¡Seguinos!

Año IV - Edición 76 13 de octubre de 2005

Buscar

Dolo eventual y límite de la imputación del dolo

  • Nota de Tapa

El jurista alemán Prof. Dr. Eberhard Struensee, Doctor en Derecho por la Universidad de Bonn y profesor en la Universidad de Münster, visitó nuestra Facultad el pasado 5 de septiembre para dar una conferencia sobre la problemática penal del Dolo eventual y el límite de la imputación del dolo. La presentación estuvo a cargo del profesor de Derecho Penal Dr. Marcelo Sancinetti.

Struensee comenzó su disertación comentando que en la doctrina alemana se discute hace más de 150 años sobre la categoría de dolo eventual. El problema, claramente, está en el límite entre el dolo y la imprudencia. Sin embargo, según la visión mayoritaria, la cuestión angular se encuentra en la voluntad más que en la representación. El quid del dolo eventual reside en que en la ejecución de la acción no se desea la producción de un resultado posiblemente vinculado con ella.

De un modo didáctico, nuestro invitado explicó que cuando combinamos el componente intelectual del dolo –tener conciencia segura y representar un resultado como posible– y el aspecto volitivo –tener intención de que ese resultado suceda–, surgen cuatro combinaciones. Si ambas variables confluyen, tenemos un dolo directo de primer grado; si hay conciencia segura pero falta la intención, tenemos un dolo directo de segundo grado; y, si combinamos la representación de un resultado posible pero sin intención, estaremos entre un dolo eventual o un no-dolo.

En la teoría del delito, se debate si ese aspecto cognitivo de representación del último caso debe analizarse en la instancia final de culpabilidad, o bien dentro de la comprobación del ilícito. Para la mayoría de la doctrina alemana, este componente cognitivo del dolo debe analizarse dentro del tipo. La complicación, para Struensee, se da en que el aspecto volitivo del dolo debe ser deducido antes, en el análisis de la acción. Esa voluntad conlleva el elemento del conocimiento.

Como dijimos antes, según la opinión dominante, la diferencia entre dolo y no dolo debe buscarse en el aspecto volitivo. Sin embargo, para los teóricos de la culpabilidad la conciencia de ilicitud no se encuentra dentro de los elementos del dolo. Es decir, se puede tener intención de causar un acto aún sin tener conciencia de los resultados de éste. Con respecto a esto último, Struensee señaló que no siempre es fácil distinguir entre el aspecto volitivo y el intelectual. Por otro lado, también repasó la teoría de la aprobación que exige una postura valorativa del actuante y se deshace de los problemas del aspecto volitivo.

Finalmente, Struensee trajo al centro del debate la teoría superadora de su maestro, Armin Kaufmann, quien postuló dos premisas simples: 1) “La teoría de la culpabilidad que, entre tanto ha sido reconocida como resultado necesario de la teoría final de la acción, permite extraer una consecuencia negativa, a saber: los vestigios del dolo malo han de ser eliminados por completo”; 2) “Los criterios según los cuales ha de ser trazada la frontera de dolo e imprudencia, no sólo tienen que caracterizar al dolo eventual sino que también deben estar en armonía con el dolo directo”. La conclusión a esas dos máximas es que para la acción final sólo interesan criterios ontológicamente aprensibles. A partir de allí, Kaufman elabora su tesis: “La cuestión decisiva es si la voluntad de realización estaba dirigida precisamente a no dejar que se produjera la consecuencia accesoria tenida en cuenta como posible. Es decir, a evitarla. Ello así, pues la voluntad de realización no puede, por un lado, estar dirigida a dejar que se produzca el resultado reconocido como posible y, por otro lado, también tender a evitar precisamente el resultado mediante el modo de obrar. La voluntad de evitación excluye la aceptación de voluntad de causación”.   Struensee toma esta teoría de la evitación con cierto escepticismo y hace dos preguntas: ¿Cómo debe estar conformada la voluntad de evitación? ¿Si existe la intención eventual, puede existir la evitación eventual? Para él, poner el centro en la evitación no satisface la teoría.

Hacia el final, Struensee admitió no tener una solución precisa. Sin embargo, propuso hacer siempre una rigurosa distinción de las circunstancias del hecho en total independencia del comportamiento del actor. Ese método es el que permite dejar a la vista la ridiculez de los razonamientos falsos. Para nuestro jurista, el límite estará en el grado de suficiencia del riesgo visualizado por el autor. Con esa explicación culminó su conferencia que siguió en debate con el público presente.