos si tenemos en cuenta que el 20% de la población del mundo consume el 80% de los recursos. Dos de cada cinco personas deben vivir con menos de dos dólares por día. Otro argentino ganador del Premio Nobel, Adolfo Pérez Esquivel, señaló, con buen criterio, que hay tantos hombres, mujeres y niños que viven en la pobreza en un mundo rico en recursos que dicha situación constituye ‘una afrenta a Dios’”.
El Dr. El-Baradei se refirió luego a los desafíos actuales, sosteniendo que si nos enfocamos en la búsqueda de otras libertades fundamentales, el panorama es también sombrío en muchas regiones, con problemas que van desde la intolerancia religiosa y la falta de libertad política hasta la opresión sistemática y la tortura. En esa línea de ideas, remarcó que muchos países sudamericanos han dejado atrás décadas de regímenes autoritarios y ahora disfrutan de una dosis saludable de libertad política y religiosa. Pero la pobreza es todavía endémica en la mayor parte de la región. “Alrededor de 33 millones de personas sufren de mala nutrición en Sudamérica - 9% de la región- pero afortunadamente el número tiende a disminuir” -comentó.
Tal vez la crítica más severa al progreso global en cuanto a tender hacia la dignidad humana se refleja en nuestro enfoque desigual en lo referido al valor de la vida humana. Los recientes incendios fuera de control en el área de California, que destruyeron miles de hogares se mencionaban en todos los títulos periodísticos del mundo. El dolor y la angustia de aquellos que perdieron todo afectaron profundamente a la gente de todo el mundo. Pero…¿por qué el mundo parece incapaz de prestar más atención o por lo menos una atención similar, por ejemplo, a la basta tragedia humana de la región de Darfur en Sudán, donde existen masacres por razones étnicas en una escala sorprendente y que ocasionaron un desplazamiento masivo de los civiles que ya lleva cuatro años? A pesar de las 200.000 muertes y los 4 millones de personas que se encuentran en un estado de necesidad urgente para recibir asistencia humanitaria, esta situación ha tenido que sostenerse por años para generar una preocupación suficiente y así lograr una intervención internacional eficaz. Aún hoy en día, Darfur no recibe la atención que se merece y, por lo tanto, la gente no está recibiendo la ayuda que necesita de manera tan desesperada. La pregunta básica que nos deberíamos formular legítimamente a nosotros mismos es: ¿por qué sentimos más pena por algunas vidas que por otras?
Si tratamos el tema de la seguridad de los estados nacionales, los registros indican que también es deficiente, particularmente como se refleja en los conflictos regionales que hemos permitido que empeoren con el transcurso de las décadas. “En el Oriente Medio, por ejemplo, la sumisión del pueblo palestino a 40 años de ocupación ha provocado un incremento en la polarización y militancia del mundo árabe y musulmán. Sin embargo, tanto estos como otros conflictos podrían solucionarse. Carlos Saavedra Lamas, hace 70 años nos dio un ejemplo inspirador de lo que la diplomacia puede lograr” -subrayó El-Baradei y añadió que para poder solucionar tales conflictos, se requiere más que esfuerzos intermitentes por parte de la comunidad internacional; se requiere compromiso y una diplomacia sostenida.
Por otra parte señaló que las inseguridades están interconectadas: la pobreza es frecuentemente acompañada por abusos a los derechos humanos y por la falta de un buen gobierno, lo que resulta en un estado profundo de inseguridad, ira y humillación. A su vez, esto provoca un ambiente ideal para generar toda clase de violencia, incluso el extremismo, luchas civiles y guerras entre los estados. Y es en las regiones con conflictos de larga data donde los países están más frecuentemente propensos a reforzar su posición o a buscar mayor seguridad mediante el desarrollo de armas nucleares o de otra clase de destrucción masiva. Sin embargo, destacó que América Latina es una excepción estimulante. Argentina forma parte del Tratado de Tlatelolco, que cobró vigencia en 1969. Estableció la primera zona libre de armas nucleares en un área densamente poblada, en el mundo (el primer tratado de esta índole cubría la Antártida). El Tratado de Tlatelolco, que ya ha sido firmado por los 33 países de América Latina y del Caribe, estableció un precedente importante e inspiró cuatro tratados similares en África, Asia central, el Sureste Asiático y el Pacífico Sur. Actualmente, las zonas libres de zonas nucleares cubren casi dos tercios de los países del mundo, así que ya hemos dado un buen primer paso en dirección a un mundo libre de armas nucleares. “Esta región sabe, por experiencia propia, que las zonas libres de armas nucleares ayudan a fortalecer la seguridad de los Estados que pertenecen a esa región. Los Latinoamericanos demostramos una prudencia loable al reconocer esta situación años atrás” -enfatizó.
En la actualidad, las preocupaciones más serias son también “amenazas sin fronteras”, ya sea del HIV/SIDA, el control de armas o el recalentamiento global o de los esfuerzos para lograr el desarrollo a través del comercio. El-Baradei explicó que la resolución de estos temas no depende de un país; por su naturaleza requieren respuestas globales y la cooperación multinacional.
A pesar de la complejidad de estas inseguridades, sin embargo, hay medidas obvias que deben tomarse para enfrentar el problema. Debemos compartir las riquezas del planeta de manera más justa y equitativa -admitiendo que la pobreza también es un arma de destrucción masiva-. Para el Dr. El-Baradei “debemos invertir en una ciencia y una tecnología más avanzadas para satisfacer las necesidades que impone el desarrollo -tratando de hacer algo más que crear más riqueza para los ricos-. Las inversiones en tecnología invariablemente aumentan las ganancias; por lo tanto debe ponerse más énfasis en la innovación y el progreso para encarar los problemas que crean el hambre y la enfermedad. Debemos hacer uso de la diplomacia de manera continua como estrategia necesaria para resolver los conflictos de larga data. Y debemos llegar a todas las culturas, con el entendimiento de que somos una gran familia humana, cualquiera sea la raza, el color de la piel o el credo” y continuó expresando que la IAEA (International Atomic Energy Agency – Agencia Internacional de Energía Atómica) debe recibir el apoyo que necesita para llevar a cabo una verificación independiente y efectiva de los compromisos por parte de los Estados para la no proliferación.
Sólo tendremos éxito si contamos con un sistema en el cual ningún país podría confiar, o tendría necesidad de confiar en las armas nucleares para lograr la seguridad del mundo, con mecanismos globales que sean efectivos para la resolución del conflicto, donde la seguridad no se percibe como un juego de suma cero, sino un sistema de inclusión, equitativo y efectivo. Un sistema que coloque a la seguridad del hombre en el centro; siendo el derecho de todo ser humano el de vivir en paz, con libertad y dignidad.
El 10 de diciembre de 2005 El-Baradei dijo en su “Discurso Nobel” en Oslo: “Ninguna religión fue fundada en la intolerancia – y ninguna religión deja de valorar la santidad de la vida humana. El Judaísmo pide que valoremos la belleza y la alegría de la existencia humana. El Cristianismo dice que debemos tratar a nuestros prójimos como nosotros querríamos ser tratados. El Islam declara que matar injustamente a una persona es lo mismo que matar a toda la humanidad. El Hinduismo reconoce al universo entero como una sola familia. El budismo nos llama a valorar la unidad de toda la creación. Algunos dirán que es demasiado idealista pensar en una sociedad basada en la tolerancia y el carácter sagrado de la vida humana, en que las fronteras, las nacionalidades y las ideologías son de importancia marginal. A ellos les digo, esto no es idealismo, sino más bien realismo, porque la historia nos ha enseñado que la guerra rara vez resuelve nuestras diferencias. La fuerza no cicatriza viejas heridas; abre otras nuevas”. |